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viernes, 26 de agosto de 2022

Consecuencias

Saludos a todos.

Hoy os traigo un relato que sirve como continuación y culminación a los que hemos ido escribiendo Soter y yo sobre la última campaña de Infinity que jugamos, "El Jardinero Fiel".

Como ya contamos, la campaña que ideó Soter estaba montada de tal modo que en el último escenario mi teniente se vería obligado a tomar una dura decisión: obedecer órdenes o seguir su principio de la ética. Teniendo en cuenta cómo he ido construyendo la figura de Usul Fatih, tuve que inclinarme por la segunda vía, lo cual se tradujo en determinadas ventajas pero también determinados contratiempos en el último escenario. Pero más allá de la partida a nivel de reglas, a efectos de trasfondo no hacer caso de lo que sus superiores le habían mandado iba a acabar pasándole factura. Y eso es lo que trato de reflejar en este relato, que además me va a permitir hilar con un ligero cambio en mi forma de jugar a Infinity. 

Probablemente la imagen más molona de la Ramah Taskforce que se haya hecho

Veréis, yo comencé jugando a Infinity gracias a Soter, que me descubrió el juego. Por diferentes motivos me decanté pronto por la facción de Haqqislam: las miniaturas eran chulas, la forma de jugar era interesante, y el trasfondo me molaba un montón (ahí quizás influyó mucho que yo había estado viviendo en Arabia Saudí, y la filosofía aperturista e ilustrada con que se representaba a Haqqislam en el juego, totalmente alejada de fanatismos religiosos, me pereció un soplo de aire muy fresco). Así que empecé a jugar con Haqqislam genérico (esto es, sin decantarme por ninguno de sus sectoriales inicialmente). Bauticé a la tropa con la que jugaba como "Los Mamelucos Ilustrados" por darle un toque cómico, en plan que eran una panda de cafres con una organización no muy bien estructurada, pero todos ellos (o casi) con estudios y nivel intelectual superior al que se podría esperar. Y en muchas partidas utilizaba como teniente un khawarij, al que acabé llamando Usul Fatih.

Posteriormente según aumentaba mi número de miniaturas pude ir jugando con listas más enfocadas a sectoriales o incluso la compañía mercenaria Dahshat, que gran parte de su núcleo lo conforman tropas de Haqqislam. De hecho, la gran mayoría de las campañas que hemos colgado en el blog las he jugado empleando un sectorial. Pero ahora tras El Jardinero Fiel he encontrado una muy buena excusa para volver a jugar eventualmente con genérico, como podréis ver en el relato.

Espero que os guste.


CONSECUENCIAS


"A quienes han emigrado por Alá, después de haber sido tratados injustamente, hemos de procurarles una buena situación en la vida de acá, pero la recompensa de la otra será mayor aún. Si supieran..."
Corán 16:41


El despacho del coronel Baladi era amplio y luminoso, y su temperatura, si bien quizás algo más baja de lo que a Usul Fatih le habría gustado, resultaba muy agradable en comparación con los 46 grados que hacía en las calles de Al-Medinat en esos momentos.

“No habrá juicio de guerra” dijo Baladi. “La operación que usted lideró generó demasiados testigos y varios vídeos consiguieron filtrarse a Maya. Gracias a ello la Ramah Taskforce se ha apuntado un tanto como garante de los derechos y las libertades civiles, a la par de que ha mandado el mensaje de que no teme enfrentarse a las grandes corporaciones. Y usted en particular se ha convertido, al menos durante estos días, en alguien conocido. Demasiado conocido. Por eso no vamos a someterlo a un tribunal militar ni degradarlo, que es lo que merecería por haber desobedecido órdenes directas”. Baladi hizo una breve pausa para asegurarse de que su interlocutor lo entendía bien. “Fue muy inteligente por su parte asegurarse la presencia de ese reportero local en la fase final de la operación” concluyó.

“Con el debido respeto, yo no pedí a ningún civil que me acompañara” respondió escuetamente el khawarij. Y era verdad, él no le había pedido a Azzam Najdi que siguiera a su unidad y tomara registro de todo lo que iba a suceder, pero tampoco se negó cuando el reportero se ofreció a hacerlo. Tendría que destinar algunos de sus hombres a velar por su seguridad, pero valía la pena. Sabía de antemano que contar con un registro audiovisual de la operación podría convertirse en su mejor escudo contra otro tipo de balas, las que acabaría recibiendo más adelante por parte del Alto Mando por desobedecer órdenes.

“No, ya, ya me imagino. Y supongo que tampoco instigó a la población civil de Dar-el-Amal a armarse y unirse a su unidad, ¿verdad?”

“Correcto. Si bien nos encontrábamos superados en número jamás se me pasó por la cabeza involucrar a los habitantes. Todos aquellos que lo intentaron fueron rechazados por mi unidad, ya que consideré que contar con civiles dificultaría la operación. Y aunque es cierto que algunos ayudaron de manera activa, lo hicieron por su propia iniciativa ignorando mis instrucciones de que permanecieran en sus casas.”

Eso también era verdad. Salvando la presencia de Azzam Najdi, cuya labor como reportero habitual del informativo regional Sawt Alsahra podría considerarse de reportero de guerra, Usul Fatih no había permitido la presencia de civiles armados.

Y sin embargo… Sin embargo uno de ellos había conseguido superar todos los controles. Un anciano de aspecto pacífico había logrado colarse entre sus hombres y acercarse al remoto Shihab que les daba fuego de cobertura y lo había saboteado. La acción habría pasado inadvertida de no haberse encontrado en la zona Ahmed, un antiguo monstrucker que acompañaba a su unidad como auxiliar y que proporcionaba apoyo de ingeniería. Ahmed inicialmente dio el alto al anciano, pero éste le ignoró y continuó hacia el remoto. Sólo cuando Ahmed comprobó sus intenciones hostiles y lo que estaba haciendo, abrió fuego contra él, que resultó no ser un anciano en absoluto, sino un especialista enemigo infiltrado con un traje holográfico de altísima tecnología.

Usul Fatih no había sido testigo de la escena, pero por lo que le había transmitido Ahmed por radio un operativo tan sofisticado no sonaba a nada que la Compañía Ikari tuviera entre sus filas. Sonaba más bien a… hassassin.

El khawarij podía entender que dentro de la Ramah Taskforce hubiera algunas manzanas podridas, oficiales y altos mandos que antepusieran sus intereses personales por encima de la ética. ¿Pero que los discípulos del Anciano de la Montaña obstaculizaran la misión que se había autoimpuesto de sacar a la luz los trapos sucios y la inmoralidad de una multinacional farmacéutica? Había piezas en el puzle que no terminaban de encajarle, y seguramente no lo hicieran nunca. Ahmed había muerto después de que un enemigo lo acribillara a disparos, por lo que el khawarij no podría hacerle más preguntas sobre lo que había visto Y respecto al anciano que no era tal no habían logrado encontrar su cadáver (en caso de que Ahmed lo hubiera abatido), así que no podría investigar de quién se trataba realmente o para quién trabajaba.

Sin embargo dudaba que el coronel Baladi supera siquiera algo al respecto. Si realmente los hassassin habían intervenido, éstos se habrían cuidado de que no se supiera, ni siquiera por los altos mandos de la Espada de Allah. No es que generalmente la secta tuviera muchos remilgos en que sus actuaciones salieran a la luz, de hecho solía operar de modo que ellos permanecieran en las sombras pero sus resultados fueran bien visibles. Pero eso era cuando sus objetivos eran enemigos del Estado. ¿Qué pasaba cuando era el propio Estado o sus representantes quienes se oponían a lo que ellos consideraban adecuado?

Demasiadas preguntas se habían agolpado recientemente en su mente pero ya tendría tiempo de reflexionar largo y tendido en su nuevo destino. Pues Usul Fatih sabía de antemano cómo iba a acabar la conversación con el coronel Baladi.

“En cualquier caso”, continuaba el oficial, “el Alto Mando considera que esta insurrección no puede quedar impune, por lo que será apartado de su unidad en la Ramah Taskforce y reasignado a una unidad más acorde a sus cualidades.”

“Agradezco la consideración”, respondió lacónicamente el khawarij.

“No lo haga, ya que no es un premio sino un trabajo. Se trata de una unidad bastante irregular, con individuos procedentes de todas partes de la Espada de Allah. Cada uno de su padre y de su madre como suele decirse, no espere gran coordinación entre ellos. Ése será su nuevo trabajo, convertirlos en una unidad plenamente operativa.”

“Una unidad cabila”, pensó Usul Fatih. Recibían de manera no oficial ese nombre por tratarse, tal y como había dicho el coronel, de unidades muy heterogéneas y sin una doctrina de combate unificada, que operaban casi más como una tribu que como un cuerpo del ejército. Se rumoreaba que era donde terminaban todos los soldados incompetentes, con problemas con la autoridad o, como era su caso, los “exiliados”. Además tampoco eran unidades con partidas presupuestarias muy elevadas o un gran apoyo logístico.

Pero Usul Fatih sabía que en dichas unidades también podían encontrarse veteranos y soldados muy capaces. Por otra parte, el no pertenecer a una rama específica como la Qapu Khalqi o la Ramah Taskforce no era necesariamente una desventaja. Si bien dispondría de un menor acceso a recursos militares que las unidades regulares pertenecientes a dichos cuerpos, el no depender de ninguno de ellos en exclusiva le permitía pedir apoyo a cualquiera.

“Sí señor”, respondió escuetamente. “¿Puedo preguntar de qué unidad se trata?”

“Lamento no poder darle esa información al completo ahora mismo. La verdad es que no la he escogido yo y desconozco su nombre oficial. Aunque sé que de forma extraoficial entre ellos y entre la tropa se los conoce más por “Los Mamelucos Ilustrados”. En breve le serán dados todos los detalles. Por hoy puede retirarse.”

El khawarij hizo el saludo reglamentario y se dirigió hacia la puerta del despacho.

“Los Mamelucos Ilustrados”, pensó para sí mismo ya en el pasillo, dejando escapar una escueta sonrisa. Como todo ciudadano de Haqqislam que se preciara, Usul Fatih estaba bien versado en filosofía, no sólo árabe sino también europea. Y esperaba que su nueva unidad hubiera también leído a Kant e hiciera honor a su apodo, por la cuenta que les traía. Si no, él mismo se encargaría de sacarlos de su minoría de edad.

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