viernes, 5 de agosto de 2022

Muerte de un rey

Saludos a todos, damas y caballeros.

Khornelissen se ha cobrado su segunda víctima en su lista particular de desafíos, en este caso la de Ulfrik Donarkhun, señor de los enanos de Karak Azul. Pese al nombre de la entrada, no se trataba del rey de esta fortaleza enana, pero sí era de la familia real como indica su apellido, y como llamarlo "muerte de un infante" iba a sonar muy turbio, lo dejo así.

Al igual que sucedió con Sir Sedentor, la muerte de Ulfrik sucedió en un duelo de leyenda. El escudo rúnico de Khornelissen hizo mucho daño a Ulfrik, quien con F4 casi no tuvo opción de hacerle daño a un tío que salvaba a 2+ repitiendo, pero sí era un enano tremendamente resistente que luchó hasta el final. He tomado esa parte de su carácter y la épica propia del momento histórico que representábamos, y que Fer supo transmitir a la perfección llevando una lista enana de puro cuerpo a cuerpo (con la que me dio una paliza, todo sea dicho) para escribir un relato que, de nuevo, espero que esté a la altura de su heroica muerte.

MUERTE DE UN REY

El ambiente en Karaz Azul era contradictorio en las últimas semanas. Las noticias que llegaban desde el Norte eran sin duda funestas, y parecía que el mundo iba a revivir una nueva incursión por parte de uno de los elegidos del Caos. En este caso, su nombre era Archaon, y los escasos detalles que se conocían sobre él y sus acciones hacían presagiar una guerra como no se había vivido en el Viejo Mundo desde que Asavar Kul fuera derrotado en la gran Batalla por las Puertas de Kislev. Pese a ser una fortaleza sureña, Karak Azul no vivía ajena al inminente conflicto, que se cernía como una sombra sobre la fortaleza y provocaba las reacciones encontradas que imperaban en sus habitantes en aquel momento: incertidumbre, miedo, pero también fría determinación y furia, un aumento del ánimo combativo para repeler, una vez más, a las bestias procedentes del Norte.

En circunstancias así, los seres vivos buscan la compañía de sus semejantes, y los enanos no son una excepción. Las tabernas de la fortaleza estaban a rebosar de dawi que se juntaban para alejar los malos presagios bebiendo con sus camaradas, cantando canciones de guerra y escuchando las canciones de sus mayores para elevar la moral. Las grandes gestas de los antepasados constituían siempre un motivo de orgullo y un estímulo para no fracasar el en combate.

Una noche, un grupo de guerreros jóvenes, de apenas trescientos años, se encontraban reunidos en una mesa comiendo y bebiendo todo lo que podían tras completar su instrucción. Sabían que pronto marcharían al Imperio, y sus líderes se habían reunido con ellos para festejar antes de su partida. Destacaba un enano cuya amplia barba plateada era el testimonio de incontables batallas, así como su rostro, formado por un complejo entramado de cicatrices culminante en un ojo perdido. El que le quedaba sano mostraba la mirada de quien ha visto muchas cosas que no creería posibles, y habría sido feliz habiendo visto menos de un cuarto de esas cosas. Pero era el enano más respetado en esa taberna, y uno de los más honrados en toda la fortaleza, pues era uno de los pocos que había sobrevivido a la batalla que destruyó al ejército de Asavar Kul, hacía doscientos veinte años.

Tras varias horas sentados en torno a la mesa, y contando grandes hazañas, sin que el enano mayor hubiera hablado en ningún momento, llegó el que todos sabían que iba a ser el momento culminante de la noche.

"Señor, cuéntenos la gesta de Ulfrik Donarkhun"

El viejo enano asintió y comenzó a llenar su pipa. Cuando la encendió, la nube de humo que salió de la cazoleta transportó a los enanos reunidos a la mesa a un mundo diferente, como si procediera de la boca de los arcabuces y los cañones.

"Todos sabéis lo que sucedió aquel día, cómo el elegido de los poderes ruinosos fue derrotado, y el mundo se salvó. Pero la batalla estuvo muy cerca de perderse. El ejército humano, al mando de Magnus, había caído sobre la hueste del Caos y les había causado incontables bajas, pero no consiguió llegar hasta las puertas de Kislev. Su ímpetu se vio frenado, y la horda enemiga, que era innumerable, comenzó a rodear a los hijos de Sigmar"

Pese a que casi todos los presentes en la taberna conocían la historia, muchos casi de memoria, todos se afanaron en escucharla una vez más. El silencio era casi absoluto.

"Nosotros, los dawi, estábamos dentro de la ciudad de Kislev. Junto a los kislevitas, habíamos resistido el asedio durante mucho tiempo, y habíamos celebrado la llegada del ejército de Magnus. Pero, al ver que no conseguía romper a las huestes del Caos y que iba a quedar atrapado, nuestro ánimo se volvió sombrío. Si Asavar Kul conseguía embolsar al ejército imperial, lo aniquilaría, y el mundo se perdería para siempre"

"Nuestro Gran Rey, Alriksson de Karaz-a-Karak, decidió que eso no sucedería. Nadie jamás podría decir de la raza enana que nos quedamos parapetados tras un muro mientras nuestros amigos eran masacrados y el mundo perecía. Si ellos no podían llegar hasta nosotros, nosotros llegaríamos hasta ellos. Y así, las puertas de Kislev se abrieron"

El enano dio una calada particularmente intensa a su pipa, lo que oscureció su rostro tras un velo de humo. Unos pocos, los más viejos, sabían que hacía eso para que nadie viera cómo sus ojos se humedecían y su labio temblaba al recordar aquel momento.

"Lo que vimos más allá de aquellas puertas fue el infierno mismo, un espectáculo imposible más allá de toda razón y lógica. Nunca antes se había visto nada igual, y sinceramente espero que no se vuelva a ver. Si alguien de los que estuvo allí os dice que no sintió miedo cuando las puertas se abrieron, os miente. Pero todos estábamos listos para morir. Nuestra alma era de piedra, y nuestro brazo fuerte como los torrentes de primavera. Sabíamos que marchábamos hacia el corazón mismo de la oscuridad para dar la vida por nuestros amigos"

"Antes de que saliéramos, Ulfrik Donarkhun, a quien habíamos seguido desde Karak Azul, nos habló. Fueron pocas palabras, pero fueron sinceras, y las he guardado en mi corazón desde ese día. Y, si en algún momento las olvido, ojalá no vuelva a ver nunca el rostro de mis ancestros. Dijo así"

"¡Hermanos míos, hijos de Grungni y de Valaya! ¡Estamos en la Última Batalla, en el Último Día, en el Fin del Mundo! Más allá de esas puertas están los Grandes Salones de nuestros ancestros, quienes nos contemplan, en esta hora y para siempre. ¡Venid conmigo, y reunámonos con ellos con un hacha en la mano y sin vergüenza en el alma!"

"Sonaron los tambores, sonaron los cuernos, y los enanos marchamos con orgullo hacia nuestro destino. Atravesamos un mar de muerte y desesperación para llegar hasta el ejército de Magnus, y lo único que teníamos era al enano que estaba a nuestro lado. Pero ni todo el oro de Karaz Ankor vale más que un dawi armado y decidido a dar la vida por sus hermanos. Recordadlo siempre y en toda batalla, especialmente en las venideras, pues eso es lo que nos ha permitido sobrevivir hasta este día. Solo nos tenemos los unos a los otros. Pero eso es suficiente para plantar frente a toda la oscuridad y el horror de este mundo."

"Y eso es lo que nos demostró Ulfrik Donarkhun, bendita sea su memoria, en aquel día. Pues pronto trabó combate con uno de los líderes de la hueste enemiga, un demente adorador del dios de la guerra cuyo escudo anulaba la magia de nuestras runas. Ulfrik era valiente, y muchos enemigos de nuestra raza habían caído bajo el filo de su hacha. Pero, frente a un enemigo así, la suya era una lucha desesperada"

El veterano hizo una pausa para beberse una jarra de cerveza de un solo trago, como hacía siempre que llegaba a esa parte de la historia, en homenaje al héroe de la gesta.

"Pero Ulfrik Donarkhun no rehuyó su destino. No pidió ayuda ni trató de interponer a sus soldados entre él y aquel asesino maníaco. Al contrario, sabía que ese rival podía matar a muchos enanos aquel día, y que él, gracias a su armadura rúnica, era el que mejor podía resistir sus golpes. Por eso, luchó contra el guerrero del Caos durante horas, aun sabiendo que no lo podía matar, para entretenerle y ganar tiempo para nosotros. Así es cómo cayó Ulfrik Donarkhun. Así es cómo cayó uno de los grandes héroes de Karak Azul y de todo el Reino, y cómo su nombre entró por siempre en la leyenda"

Todos los enanos presentes guardaron un respetuoso silencio. Muy pocos escuchaban aquella historia por primera vez, pero eso no impedía que sintieran un nudo en la garganta al recordar aquella batalla y el papel que un ilustre miembro de su familia real había tenido en ella, llegando al sacrificio definitivo.

"No pudimos llegar hasta el ejército de Magnus" continuó el enano veterano. "Nuestros enemigos eran demasiados, y más de la mitad de los que salimos de las puertas de Kislev murieron bajo el acero y la impía magia del gran enemigo. Pero sí evitamos que los imperiales fueran rodeados, y pudieron rehacerse y contraatacar. Posteriormente, la llegada del contingente kislevita de Erengrado y su carga contra la retaguardia del ejército caótico decantó la balanza, Magnus mató a Asavar Kul, y el mundo se salvó"

El enano exhaló una calada particularmente larga, que tenía una reminiscencia a alivio tras la tensión contenida. Pese a que la batalla había sido hacía más de dos siglos, parecía que aquel veterano siguiera experimentando la misma paz que aquel día por el desenlace de aquella batalla, como si todavía no terminara de creerse que, pese a todo, se había ganado.

"Pero recordad siempre que aquella victoria se compró con mucha sangre enana. Cada fortaleza que sigue en pie, cada molino que sigue girando, cada fragua que sigue ardiendo, debe su existencia al sacrificio de incontables dawi. Y si ahora todas esas cosas vuelven a verse amenazadas, nosotros marcharemos de nuevo hacia el Norte, como hicimos hace doscientos años bajo el mando de Ulfrik Donarkhun. Y si tenemos que entrar en los Grandes Salones de nuestros ancestros lo haremos, como él dijo, con el arma en la mano y sin vergüenza en el alma"

Los enanos asintieron, algunos con ceremonia, otros con entusiasmo, haciendo chocar sus jarras de cerveza e incluso rompiendo alguna de ellas. En medio de las voces de confirmación, apenas se escuchó la pregunta de uno de los más jóvenes.

"¿Qué sucedió con el asesino de Ulfrik Donarkhun?"

La mirada que le dirigió el enano veterano, con su único ojo, hizo que el barbilampiño se arrepintiera de hacer esa pregunta.

"Su nombre fue borrado del Libro de los Agravio hace tiempo", respondió...

Pero no dijo quién había sido el responsable de su muerte.

4 comentarios:

  1. Qué relato tan guapo! Me está encantando está historia. Estoy muy enganchado y encima ahora se vienen pielesverdes... Buff!
    Khornelisen pasa de ronda (y eso que sus esbirros están flojeras) contra un enano durísimo. Un duelo tremendo.
    Sois unos cracks del hobby. ASÍ SÍ.
    Un abrazo.
    PD: se me escapó la risa con muerte de un infante

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchísimas gracias! La verdad es que estoy contento con cómo está quedando esto, con una colección de combates muy épicos y muertes memorables. Es satisfactorio ver que los dados te dan lo que les pides. Estamos teniendo suerte.

      Como sé que eres un pielverde de pro, creo que disfrutarás especialmente del próximo duelo. No es contra un goblin (eso sería abusivo), sino contra un orco negro, pero bueno, lo importante es que también "pienza en verde" xD

      Un abrazo!!

      Eliminar
  2. Madre mia me a flipado el relato. A ver cuando la revancha que tengo que tachar el agravio.
    Escuchaba esto mientras lo leía y no veas.
    https://www.youtube.com/watch?v=MCkQNqW-P3c

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias! Me he esmerado con el relato la verdad, Ulfrik Donarkhun no se merece menos.

      Y mola esa música!! (Por un momento he pensado que era la de "I am a dwarf and I'm digging a hole" xD)

      Eliminar