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domingo, 22 de marzo de 2020

El segundo cruce del Aver. Relato introductorio de los Muelehuezoz.

Buenos días a todos, troglagobs. Hoy os traigo un relato que debía haber terminado hace bastante tiempo pero que se me fue atascando. Se trata del relato introductorio de mi banda de orcos de Mordheim en la Tercera Era.

De hecho el haber tardado tanto propició que Malvador los mencionara brevemente en el relato de introducción de su banda, lo que en parte condicionó lo que yo podía contar posteriormente de ellos. Siguiendo las recomendaciones de Víctor del blog Hielo y Acero decidimos ubicar la acción de esta campaña cerca de la frontera con Stirland, ya que ahí era más probable encontrar bosques oscuros donde los orcos y los hombres bestia podrían esconderse. Pero mientras yo entendí hacerlo en un bosque próximo a Stirland pero dentro en Averland, Malvador decidió situar ese bosque en la propia Stirland. Por supuesto es totalmente factible ubicar ahí el lugar de procedencia de los hombres bestia que también participan en la campaña, aunque eso supone un problema logístico para mis orcos que, como le hice notar después, no creo que sea moco de pavo: cruzar el río Aver por algún punto que no sea un vado o puente (que normalmente contarán con poblaciones imperiales), y encima hacerlo no una sino dos veces. 

En cualquier caso, también hay que tener en cuenta que estamos hablando de pielesverdes, y si hay una raza del universo de Warhammer que se caracteriza por su baja planificación, son ellos. Además, una experiencia como cruzar el río estaría llena de anécdotas peligrosas que solo los orcos pueden convertir en graciosas. Por lo que aquí os dejo el relato de cómo lo lograron. Espero que os guste.



- Ze van a estrellar contra ezas rocaz de máz allá - dijo Búrghurz.
- Apuezto trez piñoz a que no - fue la respuesta de otro de los orcos.
- Azepto. Por zi no lo sabez ez Urghaz kien dirige eza barca. Ya puedo zentir ezoz piñoz en mi bolzillo.

Gonzabag escuchaba la conversación que mantenían sus chicos, y aunque no quiso intervenir, él también habría apostado por que la balsa de Urghaz se estrellaba. Los orcos a su alrededor no dejaban de remar a toda velocidad, pero todavía tenían tiempo de divertirse a costa de sus compañeros que, montados en otra de las precarias e improvisadas barcas, trataban de cruzar el río con aparentemente menos fortuna.

Era la segunda vez que los pielesverdes cruzaban el Aver. La primera vez lo habían hecho para esquivar el continuo acoso de la Guardia de la Montaña, que llevaba siguiéndolos desde que se habían adentrado en el Imperio. Aunque habían conseguido acabar con una patrulla, no sabían cuántas más les seguían, de modo que improvisaron con algunos troncos unas balsas y cruzaron el río para dedicarse a saquear los poblados que hubiera en la otra orilla. Por aquel entonces todavía estaba terminando el invierno, de modo que la corriente no era muy fuerte y, con cierta dosis de suerte, consiguieron cruzar sanos y salvos. Una vez en Stirland, varias granjas aisladas, molinos solitarios, posadas de caminos o incluso alguna aldea indefensa sufrieron sus ataques. Pero los botines obtenidos no eran ni de lejos tan opulentos como los que habían conseguido en las tierras de Averland. En cualquier caso, todo cambió cuando a un destacamento que se encontraba en la vecindad (mercenarios contratados para pelear por alguno de los candidatos al trono imperial, aunque esto no podía saberlo el orco), le fue encomendada la misión de repelerlos. Sus chicos habían peleado con fiereza, pero finalmente la superioridad numérica de los humanos les había obligado a retirarse. De modo que se dirigieron de nuevo al sur, donde buscaron la manera de cruzar otra vez el Aver y poder seguir saqueando las ricas tierras que allí se encontraban. Sin embargo, entre un cruce y otro había pasado ya tiempo, y la primavera que empezaba a llegar al Imperio hacía que los deshielos de las montañas aumentaran el caudal de los ríos y la fuerza de sus corrientes.

Todo esto era lo que había propiciado que cinco balsas llenas de pielesverdes se encontraran en ese momento remando en medio del Aver tratando de no hundirse.

En otra de las barcas, un grupo de goblins trataban también de vencer a la corriente y cruzar el río. Y contra todo pronóstico y pese a su menor fuerza para remar, lo estaban logrando con mucho más éxito que sus compañeros más grandes. O al menos hasta que los garrapatos que transportaban consiguieron liberarse. Las bestias habían sido previamente metidas en una jaula con mucho esfuerzo, dado que jamás habrían aceptado voluntariamente subirse a una balsa. Y ya desde el principio, incómodos por la presencia de tanta agua a su alrededor, habían empezado a dar enérgicos saltos que hacían moverse la jaula y la balsa con ella. Ahora, en uno de esos embates, el tosco sistema de cierre se había soltado, dejando abierta de par en par la puerta.

Los pocos goblins que en ese momento estaban mirando en esa dirección y que por tanto se dieron cuenta de lo que iba a venir saltaron al agua sin pensárselo dos veces. Allí  trataron de mantenerse a flote o alcanzar a nado una balsa cercana. Los demás, ajenos a lo que acababa de pasar a sus espaldas, continuaron remando con todas sus fuerzas, ignorantes del caos que se iba a desatar en apenas unos segundos.

Los garrapatos, libres ya de su prisión, empezaron a saltar enfurecidos en todas direcciones, sin calcular dónde iban a aterrizar. La mayoría acabaron fuera de la balsa, sumergiéndose en las aguas del Aver como si fueran balas de cañón para nunca más salir, aunque más de uno logró acertar sobre alguno de los pielesverdes que nadaban, llevándoselo con él al lecho del río. Otros pocos aterrizaron sobre los goblins que quedaban en la balsa, a quienes obsequiaron con efusivas “muestras de cariño”. E incluso un garrapato tuvo la fortuna de acabar sobre una barca cercana, donde se produjo una nueva escena de caos.

Uno de los goblins que habían escapado de los garrapatos estaba braceando con grandes esfuerzos y acercándose a la barca de Gonzabag. Éste esperó a que el esforzado nadador llegara y se agarrara a uno de los tablones, confiando en haber alcanzado la salvación, y entonces el orco le soltó un brutal patadón en la cara. El goblin se soltó inmediatamente y desapareció de su vista.

- Largo de akí, guzano! ¡Alcanza la orilla nadando!

Un ruido seco  a su derecha llamó entonces la atención del jefe orco. Búrghurz había ganado su apuesta, ya que la balsa de Urghaz acaba de hacerse astillas tras chocar contra las rocas. Sus chicos estaban intentando agarrarse a éstas para no ahogarse, aunque muchos fueron llevados río abajo por la fuerte corriente.

Finalmente, la balsa de Gonzabag consiguió alcanzar la otra orilla y todos los orcos que iban en ella desembarcaron rápidamente, deseando sentir sus pies sobre una superficie firme. De las cinco barcas que habían zarpado, la suya era la única que lo había conseguido. Las demás, o bien fueron arrastradas por el Aver o bien habían sufrido distintos accidentes. La mayoría de los chicos de Gonzabag habían desaparecido, pero el jefe orco tenía plena confianza en ellos. Tarde o temprano, en algún punto más bajo del río alcanzarían la orilla (únicamente esperaba que supieran cuál de las dos era la correcta) y solo era cuestión de tiempo que volvieran a reencontrarse. Hasta entonces, todo el botín que lograran saquear de los pueblos de “humanos rikoz” tendrían que dividírselo entre menos. No todo iban a ser malas noticias al fin y al cabo.

Los pielesverdes arrastraron la chalupa fuera del agua, a fin de más tarde poder desmontar los troncos y tablones que la formaban. Con ellos y algunos árboles que talaran podrían establecer un rudimentario campamento. Gonzabag estaba supervisando la operación (es decir, dando unos cuantos gritos mientras sus chicos hacían el trabajo duro), cuando descubrieron agarrado a uno de los tablones exteriores de la balsa y medio ahogado a un goblin. La marca de una suela de bota en medio de su rostro indicaba que él y Gonzabag se conocían bien.

“Bueno, – pensó el orco – parece que si para esta noche no hemos encontrado otra cosa, al menos tendremos algo para cenar”.

6 comentarios:

  1. Muy buenas, hace unos días descubrí vuestro blog a partir del tránsito de blogger. Con la cabecera llena de imágenes de 5a de Warhammer ya se aprecia buen gusto, y leyendo los artículos solo puedo daros la enhorabuena, me ha gustado mucho la perspectiva narrativa y de recreación de los wargames que proponéis! Os añado de cabeza a nuestra lista de lectura :)

    Un saludo desde Escribas del Viejo Mundo

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  2. ¡Muchas gracias por el amable comentario! La enhorabuena es para vosotros y vuestro magnífico trabajo en Escribas del Viejo Mundo. Me encanta el pedazo de curro que os metéis conversionando y pintando, ¡a una escala que a muchos ni se nos pasa por la cabeza! Una gran referencia en este mundillo de miniaturas.

    Saludos en nombre de todos los miembros del Troglablog :)

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    1. Me uno a las palabras de Fornidson y además os agradezco el diario de confinamiento, se hace más llevadera la cuarentena con eso :)

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    2. Gracias, de verdad! :) Aquí seguiremos mientras tengamos fuerzas!

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    3. Hombre Pep, me alegra verte también por aquí jejeje. Aquí mi colega Soter y sus compañeros se están currando un gran blog.

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    4. Sí sí! Con el confinamiento me estoy poniendo al día de blogosfera jeje

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