Saludos a todos, damas y caballeros.
Dentro del extensísimo Trasfondo que GW desarrolló para Warhammer Fantasy, hay una clase de relatos que no aparecían con demasiada frecuencia, pero que siempre me gustaron mucho cuando lo hacían: los relatos de viajes. Si mal no recuerdo, había una historia maravillosa en el libro de ejército de orcos y goblins de sexta edición de un mercader atravesando las Tierras Yermas, y posteriormente saldrían otros, como el Viaje de Yin Tuan a Lustria o el diario de la Ruta del Marfil, absolutamente geniales. Siempre me parecieron una forma muy original de dar a conocer un mundo fantástico más allá del "tu ejército es la leche y esta unidad que acabamos de renovar y queremos vender mató a un cojón de enemigos en la batalla de tal", algo en lo que acabó derivando el Trasfondo a medida que dejaban de prestarle atención.
El Camino Español, de Augusto Ferrer Dalmau |
Lo que os traigo hoy es algo parecido. No es exactamente un diario de viaje, sino la descripción (pseudohistórica) de una ruta. Una ruta que no existió en el mundo de Warhammer, pero que perfectamente podría haber existido de no ser porque los creadores, pese a ser conocedores de la Historia y trazar un paralelismo más o menos claro entre la Historia del Viejo Mundo y la real, eran también británicos y como tales tendían a minimizar la trascendencia de España en el devenir histórico del mundo.
La ruta de la que os voy a hablar y que me he inventado es el Camino Imperial, que no deja de ser una adaptación del famoso Camino Español que en su día recorrieron una de las tropas más poderosas que se hayan visto: los Tercios de Flandes. Este Camino Imperial cumple un triple propósito: por un lado, me sirve para desarrollar un poco el Trasfondo de mis imperiales, que gira en torno a la familia Wallenstein (también inventada, aunque también con base real); en segundo lugar, me permite justificar la aparición de mis imperiales en las Regiones Devastadas cuando toque; y, en tercer lugar, me vale para plantear una adaptación/expansión de mi Proyecto Imperio y del que hablaré en breve.
Os dejo con la primera parte de la narración. Espero que os guste.
De la obra "Historia de los prohombres de Averland", escrita por Hyeronimus de Nuln, historiador de la Corte Imperial. Año 2515.
La caída de Solland
El Camino Imperial fue una de las grandes contribuciones que la familia Wallenstein hizo al Imperio, una maravilla logística y militar de la que solo cabe lamentar que no perdurara por más tiempo. Su existencia a día de hoy podría ser de gran ayuda en estos tiempos aciagos que vivimos, como lo fue en su momento en otros tiempos igualmente sombríos. Es tanto mi deseo como mi deber recordar este proyecto, desde su comienzo hasta su fin, con el doble objetivo de mostrar las maravillas que nuestra patria puede crear cuando se lo propone, y de servir de inspiración para que lo que en su momento fue, y fue bueno, pueda volver a ser.
Para comprender plenamente lo que significó el Camino Imperial, es necesario conocer también la idiosincrasia de la familia que formó la piedra angular del camino. Los Wallenstein pertenecían originalmente al Condado de Solland, de trágico recuerdo. Como todos los habitantes de la zona, nobles y plebeyos, sufrieron terriblemente bajo la invasión del Kaudillo orco Gorbad Garra´ierro. Sirva, a modo de ejemplo, la canción "La última carga bajo el sol", que durante siglos fue muy popular entre los juglares, dramaturgos y campesinos de Averland y Wissenland. Esta canción está inspirada en la gloriosa y desesperada carga que realizó Ferdinand Wallenstein, Gran Maestre de la Orden de la Lanza Ígnea, contra el centro de la línea enemiga con intención de ganar tiempo para que los civiles pudieran ser evacuados de un pueblo de Solland. Cien caballeros encontraron la muerte aquel día para salvar la vida de sus ciudadanos. Si usted, lector, no conoce el nombre de la Orden a la que me he referido, no se extrañe: todos sus integrantes murieron aquel día, incluyendo al propio Ferdinand Wallenstein.
Una vez terminada la guerra, tras el Asedio de Altdorf, la mayoría de los Wallenstein que habían sobrevivido a la contienda se instalaron en Wissenland y Averland. Pese a que pronto encontraron una buena posición, ganada tanto por su poderío militar como económico, los Wallenstein fueron inicialmente tratados con cierta hostilidad por parte de los nobles de los condados en los que se habían establecido. Esto fue algo común a todas las familias procedentes del Condado de Solland, a quienes se consideraba responsables de haber perdido este territorio (pese a toda la sangre derramada por protegerlo), pero, en el caso de los Wallenstein, la animadversión fue más intensa. La razón es que, si bien respetaban el culto a Sigmar, los Wallenstein eran adoradores de la diosa Myrmidia, siendo de hecho la primera familia noble del Imperio que se había convertido abiertamente al culto de esta diosa sureña.
Consecuentemente, algunos Wallenstein decidieron abandonar el Imperio tras la caída de Solland y establecerse en Estalia y Tilea, las tierras donde su diosa era venerada con más intensidad. Estas ramas familiares nunca perdieron el contacto, y aunque fueron pocos los que emigraron al Sur, su importancia fue muy grande: aun a día de hoy es común que los Wallenstein nacidos en el Imperio pasen unos años en Tilea o Estalia, y generalmente los matrimonios intrafamiliares se conciertan entre las dos ramas, de forma que siempre hay uno de los dos cónyuges nacido en el Imperio mientras que el otro ha nacido en Estalia o Tilea. Tal es el caso del líder de la familia en tiempos actuales, Leopold Wallenstein, nacido en Averland pero de madre estaliana y casado con Lorena Wallenstein, nacida en la ciudad tileana de Remas.
El origen del Camino Imperial
Esta dispersión geográfica de la familia Wallenstein fue precisamente lo que creó el germen del Camino Imperial. La Caída de Solland había supuesto un golpe terrible para el Imperio, creando un trauma nacional del que a día de hoy, ocho siglos después, no nos hemos recuperado y probablemente nunca lo hagamos. Esto no fue distinto para los Wallenstein, quienes se propusieron firmemente evitar que una desgracia de semejante calibre pudiera repetirse.
Myrmidia es una diosa guerrera, y los Wallenstein han sido siempre, y siguen siendo, grandes líderes militares y estrategas. Si bien la reputación militar de estalianos y tileanos es conocida dentro del Imperio, nadie como los Wallenstein entiende en qué medida estas naciones sureñas produce hombres duros y soldados curtidos en mil batallas, pues han estado al mando tanto de soldados imperiales como de ejércitos de estas naciones. Y, así como el Imperio siempre ha mirado hacia sus vecinos sureños como fuente de ejércitos mercenarios, estas naciones también saben que tienen una gran dependencia del Imperio, al ser la mayor nación humana y el principal bastión contra la Oscuridad.
Los Wallenstein comprendieron pronto esta interdependencia, y quisieron aprovecharla para evitar desgracias como la de Solland. Su idea fue la creación del Camino Imperial: una ruta que permitiera el movimiento rápido y seguro de tropas desde Estalia y Tilea hacia el Imperio, o viceversa. El camino comenzaría en Magritta, la ciudad principal de Estalia, y llegaría a Averland a través del famoso Paso del Fuego Negro. La intención fue crear una ambiciosa red de carreteras, casas de posta y fortalezas que pudiera comunicar estos dos puntos, red creada con intenciones militares, aunque sin duda podría ser también usada para el comercio.
Los documentos que la familia Wallenstein graciosamente me ha permitido estudiar demuestran que la idea del Camino Imperial comenzó a desarrollarse en una fecha tan temprana como 1747, apenas cuarenta años tras la destrucción de Solland. No obstante, no se comenzó con la ejecución del proyecto debido a la inestabilidad política del momento: en el Imperio de los Tres Emperadores, y dado el recelo que los Wallenstein despertaban en muchas otras familias nobles, la creación de semejante obra de supremacía logística y militar podría ser malinterpretada y considerada no como una forma de defender el Imperio sino, a la inversa, de subyugarlo.
De esa forma, el Camino Imperial se mantuvo durante siglos en el etéreo mundo de las ideas no ejecutadas, nunca olvidada, pero nunca nacida.
Las Guerras de los Vampiros
La oportunidad, o la necesidad de desarrollar el Camino, llegó a inicios del convulso siglo XXI. Los Wallenstein interpretaron la destrucción de Mordheim como un ominoso presagio, el primero de muchos desastres que estaba a punto de suceder. En ese momento, pese a que el Imperio seguía políticamente desgarrado, los Wallenstein comenzaron en secreto la construcción del Camino Imperial. Se centraron en la parte del camino que recorría Estalia y Tilea, de forma que no llamaran demasiado la atención dentro de las fronteras del Imperio, por lo que la tarea recayó principalmente sobre las ramas de la familia en estas zonas. También se unieron algunas familias nobiliarias estalianas y tileanas al proyecto.
Desafortunadamente, las circunstancias acabaron dando la razón a los Wallenstein. En 2010, once años después de la destrucción de Mordheim, el infame Vlad Von Carsten usó la piedra bruja obtenida en la Ciudad Maldita para lanzar un hechizo con el que reanimó un gran ejército de no muertos, y declaró la guerra al Imperio. La guerra pareció terminar con una rápida victoria imperial cuando el ejército de Middenland derrotó a los no muertos en la batalla de Schwartzhafen y Jerek Kruger, Gran Maestre de los Caballeros del Lobo Blanco, aplastó la cabeza de Vlad con su martillo. No obstante, Vlad Von Carstein regresó de la no muerte, demostrando que la guerra sería larga y que el Imperio tendría que sufrir mucho más si quería prevalecer.
Esto aceleró la culminación del Camino Imperial. Pese a que Averland no recibió las terroríficas atenciones de los condes vampiro en los primeros años del conflicto, los Wallenstein sabían que era solo cuestión de tiempo. Incluso aunque no fuera así, no tenían intención de permanecer tras los muros de su fortaleza mientras el horror de la pérdida de Solland se reproducía ante sus ojos. El Imperio se desangraba y los Wallenstein iban a plantar batalla hasta el amargo final, y para ello contaban con todo soldado dispuesto a enfrentarse al Mal, fuera del Imperio, de Tilea o de Estalia.
De esta forma, el Camino Imperial quedó culminado en el año 2022 con la construcción de la Fortaleza de la Luz Perpetua en los Reinos Fronterizos, el último hito antes de alcanzar el Paso del Fuego Negro. El castillo quedó al mando de Dante Wallenstein, líder de la rama tileana de la familia en aquellos tiempos, brillante estratega y fervoroso devoto de la diosa Myrmidia. Características todas ellas que le resultaron bastante útiles en aquellos tiempos aciagos y en una región tan salvaje como las Regiones Devastadas, en donde se encontraba la fortaleza.
El fin del Camino
El Camino Imperial permitió el movimiento rápido de incontables ejércitos desde Estalia y Tilea hacia el Imperio durante la primera Guerra de los Vampiros. Es difícil saber en qué medida influyó en el conflicto y sobre todo en la victoria final del Imperio, pero es indudable que tuvo un papel destacado en el devenir del mismo.
Desafortunadamente, las arcas de los Wallenstein habían quedado prácticamente vacías tras una espantosa guerra de cuarenta años de duración. La familia había gastado auténticas fortunas tanto en la construcción del Camino Imperial como en reclutar ejército tras ejército con los que hacer frente a un enemigo interminable, y la devastación causada por Vlad Von Carstein hicieron virtualmente imposible la recuperación de tanto dinero en poco tiempo. El Imperio estaba arruinado, los Wallenstein también, y muchas fortalezas menores del Camino Imperial tuvieron que ser cedidas a prestamistas para pagar las deudas de la familia. Por su parte, muchos de las familias estalianas y tileanas que inicialmente habían participado en el proyecto se desentendieron del mismo al ver que el Imperio ya no necesitaba más ejércitos ni podía pagarlos.
El Camino Imperial pareció revivir varias décadas después cuando, a comienzos del siglo XXII, Konrad Von Carstein comenzó la segunda Guerra de los Vampiros. En esta ocasión Averland se vio mucho más amenazada que en la primera guerra, y los ejércitos de Estalia y Tilea volvieron a recorrer el camino de los Wallenstein para defender su hogar. No obstante, ni la intensidad del conflicto fue la misma, ni su duración, ni marcharon tantos ejércitos. Tras la derrota de Konrad Von Carstein en la Batalla del Páramo Sangriento, en 2121 (y en la que naturalmente estuvieron presentes los Wallenstein, comandados por Wilhelm Wallenstein), el Camino Imperial quedó de nuevo en desuso.
El definitivo golpe mortal al camino vino como consecuencia de la traición de uno de los pocos nobles tileanos que seguían siendo leales al proyecto en 2145. La familia Altobello era la encargada de guarnecer el Castillo de la Luna, uno de los dos que guardaban el paso a través de las Montañas Abasko, entre Estalia y Tilea. La otra fortaleza, el Castillo del Sol, era propiedad de los Wallenstein. Cuando Luciano Altobello se convirtió al Culto del Príncipe Oscuro, los Wallenstein comenzaron a investigar los rumores de desaparición de bebés y niños en los pueblos cercanos al Castillo de la Luna. Ello les llevó a descubrir la traición de los Altobello, y Alfonso Wallenstein, de la rama estaliana y castellano del Castillo del Sol, puso bajo asedio el Castillo de la Luna. Tras cinco años de cerco, las tropas estalianas lograron abrir brecha en el castillo y Alfonso, ciego de ira al ver lo que los Altobello habían hecho con los niños raptados, negó a Luciano Altobello una muerte digna con la espada y lo mató golpeando su cabeza con sus propias manos hasta que no quedó más que una masa informe.
El Castillo de la Luna defendía una posición estratégica en los Montes Abasko, motivo por el que los Wallenstein intentaron ocuparlo. Sin embargo, la primera guarnición asignada al castillo cometió suicidio ritual hasta el último hombre en la noche de Geheimnisnacht, y la segunda amaneció un día asesinada por completo, todos sus integrantes degollados. Era evidente que el Castillo de la Luna estaba maldito, y se abandonó cualquier intento de ocuparlo, lo que en la práctica significó la muerte del Camino Imperial.
Me ha encantado tu entrada, enhorabuena! Ahora mismo te añado a mi lista de blog seguidos ^^ Gran descubrimiento! Le voy a echar un ojo al resto de tus entradas. Saludos desde el Reik!
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias! Me alegra que te haya gustado esta ida de olla.
EliminarY gracias por añadirnos a la lista! Voy a hacer lo propio, que le he estado echando un ojo al tuyo y joer, menudo pepino. Eso es un ejército imperial como Sigmar manda.
Saludos desde el Aver!