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sábado, 15 de agosto de 2020

Un encuentro inesperado

 Saludos a todos, damas y caballeros.

Como os comentó Fornidson en esta entrada, el año pasado estuvimos jugando una campaña de Infinity en tres actos, de las que nos gustan a nosotros, entre sus Hassassin y mis Órdenes Militares. Porque aunque estemos en el año 2175 (no sabemos si en España sigue habiendo rebrotes de coronavirus en esa fecha), hay cosas que nunca cambian, y Hassassin y caballeros dándose de palos es un clásico atemporal.

El Trasfondo de la campaña era el de unos caballeros enviados a investigar una emisora de radio subversiva en Rilaspur, en la parte panoceánica de Paradiso. Los caballeros terminarían encontrando que, por alguna razón desconocida (puede incluso que solo por las risas), el Anciano de la Montaña tenía un gran interés en esa emisora, mandando un equipo de Hassassin para protegerla y escalando el conflicto.

La primera partida, cuadrícula, la gané yo y por bastante, 10-2. El caso es que la partida fue más reñida de lo que parece con el resultado final, pero esto pasa en muchos escenarios de Infinity, los puntos se van acumulando aunque sea por diferencias marginales y parece que el contrario se ha llevado una paliza. Lo que no fue en absoluto el caso. 

Os dejo con el relato que escribí tras esa primera partida y para introducir la segunda, en la que pese a jugarse con Inserción Limitada teníamos cada uno un warcor gratis para representar la batalla propagandística. Espero que os guste.

Cuando se apagó el estruendo de los últimos disparos, Catalina del Piero activó su holotablet. Al otro lado le esperaba su superior, el Padre-Oficial Jean Pierre de Villiers, y ver su estoico semblante le trajo algo de paz en medio de la incertidumbre imperante.

"Dios te guarde, hermana"  - dijo él -. "¿Habéis silenciado la emisora subversiva?"

"Así es, Padre. Ya no emitirá más, al menos de momento. Pero hemos encontrado una fuerte resistencia."

"¿Resistencia, dices? ¿Por parte de los civiles?"

"No, Padre. Eran… bueno, creo que eran hassassin."

Catalina supo que la larga pausa que siguió a sus palabras no se debía a ningún fallo técnico.

"¿Estás segura, hermana?"

"Es imposible estarlo. Pero un paracaidista enemigo ha aterrizado cerca de mí, y ha muerto gracias al panzerfaust del hermano teutón Konrad, quien me estaba cubriendo. Su cuerpo está destrozado por el impacto, pero enviaremos lo que podamos recuperar al centro forense militar de Rilaspur para que lo estudien."

"Excelente. En cualquier caso, sean o no Hassassin, veo que os habéis enfrentado a una fuerte oposición armada. Esa emisora debía ser más importante de lo que pensábamos…"

Y entonces recordó algo.

"¿Habéis arrestado a Azad Ölmez?"

"Es… está herido. Es improbable que sobreviva. El sargento Klaus lo ha abatido."

"Ordené que fuera arrestado" – respondió el Padre-Oficial sin el más mínimo matiz de enfado en su voz, simplemente constatando un hecho.

"El hermano Klaus afirma que estaba armado."

Jean-Pierre de Villiers no le preguntó si le creía. Por supuesto que le creía. Y él también, quisiera o no. No podían montarle un consejo de guerra y prescindir de un hombre como él. No en Paradiso.

"Hermana, investigue a fondo la emisora. Investigue todo lo relacionado con Azad Ölmez. Interróguele, si puede, antes de que… antes de que muera."

"Así lo haré, Padre. ¿Y qué hacemos con los Hassassin… si es que son tal?"

"Nunca podremos demostrarlo. Los Hassassin no existen, oficialmente al menos. Haqqislam simplemente tiene que alegar que desconocen quiénes son esos agentes, y lo peor es que quizá no mientan, porque los Hassassin son prácticamente un Estado dentro del Estado. Difícilmente podremos demostrar nada. A no ser…"

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Daniel Ollehrstafen no podía creer la conversación que acababa de tener hacía apenas unos minutos. Mientras doblaba las calles de Rilaspur, donde había aterrizado hacía tres meses desde Neoterra para cubrir la Tercera Ofensiva del Ejército Combinado, había estado buscando el reportaje que le consagrara definitivamente en el periodismo. Él ya era un periodista con cierta fama y prestigio (de otra forma no habría podido llegar nunca a Paradiso), pero sabía que podía aspirar a más. Y la fortuna le estaba sonriendo.

Había tomado un café con un contacto suyo, Mario Ricetti, quien trabajaba como analista en Rashford Security Resources LLC, una consultora de seguridad política. Mario le había proporcionado información sustancial en alguna ocasión en Neoterra, donde se situaba la sede de la consultora y donde había trabajado antes de ser, él también, enviado a Paradiso. Las guerras eran buenas para su negocio, y sus datos eran siempre interesantes. Pero esta vez superaba a cualquier otra cosa que hubiera podido oír

"¿Has oído hablar de los Hassassin?" – le había dicho yendo directo al grano.

"Por lo que tengo entendido no son más que un mito. Sin duda Haqqislam tendrá su servicio de inteligencia, pero no creo que repliquen el modelo de una secta medieval ni que operen al margen del Estado. Haqqislam es una democracia fuerte y consolidada."

Y entonces Ollehrstafen había visto esa sonrisa. La sonrisa de quien sabía cosas, y quería hablar. Los mejores reportajes de Ollehrstafen habían venido precedidos de esa sonrisa.

"Son reales. Y TÚ puedes demostrarlo."

Ollehrstafen casi dejó caer su taza de café.

"¿Cómo… Yo…? ¿De qué cojones me hablas?"

"Los Hassassin están llevando a cabo una de sus operaciones aquí, en Rilaspur. Algo relacionado con una emisora de radio de un exaltado, pero que al parecer tenía una trascendencia estratégica para Haqqislam… o para los Hassassin, quién sabe. No tiene por qué ser lo mismo."

"¿Cómo sabes eso?"

"Es mi trabajo. En Rashford Security Resources LLC nos enteramos de todo para que el cliente tome la decisión más informada."

"Eso lo has sacado del folleto promocional de tu consultora."

"Pues eso. Trabajo."

Ollehrstafen meditó un segundo, pero solo fue eso. Un segundo. No necesitaba más.

"¿Dónde puedo localizar a esos Hassassin?"

"Pronto te lo diré. Nuestros cruzados están llevando a cabo operaciones relacionadas con esa emisora, y es probable que nuestros escurridizos musulmanes decidan asomar la cabeza una vez más. Te tendré informado."

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Mientras Ollehrstafen se alejaba sonriendo, Lucca Chellini, el nombre real del operativo Mario Ricetti (o Angelo Battista, o Ruggero Zaccagnini) se dirigía de vuelta a su verdadero trabajo, en la delegación del Hexaedro en Rilaspur. Evidentemente había omitido que cualquier documento gráfico recogido por Ollehrstafen sería sujeto a inspección por parte del Ministerio de Defensa de PanOceanía, y eventualmente confiscado. A Ollehrstafen se le obligaría a guardar silencio y se le informaría de que en caso contrario sería juzgado por traición al Estado, lo cual, siendo Paradiso zona de guerra, implicaría un juicio por parte de un tribunal militar y probablemente la ejecución. Gajes del oficio.

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