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miércoles, 10 de agosto de 2022

Hurk Clavo Oxidado vs Khornelissen: introducción

Saludos a todos, damas y caballeros. 

Son ya dos los héroes que han caído bajo el hacha de Khornelissen: Sir Sedentor y Ulfrik Donarkhun. Tras sus gloriosas muertes, el tercer contendiente que se presenta para matar o morir no es un héroe, pero es tan bruto como el propio Khornelissen, si no más. Hablamos, nada más y nada menos, que de Hurk Clavo Oxidado.

Este salvaje kaudillo orco negro es uno de los principales personajes del colega Toni y de la narrativa de las Regiones Devastadas. Lo habéis visto en campañas como ésta, en la que ya se cruzó con Khornelissen (aunque no se enfrentaron en duelo personal) y batallas como ésta, en la que de hecho se pegó en desafío con Ulfrik Donarkhun. Como veis, todo queda en familia. Es un rival, en definitiva, cuya muerte proporcionará gran gloria a Khornelissen... o al revés. 

Os dejo pues con el relato introductorio al combate entre ambos energúmenos. Espero que os guste.

INTRODUCCIÓN AL DUELO ENTRE HURK CLAVO OXIDADO Y KHORNELISSEN

La victoria de Magnus y la muerte de Asavar Kul en la batalla de las Puertas de Kislev significó la salvación del mundo ante las temibles fuerzas del Caos, y la destrucción de muchos de sus paladines. La matanza que se produjo entre las tropas de los dioses oscuros fue espantosa, y los pocos que consiguieron escapar con vida de la batalla huyeron hacia el Norte, hacia los Desiertos de donde habían salido, perseguidos incansablemente por las vengativas tropas kislevitas.

No fue el caso de Khornelissen. El salvaje adorador de Khorne había matado a muchos campeones del enemigo en la batalla, entre ellos nada menos que a Ulfrik Donarkhun, del linaje real de Karak Azul. No obstante, no había encontrado la muerte y había sobrevivido al encuentro. El no haber encontrado un rival capaz de darle una muerte heroica en la mayor batalla de todos los tiempos le frustraba, y fue por ello que, cuando se produjo la desbandada del ejército caótico, Khornelissen no huyó hacia el Norte como los demás paladines supervivientes del Caos, sino que lo hizo hacia el Sur.

Su hueste había sido masacrada al completo por los enanos de Karak Azul, pero eso no le importaba lo más mínimo. Juntando a poco más de una docena de enfervorizados seguidores de Arkhar, se adentró de lleno en territorio enemigo, en tierras del Imperio. Pese a su reducido tamaño, el ejército imperial estaba tan agotado tras la guerra contra Asavar Kul que lo que no era más que una banda de asesinos podría haber causado graves problemas. Por suerte para el Imperio, Khornelissen y sus hombres apenas se detuvieron para arrasar algún pequeño poblado aislado, pero recorrieron el Imperio de norte a sur con rapidez. Solo en las ruinas de Mordheim se detuvieron durante ocho días, no se sabe con qué oscuro propósito, lo que sucedió pocas semanas antes de que Magnus arrasara definitivamente la Ciudad Maldita. En todo caso, cuando Khornelissen reanudó su marcha lo hizo con rapidez, y no tuvo que sufrir el hostigamiento de ejércitos imperiales que probablemente ni siquiera supieran que uno de los grandes paladines de Khorne estaba recorriendo sus caminos. 

La razón de la prisa de Khornelissen no era otra que alcanzar los pasos de montaña que comunicaban el Imperio con los Reinos Fronterizos antes de que llegara el invierno y el mal tiempo los hiciera impracticables... y la razón por la que quería llegar a los Reinos Fronterizos era para alcanzar las Regiones Devastadas, en donde esperaba encontrar guerreros a su altura. Khornelissen ya había combatido en esa zona sin ley en ocasiones anteriores: tras convertirse al Caos y abandonar su Bretonia natal en 1991, había pasado cincuenta años de peregrinaje en los Desiertos del Caos, al término de los cuales volvió al Viejo Mundo para saquear y masacrar en nombre de Khorne. El primer lugar en sentir su ira fue precisamente las Regiones Devastadas, donde se había enfrentado a Sir León Devance, el señor bretoniano de la zona, y había matado a su hermano. También había combatido contra los orcos bajo el brutal mando de Hurk Clavo Oxidado en una sangrienta batalla que tuvo su reflejo en los mismísimos Reinos del Caos. Sabía que allí alcanzaría gloria a los ojos de Khorne.

La zona había cambiado mucho desde aquella primera vez, doscientos sesenta años atrás. Sir León Devance y Ulfrik Donarkhun, quien también había liderado una expedición en la zona tiempo atrás, habían muerto en la guerra. La familia Wallenstein hacía tiempo que había abandonado el camino imperial, y la Fortaleza de la Luz Perpetua estaba en ruinas. Muchos reinos efímeros se habían alzado y habían caído, pero una cosa perduraba: Hurk Clavo Oxidado seguía siendo el líder de los orcos de la región, el indiscutible kaudillo de una horda brutal de pielesverdes que nunca, por muchos esfuerzos que hubieran dedicado hombres y enanos, había podido ser erradicada por completo de la región. En el vacío de poder que podía producirse con la muerte de tantos grandes héroes en la Gran Guerra, parecía que los orcos podrían medrar más allá de sus dominios tradicionales.

Khornelissen y sus hombres finalmente atravesaron el Paso del Diente Invernal el día del equinoccio de otoño de 2303. Cuando llegó a las Regiones Devastadas, pocos días después, ya había reunido un pequeño ejército de bestias y monstruos que, tras la derrota del Caos, estaban dispuestos a seguir a cualquier paladín que pudiera traerles un nuevo ímpetu. Khornelissen no les hacía demasiado caso, aunque no se oponía a que le siguieran. Su mente, en todo caso, estaba puesta en otro sitio.

Finalmente, el paladín de Khorne llegó a los dominios de Hurk Clavo Oxidado. El inmenso orco negro había envejecido, pero, siendo un pielverde, eso no solo no le había debilitado sino que había crecido en poder, fuerza y astucia. La aparición de aquel guerrero, a quien recordaba, significaba trastocar sus planes de dominación de las Regiones Devastadas tras desaparecer muchos de sus rivales, y no se tomó nada bien aquella intromisión. Si Khornelissen quería enfurecer al kaudillo, lo había conseguido.

Quedaba por ver si el adorador de Khorne sería lo suficientemente fuerte como para sobrevivir a un kaudillo orco negro muy, muy enfadado.

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