La campaña de Gorkamorka que jugamos hasta el año pasado (que realmente fue de Gorkamunda, ya que usamos las reglas para adaptar bandas de Necromunda), no la ambientamos en el clásico planeta del reglamento sino en otro llamado Vandalusía (creación de Soter y del que estoy seguro que tarde o temprano os hablará), pero en general seguía las mismas reglas y usábamos las mismas bandas para jugar. Inicialmente empecé con una banda de incursores mutantes, porque me parecía que tenían cierta gracia con eso de ir a caballo y tener a su disposición tanta tecnología rara, pero tras la primera partida descubrí que su forma de jugar no era quizás la que me interesaba en ese momento (me di cuenta de que lo que yo quería realmente era abordar kamiones orkos). De modo que coincidiendo con que mi líder murió vergonzosamente tras ese primer enfrentamiento, decidí abandonarlos a su suerte y probar una banda más divertida y mucho más ridícula. Sí, se trataba de los gretchins comunistas tan icónicos de ese juego. Lo gracioso es que no contaba con que hicieran nada bien, y en ese aspecto no me defraudaron en absoluto. De hecho no gané una sola de todas las escaramuzas que jugué con ellos, como bien refleja el hecho de que mi kabecilla siguiera al final de la campaña con L5 (los jefes en Gorkamorka normalmente suman +1 al liderazgo tras su primera victoria, y éste jamás llegó a L6). Pero divertirme me divertí mucho, con semejante horda de inútiles surfeando los desiertos en sus vehículos con velas o, mejor aún, en su karraka movida por tracción gretchin (y en la cual, por puro trasfondismo, mi kabecilla nunca se dignaba a pedalear ya que para algo era el jefe, pese a que eso supusiera mover 3 cm. menos cada turno).
Os dejo a continuación el texto introductorio que hice para mi banda y más adelante el primer relato en el que se explicaba cómo se había formado ésta. Espero que os guste y os inspire a probar esta banda si en alguna ocasión decidís darle una oportunidad a Gorkamorka.
"El Komando Revoluzionario Daltóniko recibe su nombre a causa de las múltiples disputas que mantienen constantemente sus integrantes acerca de su color. Unos dicen que son rojos, mientras otros mantienen que no, que claramente son verdes. Esta discusión metafísica con gran componente físico aún no se ha resuelto y no tiene pinta de que lo haga en el corto plazo.
Al mando de este komando de “aguerridos” gretchins se encuentra el Kamarada Kapitán Grizbizz, bautizado Charlie por varios mekánikos orkos sin saberse por qué. El kamarada kapitán es un veterano kabecilla bajo cuyas órdenes han servido numerosos gretchins revoluzionarios (realmente, esto se debe a la gran mortandad que ha sufrido su komando, no a que el Komité Revoluzionario le haya asignado el mando de muchos gretchins simultáneamente). Charlie Grizbizz tomó parte en la gloriosa batalla del Piño de Hierro, en la que él y sus muchachos destruyeron tres kamiones, un oruga y dos buggies orkos (o al menos de eso informó él al Komité). Tanta heroicidad y buen desempeño de sus funciones le sirvieron para ganar la Medalla de la Orden de Nelin, pero eso también ha servido para despertar numerosas envidias y algunos hasta le acusan de exagerar sus triunfos o incluso de mentir descaradamente al Komité.
Al mando de este komando de “aguerridos” gretchins se encuentra el Kamarada Kapitán Grizbizz, bautizado Charlie por varios mekánikos orkos sin saberse por qué. El kamarada kapitán es un veterano kabecilla bajo cuyas órdenes han servido numerosos gretchins revoluzionarios (realmente, esto se debe a la gran mortandad que ha sufrido su komando, no a que el Komité Revoluzionario le haya asignado el mando de muchos gretchins simultáneamente). Charlie Grizbizz tomó parte en la gloriosa batalla del Piño de Hierro, en la que él y sus muchachos destruyeron tres kamiones, un oruga y dos buggies orkos (o al menos de eso informó él al Komité). Tanta heroicidad y buen desempeño de sus funciones le sirvieron para ganar la Medalla de la Orden de Nelin, pero eso también ha servido para despertar numerosas envidias y algunos hasta le acusan de exagerar sus triunfos o incluso de mentir descaradamente al Komité.
En cualquier caso, lo que es innegable es que las
tácticas empleadas por Grizbizz y sus “pekeñoz grandes chikoz”, como él los
llama, les han permitido sumar grandes éxitos contra la brutal e injusta
opresión orka. Sus tácticas de abordaje consisten en mandar valientes gretchins
parapetados con escudos que absorben todos los impactos del enemigo mientras
que el resto de la tripulación, convertido en un auténtico enjambre de
diminutas manos verdes, ataca desde detrás armada con cuchillos, cadenas o
cualquier cosa puntiaguda. Grizbizz nunca toma parte en esos abordajes excepto
cuando la situación lo requiere expresamente (según algunos, cuando la
situación es segura), ya que considera que es más útil quedándose en su karraka
dando instrucciones, animando a sus muchachos y disparando su ezkopetón.
Entre sus mejores soldados se encuentra su segundo al
mando, el Kamarada Ejemplar Petri. El título se lo ha ganado a pulso, habiendo
tomado parte (¡y sobrevivido!) en diez abordajes. El escudo con el que se
defiende, el llamado “Gran Ezkudo Rojo” es todo un símbolo que inspira a sus
compañeros a realizar actos “heroicos” y darlo todo por la Revoluzión."
Comparecencia ante el Komité
La sala estaba en semioscuridad,
y cuando Grizbizz cerró la puerta tras de sí apenas pudo ver nada a más de dos
metros. Una austera silla de madera, sin absolutamente nada a su alrededor y
aislada en el centro de la sala, se encontraba a pocos pasos de él. Todo estaba
en un silencio sepulcral.
De repente, un potente foco se
iluminó, alumbrándole directamente y dejándole completamente cegado. Grizbizz
no pudo evitar un dar respingo de pánico.
“Kamarada Grizbizz, acércate a la
zilla para que podamoz verte bien.”
La voz había venido de algún
lugar inidentificable de la sala. El eco contribuía a dificultar la percepción,
aunque el gretchin intuía que se encontraba en una sala grande y de techo alto.
Sabía que en algún lugar habría una mesa larga y que varios miembros del Komité
le estarían observando, aunque no tenía forma de saber cuántos eran. De hecho
era posible que la mesa fuera larga y que no estuviera solo frente a él, sino
también hacia los lados. Con los focos cegándole y la oscuridad en el resto de
la sala no era capaz de averiguarlo.
Intentando aparentar una
seguridad que en absoluto tenía, Grizbizz avanzó hacia la silla. Era bastante
alta, lo que hacía que las piernas le colgaran, contribuyendo así a su
sensación de vulnerabilidad. A eso se le sumaba la ausencia de una mesa o
similar que le permitiera esconder sus manos nerviosas. Sabía de sobra que nada
de eso era casual, todo estaba dispuesto para producir una sensación de alarma
e incomodidad en quienes se sentaran ahí. Así que lo mejor que pudo hacer fue
juntar sus manos para evitar que temblaran y apoyarlas en su regazo.
“Kamarada Grizbizz – prosiguió la
misma voz –, ¿zabez por qué haz zido llamado?”
La verdad es que Grizbizz no
tenía ni pajolera idea, pero desde luego que se cuidaría mucho de expresarlo. Sin
embargo, sospechaba que no sería por algo bueno. Intentó recordar qué cosas
había hecho recientemente que fueran merecedoras de castigo, pero pronto perdió
la cuenta. Aun así, era completamente imposible que el Komité estuviera al
tanto de todas. Es decir, podía saber muchas cosas gracias a su red de chivatos
y delatores, pero no podía saberlo TODO. Por lo menos no creía que supiera
sobre el ezkopetón de cuarta o quinta mano que había comprado hacía tres días
de manera ilegal, o sobre la granja de hongos clandestina que estaba montando a
las afueras del campamento, bien alejada de miradas de curiosos.
“Eztooo… ¿es por la Auditoría
Revoluzionaria Anual?”
“No, idiota – replicó otra voz
distinta –; la Auditoría ya te la hicimoz el mes pazado.”
“Claro, claro, por supuezto –
intentó corregir Grizbizz –. Lo decía porque igual el Komité quería comprobar
que mi lealtad a la causa gretchin sigue ziendo total y absoluta.”
“Rezpekto a eso, la auditoría
dejó ciertas dudas. Creo recordar que te pillamoz mintiendo máz de una vez… -
dijo una tercera voz.”
Grizbizz no sabía a dónde mirar
para rebatir esa acusación (cierta por otra parte), así que siguió haciendo
como hasta ese momento: mirarse las puntas de sus botas, que bailoteaban
nerviosas colgando de la silla.
“Ezo no fueron mentiras, sino
errorez de ekzprezión que cometí por causa del cansancio. Trabajar tanto por la
Revoluzión hizo que me equivocara al escoger miz palabraz. Por eso agradezco de
corazón al Komité que me permitieran dezcanzar dos zemanaz en una celda ozcura
y fría, donde recuperé laz energíaz.”
“Bueno, en cualquier caso ya te
hemos dicho que no eztás aquí por eso – dijo de nuevo la primera voz –. Eztás
aquí porque hemoz decidido enkomendarte una mizión.”
“Una mizión a la altura de tuz
méritoz – dijo una cuarta voz chillona.”
“Deberaz – prosiguió la primera
voz – dirigir un komando de entuziaztaz kamaradaz. Inizialmente te otorgaremos
el mando de una karraka y trez kaskaronez. Si desempeñaz bien tus funcionez es
posible que te asignemos más rekurzoz.”
Grizbizz no se acababa de creer
la buena suerte que había tenido. Había entrado en la sala pensando que iba a
ser castigado por algún crimen, y había acabado con el mando de un komando,
como en sus buenos tiempos. Volvería a emboscar a bandas de “orkoz zozialez”, a
confiscar sus buggies en nombre del Komité y a ir ascendiendo dentro de la
cúpula del Partido gracias a sus méritos y a alguna mentirijilla de vez en
cuando. Y aunque tendría que pagar una tasa por dirigir un komando más los
impuestos asociados a disponer de tres vehículos, confiaba en que los
beneficios del saqueo lo compensaran. Sí, se avecinaban buenos tiempos.
“Eztoy tremendamente agradecido.
Reuniré a miz chikoz y empezaré lo antez pozible a hostigar a ezoz orkoz
iletradoz que no zaben hablar bien…”
“Nadie ha hablado de loz orkoz
analfabetoz, todavía – interrumpió una voz que Grizbizz no supo si era la
segunda que había hablado o una nueva. – Tu primera misión será dirigirte hacia
una nave de zonrozaoz que acaba de aterrizar en el planeta. No creo que estén
interezadoz en unirse a la Revoluzión, pero en cualquier caso deberás
plantearlez una posible alianza contra loz orkoz. Si no, siempre podrás
intentar comerciar armamento y munizión con elloz, o directamente robárzelo zi
los vez debiluchoz.”
“Así lo haré – dijo Grizbizz. Al
fin y al cabo no eran órdenes tan difíciles de recordar: robar y saquear a los
humanos, comerciar solo si querían unirse a la Revoluzión, y ofrecerles una
alianza si los veía debiluchos. – ¿Algo máz que deba saber antes de partir?”
“Sí, una cosa más – dijo la
primera voz. – En el Komité mantenemos la directriz principal de que todos los
gretchins son igualez, aunque zabemoz que algunos gretchins son más igualez que
otroz. Por eso vamos a permitirte que mantengaz eze ezkopetón ilegal que
compraste por trez piñoz hace poco. Aunque antes tendrás que pagar el impuesto
de sucesionez materiales, por supuesto.”
Vandalusía era el planeta del que procedían mis orkos sosiales, no donde estábamos combatiendo. Y sí, tendré que explicar esa ida de olla en algún momento xD
ResponderEliminarAh, correcto, desliz mío.
ResponderEliminarDE ECHO ES ALGO COMO LAS LEGIONES PERDIDAS, NUNCA LLEGAMOS A DARLE NOMBRE AL PLANETA...ERA SIMPLEMENTE LA MIERDA DE SITIO ESTE...
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