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viernes, 21 de enero de 2022

[Informe de batalla] Vientos de profanación (II)

Saludos a todos, damas y caballeros.

Continuamos la narración de la última partida del Reposo de los Muertos. La primera parte está aquí, y lo que os traigo hoy es el desenlace de la batalla.

Como es habitual, la parte de los bretonianos ha sido escrita por Helios, mientras que la parte referente a los no muertos la he escrito yo. Espero que os guste.

Turno 3 Mesnadas de Carranza

Sir Héctor desmontó rápidamente, trepando por los restos del mausoleo de lady Margot, que había sido derrumbado antes de que pudieran llegar. Sin embargo, los bretonianos habían logrado con su salvaje cabalgada destruir a los muertos vivientes que infestaban el santo lugar antes de que lograran hacerse con su codiciado botín. Entre las rocas el adelantado entre los Errantes observó el fulgor que irradiaba del sarcófago principal, que había sido destrozado para liberar al impío objeto. La luz que irradiaba no era muy intensa, pero aquella mezcla de ondulantes vapores purpúreos y resplandor blanquecino aturdían los ojos y molestaban a la mente.

León observó como los caballeros cruzados ondeaban el estandarte informando de que habían hallado el Ulth Kanopesh. Con el artefacto temporalmente a salvo, debía enfocar sus esfuerzos en quebrar al ejército de muertos vivientes que seguía avanzando impasible hacia sus aceros. Observó que la enfurecida turba de campesinos se había lanzado en su loco fervor contra una unidad de momias. Había pocos muertos vivientes que supusieran un mayor peligro que aquellos seres, cuyos cadáveres impíos llevaban milenios albergando las malvadas energías nigrománticas. Debía salvar a su pueblo. Con un destello de acero desenfundó su espada Martillo de Enemigos, que refulgió de energía sagrada ante la proximidad del Mal. Clavando espuelas en Garold se lanzó a la carga contra ellos.

"¡Que Su Gloria sea mi brazo cruel, el castigo de la Dama!"

Gritó junto a sus hombres mientras hundía a Martillo de Enemigos en la carne putrefacta con una habilidad con la que pocos hombres mortales podían rivalizar.

Había que seguir cargando para mantener la presión en la línea no muerta y evitar que suceda lo más terrible que puede pasar cuando se juega contra no muertos: que te ganen los flancos. León cargó para apoyar a la turba de fanáticos de Ibliin, confiando en que Martillo de Enemigos (AKA Espada de los Héroes) le proporcionara una buena ventaja contra un enemigo de Resistencia 5 y múltiples heridas.

Alentados viendo combatir a su gran campeón, el resto de caballeros se lanzó también a la carga. Los Cruzados de Carranza, que habían aprovechado la destrucción del carro en su propio turno para ganar mi flanco izquierdo, se unieron al combate contra las momias. Los Guardianes del Santuario cargaron contra la enorme masa de lanceros esqueletos. Todo un despilfarro como me temía, pero el plan de no dejarme envolver por ningún punto de la línea seguía en pie.

Las pocas unidades que podían mover lo hicieron reposicionándose para futuros turnos, como Milten que voló hasta situarse junto al combate que libraban sus amigos contra las momias en busca de amenazar después objetivos sueltos.

En la fase de magia Genevieve logró lanzar el hechizo de Regeneración 5+ sobre si misma y su unidad de caballeros del Grial a pie, y poco más. La fase de disparo fue igual de irrisoria. El trebuchet siguió con la tradición de las catapultas de no hacer nada y los arcos poca cosa.

Como era de esperar, los Hermanos del Santuario hicieron un destrozo especialmente espectacular en la unidad de esqueletos… que sin embargo continuó en pie, ¡malditos no muertos! León por su parte empezó a triturar momias, y con los espectros y necrófagos cayendo bajo la espada de Gawain y sus caballeros del Reino los combates en general se iban decantando a mi favor.

Turno 3 Culto de la Carne Inmortal

Chantal no era una estratega militar, ni tenía conocimientos de ninguna materia bélica. De hecho, había luchado en muy pocas batallas en toda su vida, al menos batallas como tales, no escaramuzas contra fuerzas más o menos disciplinadas. Pese a ello, sabía entender cuándo el devenir de los acontecimientos se tornaba a su favor o en su contra. Para ser una persona con la mente en un equilibrio muy precario, tenía un sexto sentido extraordinario para la supervivencia. Y sabía que, en ese momento, sus posibilidades de imponerse a sus enemigos pendían de un hilo, uno particularmente estrecho.

Por suerte para ella, su magia podía significar la diferencia entre la victoria y la derrota. Y no necesitaba más.

Con su principal rival incapacitada, la nigromante comenzó a atraer los vientos de la magia hacia sí. La presencia de Leonor no habría podido impedir sus propósitos, pero sin ella, todo era más fácil. Los muertos se alzaban de nuevo, sus cuencas vacías brillando con impío fulgor. Los bretonianos recién caídos servían a una nueva dama, enfrentándose a sus antiguos señores. Y una fuerza maligna danzaba entre las preciosas manos de la imperial…

Con un rugido de triunfo, Chantal lanzó el vórtice mágico que había preparado. Una espantosa esfera de color púrpura comenzó a danzar entre los bretonianos, matando a los que tocaba. La pureza de su causa protegió a algunos, pero fueron muchos los guardianes del santuario del Grial que cayeron fulminados por la impía brujería de Chantal, quien se deleitó con la matanza.

Cuando se juega con no muertos, es fácil que se llegue a un punto en que las bajas empiezan a ser superiores a lo que se puede levantar con invocaciones variadas. Estábamos empezando a llegar a ese punto, y necesitaba a Chantal más que nunca. Lo bueno es que, con la muerte de Leonor, la superioridad mágica ya era mía, con lo que podía hacer alguna que otra cafrada.

Para comenzar, cargué con los tumularios al flanco de la unidad de caballeros comandada por Sir Gawain, al tiempo que los necrófagos cargaban de frente. Los otros necrófagos, liderados por Lo Innombrable, cargaron a la unidad que se acababa de reagrupar. Chantal, por su parte, se puso en el flanco de la unidad de caballeros a pie, con intenciones aviesas…

En la fase de magia, lo primero que hice fue lanzar un Animar Muertos sobre los esqueletos, volviendo a la unidad prácticamente a su tamaño original. Lo segundo fue un viento de muerte…

Que causó estragos, dejando la unidad de griales a pie reducida a la mitad y matando también unos cuantos peregrinos. Eso debería bastar para que los esqueletos aguantaran un poco más…

Entrando ya en el combate, todo lo ilusionante que había sido la fase de magia fue de desastrosa la de combate: los necrófagos comandados por Lo Innombrable apenas consiguieron ganar el combate por la mínima, sin hacer huir a sus rivales, y esa fue la noticia buena.

Los otros caballeros, pese a ser cargados por el flanco por tumularios (al mando de un rey tumulario!) y por necrófagos, no solo no huyeron sino que mantuvieron la posición, e hicieron huir a los necrófagos y perder mucho por resolución a los tumularios, quienes tuvieron una tirada francamente nefasta.

Y por si eso fuera poco, las momias definitivamente fueron barridas, lo que abría el camino a los andantes para seguir avanzando hacia mi centro…

Turno 4 Mesnadas de Carranza

Sir Milten planeaba sobre las cabezas de la turba de plebeyos que se arremolinaban lanzando antorchas a los cadáveres o arrastrando a sus numerosos heridos, creando un gran estrépito. Los nobles caballeros del Grial y aquellos que deseaban seguir sus pasos, los Cruzados de Carranza, ponían a salvo la zona y se aseguraban de mantener el perímetro en torno al mausoleo y el Ulth Kanopesh controlados. A lo lejos, vio a su padre y señor conjurando los dones de la Dama del Lago para desterrar a las criaturas espectrales que forcejeaban con la esencia misma de su amada, tendida en el suelo, mientras cabalgaba en su ayuda. El joven caballero del Grial sintió una enorme cólera dura y fría recorrerle el cuerpo. Cuando el barón ordenó continuar el ataque para terminar de quebrar la línea enemiga Milten observó a una de aquellas rameras del Culto de la Carne Inmortal, tratando de escurrirse entre los cuerpos tambaleantes, extremidades sacudidas y seres inertes por completo. Tiró de las riendas del pegaso y este cogió altura para luego comenzar un picado. Con el corazón lleno de deseos de justicia y todo el odio que profesaba a aquel mal el menor de los hermanos Devance cayó sobre la nigromante como un martillo de furia. Nadia se encontraba mirando en todas direcciones, tratando de ordenar sus ideas entre la confusión de toda la matanza que se estaba produciendo en el centro de la línea de combate. Apenas tuvo tiempo de abrir los ojos de par en par cuando Áxtar chocó contra ella con tal violencia que la esbelta mujer sintió varios huesos crujir, y mientras de su boca escapaba una bocanada de sangre su cuerpo salió despedido hacia atrás, cayendo entre el mar de cuerpos y campesinos que se debatían con ellos. El horror de la escena era enorme, con torsos a medio mutilar aún arrastrándose sin que la maligna nigromancia llegara a abandonarlos del todo, reptando como serpientes en busca del calor de los vivos. Trozos de esqueletos sostenían armas de forma amenazante hasta que un grupo de plebeyos se les echaba encima y los trituraban con herramientas y rocas. Caballeros del Grial destruían a los seres que aún se resistían. Entre la confusión Milten perdió de vista el cuerpo de Nadia. Con un pulso firme como un reloj enano hundió su destellante lanza negra en el mar de cuerpos bajo él varias veces, buscando rematar a la mujer si se encontraba allí tirada. Entonces vio en la distancia como León había derrotado la maligna conjuración y ponía a salvo a Leonor. Se elevó de nuevo en el cielo y acudió hacia allí, esperando que el choque con Áxtar hubiera resultado mortal. Como fuera seguro que no haría mucho más aquel día.

Con el flanco izquierdo (respecto a mí) bajo control la batalla se incinaba a mi favor, pero la destrucción de las momias y sobre todo la forma en que había ido el combate con los tumularios parecían haber determinado la batalla. Chantal se lució bastante destruyendo un montón de caballeros del Grial al pie, pero por suerte para mí llegaba un turno tarde. Visto en retrospectiva, creo que la forma en la que fueron sucediendo los tiempos de las resoluciones de los combates me benefició mucho, porque varios de ellos se terminaron en el turno de Soter, permitiéndome reformarme en su turno y continuar cargando con mis unidades para que participaran en varios combates, cosa que no es frecuente con Bretonia. Sin duda el tener el primer turno fue muy importante al final por la forma en que sucedieron las cosas.

***

León Devance hundió a Martillo de Enemigos en el rostro de la última momia, haciendo que esta se deshiciera en polvo tan antiguo como los actuales hombres. Con un gruñido arrancó la espada del hueso del ser, y se detuvo un instante a observar a su alrededor. En el centro del combate sir Lambard y los Hermanos del Grial combatían en un mar de esqueletos animados, destrozándolos mientras hacían saltar astillas de hueso y hierros oxidados por todas partes. Aquellas simples criaturas animadas no eran rivales para la destreza de los tocados por la Gracia de la Dama del Lago. De pronto, muchos de los caballeros santos comenzaron a caer al suelo, sacudidos violentamente por una maligna magia que los envolvía haciéndolos desvanecerse en polvo. Entre la formación, el señor de Las Ocho Villas de Plata pudo ver a la odiada enemiga, la principal responsable de aquella maldad, Chantal en persona.

Pero otra visión lo alarmó aún más. Tendida en el suelo, su sobrina yacía inerte entre un mar de restos cadavéricos y caballeros y caballos muertos. La sangre acumulada en la tierra teñía sus ropas celestes dándole un aspecto purpúreo, y no hacía movimiento alguno. Sobre ella, un enjambre de energía nigromántica creaba una grieta en la obra de los Buenos Dioses, por la que se podía observar a varios espectros acechando desde el otro lado, alimentándose de la energía de la muchacha para materializarse. Entre el cuerpo mismo de Leonor y la grieta, flotaba una esencia sobrenatural. Una réplica exacta y vaporosa de la propia abadesa, brillante como un amanecer, se debatía sin hacer movimiento alguno entre las zarpas y guadañas de las terribles criaturas que navegaban por Shyish. Solo el refulgente poder de Adoessuor, receptáculo de un sagrado don que escapaba incluso a la comprensión del barón, parecía mantener a salvo a su dueña por poco, y no por mucho tiempo.

León reaccionó al instante. Ordenó a los cruzados Errantes acompañarle en la carga hacia el centro del corazón enemigo. Luego clavó espuelas y se dirigió directamente hacia el cuerpo de su sobrina mientras veía como una espeluznante criatura espectral surgía de la grieta para atacar a los bretonianos y llevarse el alma de la Profetisa. El barón llegó cabalgando y se detuvo frente al ser fantasmal, que le observó desafiante empuñando una hirviente guadaña.

¡Abandona este lugar, espectro! ¡Este mundo de lo natural repudia tu presencia! ¡Regresa a los abismos infernales para no regresar! ¡Aquí solo encontrarás la agonía de la luz!

En ese momento Garold se levantó rampante sobre sus patas traseras, sintiendo la sintonía de su amo cuando este alzó la espada y la hoja emitió un resplandor de un blanco tan puro que molestaba a los ojos de los hombres y abrasaba los de los muertos vivientes. El espectro emitió un chillido agudo, tratando de resistirse a las sagradas energías que emitía el caballero del Grial, pero finalmente sus esfuerzos fueron en vano y la grieta se cerró absorbiéndolo en su interior para desaparecer. Garold dobló las patas sobre la tierra y León se inclinó para agarrar a Leonor y, con ridícula facilidad, levantarla y tumbarla sobre la cruz de su caballo, que se volvió a levantar en el acto. El cuerpo de la hechicera emitía un vapor blanquecino, y la magia del báculo élfico parecía haberla rodeado de una extraña luminiscencia. Sin embargo, su consciencia no respondía. El barón miró a los caballeros que le rodeaban, observándole expectantes, con los ojos bajo el yelmo encendidos de furia devota.

Destruid al enemigo. La luz de la Dama del Lago reinará otra vez aquí.

***

León cargó contra el espectro que había surgido del cuerpo de Leonor (qué mal rollo), y los Errantes chocaron con el flanco de los esqueletos, que se habían vuelto a levantar en un gran número. Milten dirigió su carga contra Chantal, y Sir Gawain y los Hachas de la Dama cargaron contra los tumularios. El resto hizo algún movimiento intrascendente.

Las fases de magia y disparo tampoco tuvieron nada del otro mundo, así que pasamos pronto al combate.

León eliminó al espectro y entre los Guardianes del Santuario y los Errantes aniquilaron por completo a la recientemente resurgida de entre los últimos restos unidad de esqueletos, reformándose para ir a por los tumularios en el turno siguiente. Por la parte baja del tablero, lo poco que quedaba de los caballeros del Reino que habían huido hacía dos turnos se batían el cobre con necrófagos y Lo Innombrable, con malas expectativas para los de Bretonia.

***

Sir Gawain el Juramentado se detuvo un instante, recuperando el aliento. Sus caballeros y él habían tenido que abrirse paso por el terreno a través de un mar de apariciones espectrales que los habían rodeado por todas partes, dando buena cuenta de ellos con Custodia, la espada que el segundo hijo heredaba por tradición en la familia Devance para servir al linaje. Cuando logró dejar de escuchar su propia respiración metálica bajo el casco observó la situación, y vio que habían logrado penetrar en el flanco derecho de la línea no muerta. Solo un último enemigo se interponía ante ellos. El Abanderado pudo distinguir la figura que le habían descrito como los restos del noble Guillaume, cuyo sepulcro había sido profanado en Áslacon, que al mando de un numeroso grupo de abominables tumularios se dirigían hacia su posición.

Gawain observó los ojos brillantes de impía energía en las cuencas del Señor de los Tumularios, y sintió como la fría cólera le presionaba el estómago. Como juramentado había aceptado cualquier peligro que la Dama del Lago pusiera en su camino. No abandonaría tan fácilmente a sir Guillaume a tan funesto destino. Tiró de las riendas de su caballo y dirigió a los caballeros de los Hachas de la Dama hacia los tumularios, mientras iban ganando velocidad. Miró a sir Balder a su lado.

¡Quebrad al enemigo en su centro! – le ordenó, y luego alzó el pabellón familiar, cuya seda resplandeció a la luz diurna. - ¡Por la Dama! ¡Por León!

Decenas de voces respondieron al grito de batalla mientras el galope aumentaba y un mar de lanzas descendieron para apuntar al corazón de la unidad enemiga. Gawain observó a Guillaume, que lo miraba a su vez, y señalándolo con Custodia en señal de desafío se dirigió hacia él. El Señor Tumulario respondió adelantándose un par de pasos a sus tropas.

El choque fue tremendo. Los Hachas de la Dama impactaron con una fuerza arrolladora que destrozó los blindados huesos que encontraron en su camino con una furia sorprendente, que prácticamente hundió por completo la formación de los no muertos. Sir Gawain fue directamente hacia su rival y lo atacó con un golpe de espada de pasada, que el Señor Tumulario desvió con un duro bloqueo de escudo, animada en él una tremenda fuerza impía. Contraatacó cuando el Devance perdió velocidad para hacer girar de nuevo a su caballo, y este evitó por poco el ataque tirando de las riendas para atrás lo justo para sacar la montura del arco de la hoja no muerta. Esta brillaba con un aura de luz enfermiza que producía leves nauseas a quien la miraba fijamente, pues desprendía un hedor a muerte en estado puro que la naturaleza de los buenos seres rechazaba instintivamente.

Guillaume aprovechó que el caballero había perdido su empuje para continuar atacando. Dos arcos más de luz espectral cruzaron frente a Gawain, que ágilmente logró bloquear de sendos mandobles. Trató de recuperar la iniciativa, diestro como buen Devance en las artes de la lucha. Lanzó un golpe vertical buscando la cabeza del tumulario para acabar con él u obligarle a perder terreno. Pero Guillaume contaba con aquel increíble poderío sobrehumano, que le permitió aguantar el golpe con su simple escudo al tiempo que se arrojaba sobre el caballo. Chocó contra él y el animal trastabilló por el duro impacto, yendo a caer de lado y dando con Gawain en la tierra. Rápidamente, Guillaume se abalanzó sobre él lanzando estocadas con su arma maldita. El Juramentado logró evitar los primeros golpes con su buena esgrima, rodando y apartando con la espada hasta que finalmente uno de los ataques se coló en su defensa y la hechizada hoja se hundió en el lado derecho del hueso de su cadera. Al instante, la magia maligna invadió su cuerpo a través de la herida y Gawain sintió un dolor tan intensamente agudo que quedó paralizado por completo, retorciéndose de agonía. Guillaume miró un instante a su enemigo indefenso y su espada se alzó como la sombra de la misma muerte para dar el golpe fatal. En ese instante, escuchó gritar su nombre a la espalda.

¡Guillaume! ¡Por la Dama del Lago, te destruiré para liberarte!

El Señor de los Tumularios se giró. Vio a sir Héctor y los Errantes cabalgando hacia los restos de su unidad de tumularios. El adelantado iba hacia él, levantando su montante.

Pero no había nada ya en sir Guillaume que animara amor por los hombres. Ahora servía a una nueva señora, y su único afán era llevar a los vivos a su inevitable destino. Impasible, alzó otra vez sus armas, preparado para entregar más vidas a la causa de su ama…

***

Llegó el turno del combate entre los tumularios al mando de Guillaume y los caballeros del Reino de sir Gawain. El Abanderado de Carranza trató de mantener a sus caballeros a salvo de la espada del comandante no muerto, pero no era rival para un Señor Tumulario y cayó de un terrible golpe letal. Aún así los caballeros causaron muchas bajas y ganaron el combate, aunque la élite no muerta continuó en pie por poco.

Turno 4 Culto de la Carne Inmortal

Chantal miró a su alrededor. Los bretonianos se enseñoreaban del campo de batalla, aniquilando las últimas bolsas de resistencia que quedaban. Aunque sus tropas pudieran ganar algunos pequeños combates y causar algunas pequeñas bajas aquí y allá, era evidente que no podrían resistir. Lo que era peor, ella misma notaba cómo su poderío mágico menguaba, tanto por el triunfo de los cruzados de la Dama como por el esfuerzo realizado para acabar con la vida de tantos bretonianos.

No, Chantal no ganaría aquel día. Pero, en realidad, aquello no importaba demasiado.

Usó sus últimas energías mágicas para entrar en el reino de los espíritus, volviéndose ella misma un ente incorpóreo, un espectro. Hacer eso era algo que solo los nigromantes más experimentados harían, y solo si hubieran abandonado cualquier atisbo de cordura, pues había que tener mucha fe en uno mismo como para estar seguro de que los espíritus no intentarían atraer el alma del desdichado brujo hacia su reino de forma permanente. Pero Chantal no les temía. Ella era su impía señora.

Dejando atrás lo que quedaba de su ejército, se mezcló con las primeras sombras del atardecer, y abandonó el campo de batalla.

Al inicio del turno, Chantal falló la tirada de reagrupamiento. Ella era la única oportunidad que podía haber tenido para resistir algo más las embestidas de los bretonianos, por lo que, al no reagruparse, decidimos terminar la partida.

Resultado: victoria bretoniana

En conclusión, una partida muy sexy que, pese a su gran tamaño, se resolvió relativamente rápido. Es una de las ventajas de Reforged, donde la mayor letalidad media de tropas, disparo y hechizos hace que jugar a más puntos no implique necesariamente jugar mucho más tiempo. Eso es de agradecer, pues evidentemente, cuanto mayor es el tamaño del ejército más espacio hay para meter cosas molonas. En este caso hubo cosas tremendamente sensuales en la partida, como momias, turbas enfurecidas, caballeros a pie y calderos nigrománticos, cosas todas ellas que siempre es molón ver en mesa.

Y con esto concluye por fin la campaña del Reposo de los Muertos, lo que en cierta forma lleva a su vez al final de la "temporada 1" de las Regiones Devastadas. En todo caso, seguro que pronto habrá más desarrollos de este Trasfondo.

¡Hasta entonces! 

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