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viernes, 16 de julio de 2021

Un día para la furia

Saludos a todos, damas y caballeros.

Tras concluir la campaña "Objetivo: Armageddon Secundus" de forma satisfactoria, toca hacer un relato a modo de epílogo, como es habitual, que permita cerrar narrativamente lo que se ha vivido sobre la mesa en la primera campaña de Warhammer 40k que juego en bastante tiempo (concretamente desde ésta otra, si mal no recuerdo)


Lo bonito de esta campaña es que ha estado ambientada en la Primera Guerra por Armageddon, seguramente la más desconocida de las tres, pero que forma parte del Trasfondo de Warhammer 40k desde tiempos ancestrales. En el Codex del Caos de segunda edición aparece con total seguridad, y no sé si antes también. Eso siempre es algo bueno pues el Trasfondo de 40k ha variado muchísimo en los últimos tiempos y no siempre para bien. Tener ese punto de anclaje con un pasado glorioso es de agradecer.

Os dejo pues con el relato final de la campaña. Espero que os guste.

El Caído conocido como Hermano Nestorael se irguió sobre la extraña colina de ceniza que permitía ver la estación de comunicaciones enemiga, observando al enemigo. Los guardias imperiales se mantenían inmóviles en sus puestos, bien atrincherados y respaldados por sus vehículos blindados. Nestorael sabía que tenían miedo. Podía olerlo perfectamente, podía sentirlo en su paladar con la misma claridad con la que sentía la carne y la sangre. Y, sin embargo, había que reconocer en el enemigo un orgullo marcial digno de elogio, y más por parte de un berserker de Khorne. Aquellos hombres lucharían hasta el final. La mayoría de ellos, al menos.

El Hermano Nestorael había combatido en suficientes guerras como para saber, de un simple vistazo, quiénes mantendrían el tipo con dignidad y quienes huirían. Los soldados frente a sí eran de los primeros, y se alegró. Estarían a la altura de la batalla que se libraba por el alma de Armageddon, la venganza de Lord Angron contra el Imperio. Todavía estaba sorprendido de combatir bajo las órdenes de otro primarca que no fuera el suyo, pero se alegraba, pues Lord Angron era un auténtico guerrero, no como el cobarde de Lion´El Jonson. En todo caso, como era de esperar eso significaba más para los Devoradores de Mundos que le acompañaban que para él mismo. Vlad Khorgal estaba particularmente entusiasmado con la perspectiva de combatir de nuevo bajo el mando de su señor, pero el Hermano Nestorael no necesitaba la aprobación de ningún primarca toda vez que había renunciado a obtener la de su padre genético.

Los Libertadores, la partida de guerra de Vlad Khorgal y a la que él pertenecía, era en realidad una extraña mezcolanza de renegados procedentes de muchas legiones y capítulos. La mayoría de sus integrantes eran Devoradores de Mundos, pero también era posible encontrar renegados de los Ultramarines, los Templarios Negros, los Cazadores Oscuros o los Espadas Sangrientas . Sin ir más lejos, Kublai el Decapitador, el lugarteniente de Vlad Khorgal, había sido un Cicatriz Blanca. Sin duda, Kublai estaba movido por el resentimiento que le había generado la deriva autoritaria del Imperio tras la Herejía de Horus, pues había combatido al lado de los leales en el Asedio al Palacio del Emperador, y después se había unido a Vlad Khorgal. Otros, como el templario Karl, habían llegado a los Devoradores de Mundos por la exaltación hasta el paroxismo de sus valores previos. Incluso había algunos, como Crassus, el Ultramarine renegado, cuya única motivación para unirse a los Devoradores de Mundos había sido la destrucción de su cordura bajo el peso de una mente demasiado torturada.

Viéndolos a todos avanzar, el Hermano Nestorael tuvo que reconocer que no le movían ninguno de los motivos por los que sus compañeros de armas iban a matar y quizá morir en ese día. Nunca había amado al Imperio lo suficiente como para sentirse traicionado por él, pues había sido siempre un calibanita, un caballero de un mundo al que el Imperio jamás había pretendido entender. No había seguido a ningún líder al camino de la condenación, pues, aunque Luther les hubiera guiado, nunca había sentido devoción ciega hacia su figura, simplemente la aceptación de sus argumentos por considerarlos racionales. Y, aunque no podía estar seguro tras tantos milenios de batallas, consideraba que su mente no estaba tan rota como la de Crassus.

Y sin embargo, sabía que tenía un motivo más que sobrado para estar allí, en ese momento, y para asesinar a todos los que iba a asesinar. La furia. La ira. La necesidad de combatir, triunfar, y depositar cráneos ante el Trono de los Cráneos.

Mientras activaba su espada sierra y se preparaba para cargar, se recordó a sí mismo que eso era justificación suficiente.

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Una parte dentro del cerebro del capitán Chernov se encontraba genuinamente sorprendida ante el aplomo con el que estaba tratando la situación. Pese a haberse graduado en la Academia de oficiales de la Legión de Acero de Armageddon hacía apenas unos pocos meses, todos los horrores vividos desde que aquellos malditos gigantes de rojo y oro habían desembarcado en el planeta (en su planeta) le habían curtido más allá de lo que hubiera podido imaginar. Sabía que sobrevivir cinco minutos en aquella guerra, contra aquellos enemigos, ya le convertía en un oficial veterano. Y, sin embargo, no dejaba de sorprenderle el haber alcanzado semejante nivel de templanza y seguridad en tan poco tiempo.

Cuando aquellos gigantes malditos cargaron contra él, como habían hecho en tantas otras ocasiones, ya estaba preparado. Sabía que su fuerza y su destreza eran extraordinarias, pero también sabía que se les podía matar, y que se les debía matar. Sabía además que la mayoría de ellos estaban demasiado tarados como para preocuparse por su propia seguridad, y eso era algo que podía usar a su favor... como hizo cuando atravesó el corazón de uno de ellos con su espada de energía para después, cuando cayó al suelo malherido, reventarle la cabeza con un tiro de pistola bólter a bocajarro que ni siquiera su ancestral casco pudo detener. De nuevo, una parte de su cerebro se sorprendió cuando a ese muerto le siguió un segundo, y después un tercero. Pero esa parte era cada vez más pequeña. El capitán Chernov finalmente había sustituido el miedo por la furia, y la sensación de poder que estaba recibiendo era embriagadora.

"¡Armageddon no caerá! ¡Por el Emperador!"

Sin pararse a pensar en lo que estaba haciendo, aprovechó el impulso de su victoria y se lanzó de frente contra un gigantesco exterminador enemigo. El hereje debía estar muy sorprendido de ver a un oficial de la Guardia cargar contra él con tanta furia, y pagó esa pérdida temporal de concentración con su vida, pues la espada de energía del imperial consiguió encontrar una zona blanda en el torso y se clavó en ella, haciendo que fluyera un río de sangre.

"¡Legión de Acero, a mí!"

En mitad de la ira y el éxtasis del triunfo, apenas consiguió atisbar por un instante la mirada, muy preocupada, del comisario que le acompañaba.

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Incapaz de contenerse por más tiempo, el soldado Lian Xyr se quitó la máscara de gas y vomitó bilis sobre el ardiente suelo de ceniza. La batalla, su primera batalla, había supuesto para él una descarga de adrenalina tan brutal que, una vez terminado el enfrentamiento, pensaba que era perfectamente posible que muriera de un fallo multiorgánico. Habría sido irónico sobrevivir a semejante matanza para que su cuerpo le acabara jugando una mala pasada así. Pero, a juzgar por cómo se sentía, no le sorprendería.

Intentó encender un cigarro de lho, pero las manos le temblaban demasiado y solo conseguía esparcir su contenido por el desierto. Desistió y contempló la magnitud de la matanza. No creía que la estación de comunicaciones pudiera resistir al enemigo, pero gracias al liderazgo inspirador de su capitán, a la presencia de muchos tanques y a la gracia del Emperador en su trono en Terra, lo habían conseguido. El enemigo, aquellas bestias inmundas con apariencia humana pero con alma de demonio, había sido rechazado. Eso era lo único importante.

A medida que se calmaba, se comenzó a sentir orgulloso. Feliz. Optimista, incluso. Quizá la situación no era para tanto, quizá una victoria fuese el preludio de la siguiente, quizá Armageddon acabara sobreviviendo gracias a la Legión de Acero y aquellos días terribles quedaran como un simple recuerdo del que nadie hablaría demasiado. ¿Por qué no? Al fin y al cabo, el Imperio gobernaba millones de mundos gracias a su poderío militar. ¿Quién podría pensar en prevalecer frente a ellos?

Lian Xyr jamás supo de dónde le llegó la terrible inspiración que sintió en ese momento, pero se dio cuenta de que, en realidad, no importaba. Quizá ganaran aquella guerra. Quizá ganaran todas las guerras. No importaría, porque no existía la paz entre las estrellas; tan solo una eternidad de masacres y carnicerías y las carcajadas de los dioses sedientos de sangre.

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. El EMPRAH ha estado contigo esta vez... pero no cuentes con que ese cadáver pueda protegerte siempre!!

      P.D: sabes que, "históricamente", la mayoría de los soldados de Armageddon que combatieron en la primera guerra fueron luego ejecutados por la Inquisición verdad? Por el Emperador, claro :)

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  2. Mi querida 2ªedicion...difícil de defender pero más difícil aún de abandonar...
    Todos debemos reconocer que a la hora de jugar hay que hacerla funcionar. Nosotros la entendimos como una escaramuza entre patrullas con ALGÚN blindado ocasional y con muchísima escenografía para poder jugar partidas más disputadas. Y aún así había que tener cuidado porque yo un día metí un eversor (por el Blog anda el informe) y no tuvo color.
    Pero por otro lado ese sistema de combate o esos daños a los vehículos o esas armas y cartas de equipo... Qué gloria por dios.
    He disfrutado mucho de esta campaña en la no tan popular primera guerra. Tenéis dos ejércitos muy guapos y con un toque personal y habéis contado una gran historia. Qué más se puede pedir.
    Un saludo
    Pd: Ya he vuelto. Mañana me paso por fantasy ;)

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    1. Se te ha echado de menos. Espero que todo vaya bien. Bienvenido de vuelta!!

      Coincido con lo que dices, no había probado nunca antes segunda edición y me ha gustado. Al final es el mismo motor que Gorkamorka, a lo que sí he jugado más y me encanta. Es más una cuestión de que creo que hemos querido jugar a segunda con ejércitos que en realidad son de tercera, porque un ejército acorazado por un lado y una lista caótica monomarca por otro efectivamente se salen de los esquemas de la edición. Pero vamos, ha estado bien igualmente.

      Voy ahora mismo a ver la que montó el Eversor, que tengo curiosidad xD

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