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sábado, 10 de octubre de 2020

Un desembarco agitado: Zerum

[Tercera Era - Clavy - Episodio 3]



Zerum


El río Aver discurría caudaloso en esa época del año, trayéndole a Zerum los recuerdos de épocas mejores, con su brisa y su susurro.


Apoyado en una caja de madera, veía a sus enanos trabajar, descargando baúles y cajones del viejo barco. En otra época aquel habría sido un trabajo honrado, en la que varias razas se juntasen para un lucrativo intercambio comercial. Pero esta no era una de esas épocas y lo que en realidad se estaba dando era un caso de contrabando de bebidas espirituosas.


Pero ahh...el lugar era tan tranquilo que invitaba a relajarse. Y con toda la tropa arrimando el hombro, Zerum podía asumir la posición que por derecho le pertenecía, reclinado, elegante, siendo obedecido...cerró los ojos.


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Las puertas de la tesorería se abrieron de nuevo en Karak Hirn, el contable le miró por encima de su mesa. Zerum tomó asiento de forma violenta delante de él, haciendo que todos los objetos de la mesa se sacudieran. Zerum apuntó con el dedo a Mollegor, que se incorporó ligeramente, apoyando su pluma en el tintero.


  • ¿Qué ahora, mi señor?

  • Mollegor.

  • ¿Si? ¿Mi señor?

  • ¡Debemos solucionar este asunto!

  • Sin duda mi señor, de hecho llevamos tratando de…

  • ¡Pero no lo has solucionado todavía!


Mollegor apoyó sus gafas en el escritorio con gravedad y suspiró. A continuación eligió con cuidado sus palabras.


  • Mi señor, esta familia no tiene un problema de tesorería, o de defensa de su territorio, o de minería, o de salud...únicamente.


Zerum tragó saliva.


  • ¿Qué...quiere decir?

  • Los dos lo sabemos bien. Pero yo me he atrevido a decirlo. Esta familia tiene un triste destino.

  • No diga tonterías, señor tesorero.

  • No las diré...diré sólamente que no hemos encontrado oro en 5 años y que no hay uno sólo de los de su linaje sano. Las fiebres les atosigan. Mientras tanto los túneles que no están inundados han sido asaltados. Ambos sabemos que Karak Hirn está abocada al fracaso.

  • ¿Es traición lo que oigo?

  • Oh no mi señor, yo siempre me he mantenido fiel a la famil…


Tres toques sonaron en la puerta. El silencio dio permiso un ballestero joven que entró en la estancia.


  • ¡Señor! ¡Ha llegado!

  • Mmm, ¿Quién muchacho?

  • ¡Su invitado! ¡Al que mandó llamar!


Zerum se detuvo un momento. Se apoyó en la mesa, mirando al suelo, sin poder creerselo.


  • ¡Hazle pasar de inmediato! A mi cámara privada.


El ingeniero se abrió paso por los niveles superiores, trabajosamente labrados de la mina hasta llegar a la habitación donde esperaba Zerum, éste le recibió con una mal contenida sonrisa.


  • Realmente ha venido, ingeniero.

  • Siempre cumplo mis promesas noble señor.

  • ¿Qué tal ha ido el viaje? ¿Algún incidente o pormenor?

  • Bien, bien...nada que reseñar de camino aquí, son tierras inseguras pero he tenido suerte.

  • Fantástico, sin duda...


Se hizo el silencio entre ambos… Zerum habló primero.


  • Mire, es bastante evidente por qué le he llamado, ya habrá oído los rumores de hecho.

  • Sí.

  • La cuestión es mi territorio tiene decenas de problemas. Económicos, defensivos, legales, sanitarios...

  • Lo sé.

  • Y la cuestión es que no doy con una solución que pueda aplicar a todos ellos, es como si se hubiera torcido mi…

  • Destino

  • …¿Destino?

  • Como si las piezas hubieran dejado de encajar y ya no le pertenecieran.

  • ¡Sí! ¡Sí!

  • Y todo condujera a un funesto final.

  • Exacto - Zerum miraba ya con ojos vidriosos. - Pero, no hay forma de arreglar algo tan complejo, tan determinado de antemano.

  • Quizás no, quizás sí.

  • ¿Quizás sí?


Zerum rebuscó entre sus pertenencias, un ajado libro garabateado diezmil veces. Lo abrió por la mitad, pero se detuvo rápidamente y lo cerró, sujetando la página.


  • Este es un proyecto peligroso, que ya se intentó una vez y falló. No por su ineficacia. Oh no, el objeto funcionó correctamente. Pero su poder atrajo a demasiados y las batallas se sucedieron hasta que fue destruido.

  • Com...comprendo.

  • Pero si intentamos esto, esta vez lo haremos de forma diferente. No caeremos en los mismos errores.

  • Claro, claro, por supuesto. ¿Qué haremos?

  • Haremos todo por nuestra cuenta, sin levantar sospecha, un pequeño grupo y sólo nosotros conoceremos nuestro propósito final.

  • ¡Desde luego! ¿Pero qué objeto es ese que permite cambiar todo esto? ¿Cómo es tal cosa posible?


Zerum, sonriendo satisfecho con el interés despertado volvió a abrir el libro.


  • Fíjese señor Zerum. La Corona Némesis. Un ingenio forjado con piedra bruja, un mineral casi extinto, que permite alterar el propio destino del que la porta.


Zerum se acercó con las manos temblando. Había encontrado lo que necesitaba desde hace mucho, mucho tiempo.


  • Sí, esto es lo que necesito.

  • Sólo una cosa más señor Zerum.

  • Claro - Los ojos de Zerum ya mostraban su obsesión. Necesitaba ese objeto, era suyo por derecho.

  • Yo estaré al mando de la empresa. Asumiré el control de nuestro grupo, tesorería y planificación.

  • Desde luego, desde luego…


Zerum ya no escuchaba. Se giró con el libro y se sentó delante de la chimenea a admirar los planos.



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Los murmullos de los contrabandistas le sacaron de sus recuerdos. Miró hacia el barco donde se encontraban y pudo ver a Thora gesticulándole. Sus viejos enemigos se acercaban a marchas forzadas. Los orcos y los hombres bestia, dos bandas enfrentadas entre sí pero que odiaban todavía más a los enanos.



Vista aérea del combate a la orilla del Aver



Pero ni los enanos ni los Middenheimers les iban a poner fácil que les robaran la mercancía. Soltaron las cajas y tomaron posiciones rápidamente, usando la carga como cobertura. Los ballesteros cargaron sus virotes y apuntaron a los árboles cercanos, que ya empezaban a moverse.

Gormar subió al palo mayor del barco, esta pelea no era fácil. La anterior ocasión habían tenido suerte cuando sus aliados cargaron primero y se llevaron la mayor parte de las bajas. Sin embargo en esta ocasión los enemigos se les echaban encima y sólo una contracarga coordinada tendría opciones de detenerles. Hizo un gesto a Toki y este respondió afirmativamente. El joven enano había desarrollado sus habilidades y liderazgo más rápido de lo esperado y por ello vestían en esta batalla ropajes decorados y portaba armas que habían sido importantes para la familia de Zerum.

Con un gesto Toki reunió al grupo que habría de llevar la batalla al enemigo. En el centro, los hermanos Sig sobresalían, con su enorme musculatura. Con un par de frases y cuatro gestos sentenció el simple plan que habría de proteger la carga: Los ballesteros les cubrirían desde el barco mientras ellos esperaban resguardados por los edificios y la maleza. Cuando sus adversarios estrecharan el cerco, ellos harían la contracarga. Ambos grupos asintieron con presteza, había poco tiempo para debatir. Antes de que se hubieran separado los virotes ya silbaban por encima de sus cabezas. 


De repente, desde el grupo de árboles más cercano al barco, surgió una enorme criatura, un minotauro. Su fetidez alcanzó al grupo y fue respondida por los ballesteros, sus disparos siendo corregidos por Thora desde la embarcación. El gigante se tambaleó, dubitativamente, cada paso siendo correspondido por otro impacto. Su semblante cambió a una mueca de disgusto y emprendió una furibunda carrera, pero el grupo recrudeció su castigo y con un último disparo cayó a los pies de los hermanos Sig.


Tras el enorme orificio abierto por el minotauro en el bosque, se veían asomar los primeros hombres bestia. Demasiados como para ser contenidos con disparos, los middenheimmers y enanos debían de cargar de inmediato o arriesgarse a ser sobrepasados. Sin embargo, a su espalda empezaban a recibir postas y flechas. Desde el barco les instaron a ignorarlo, ellos podrían defenderse de los disparos sobradamente.


Con un alarido más animal que humano, los norteños abandonaron la cobertura, siendo seguidos por los de Zerum, el cual disparaba su ristra de pistolas contra la turba asaltante.


El desenlace no se hizo esperar, los humanos aguantaron su flanco de forma encomiable, pero los enanos, al haber cargado contra el cuartel general se llevaron la peor parte. Sigga erró su tajo y fue impactado en el cráneo por un gran orco, mientras éste musitaba palabras malditas.


Sigvor, furioso y desoyendo los avisos de sus compañeros, cargó contra el orco. Viendo lo desesperado de la situación Toki salió en su ayuda. Ambos enanos lanzando golpes de forma continuada a los pielesverdes, que retrocedieron por un momento.


Cerca de ellos Zerum y se escolta se habían trabado en combate cerrado con otra criatura impía, mezcla de caballo, humano y cabra, que estaba a punto de sobrepasarlos a ambos.


La batalla se acercaba a su clímax, el embarcadero seguía estando asegurado, pero los enanos empezaban a flaquear. Sigvor machacó a un pielverde que acompañaba al gran orco, pero fue noqueado posteriormente por este último. Aprovechando el despiste momentáneo, Toki hendió la cabeza del gran orco con su hacha y acto seguido la liberó golpeándola también con su martillo. Pero ya era demasiado tarde, y Zerum vio que iba a ser derrotado, pues el frente se había caído a pedazos.



Toki carga contra el gran orco


Viendo que sus fuerzas estaban agotadas y que la moral estaba en su punto más bajo, sopló el cuerno dando la señal de retirada. Los enanos le miraron desde todas las direcciones, tristes, pero entendiendo que ese no era el día en el que ganarían. Los virotes les cubrieron a los guerreros adelantados durante el trecho que les separaba de la playa, Gormar gritó a Toki, que luchaba todavía frenéticamente como poseído por la rabia de los hermanos Sig y que se resistía a darlo todo por perdido.

"Hoy no es el día Toki y aquí no hay gloria que ganar, sólo ha sido un desembarco agitado. Volvamos antes de tener bajas que lamentar."

2 comentarios:

  1. Muy chulo el relato de la partida, ¡y por fin sabemos qué ha llevado a los enanos a las soleadas tierras de Averland! Y descuida, que mis orcos van a hacer todo lo posible para que tus taponez alcancen pronto su aciago e ineludible destino... ;)

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    1. Ohhh, como siempre digo...lo intentarán, que estos tapones son muy duros!

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