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martes, 6 de junio de 2023

Un asunto discreto

Saludos a todos, damas y caballeros.

Tras publicar hace unos días la segunda partida de la campaña "Los mercaderes y el templo", va siendo hora de hacer algún relatillo de ambientación. He dicho en muchas ocasiones que el Trasfondo de Infinity me parece extraordinario, pero el de esta campaña es especialmente molón, porque es un enfrentamiento "naval" (¿interestelar?) entre la Qapu Khalqi y mis Órdenes Militares, especialmente los Caballeros de Santiago, que son sin duda los mejores. En cierta forma, es una especie de Lepanto futurista... que de momento voy perdiendo, pero ya remontaré en la última partida, si Dios así lo quiere. Deus Vult.

Imagen de k1lleet

En fin. A expensas de lo que pase en esa última partida, os dejo un relatico de la campaña. Espero que os guste.

UN ASUNTO DISCRETO

El Hermano Alfonso, de la Orden de Santiago, se encontraba inquieto. Ya llevaba algunos meses siendo un caballero de pleno derecho, lo que significaba que había completado un entrenamiento muy exigente y había recibido un equipo que era el culmen del progreso armamentístico en la Esfera. Ninguna potencia podía alcanzar el nivel de excelencia de la industria de Defensa de Panoceanía, lo cual, combinado con la Fe de la Santa Madre Iglesia, aseguraría la victoria en todo enfrentamiento que sucediera. Ya había tenido ocasión de comprobarlo en los tres o cuatro tiroteos que había tenido con contrabandistas e indeseables que pretendían burlar la seguridad espacial de Neoterra. 

Pero siempre había ocasiones especiales, y ésta era una de esas ocasiones.

La Leona de Asiria tenía la apariencia de ser una nave comercial completamente normal. Un carguero haqqislamita que se había registrado en Neoterra como transportista de los exóticos productos agroalimentarios de Bourak. Una más de las miles y miles que atracaban cada día en los cargueros espaciales para alimentar la vasta y exigente demanda de alimentos de la joya de la Hiperpotencia, y por ende, la joya de la Esfera Humana. No había nada en ella que debiera llamar la atención.

Seguramente esa era la razón por la que Haqqislam había decidido que transportara a un espía, y a su muy preciada carga, mucho más valiosa que todos los manjares y delicias de los exóticos jardines de Bourak. El Hexaedro había identificado una infiltración en información sensible de la Orden de Santiago, infiltración que había ocurrido en Neoterra. Entre los sospechosos habituales, Haqqislam ocupaba un lugar destacado, particularmente por la pretensión secular de la Qapu Khalqi de hacerse con el control indiscutible de las principales rutas de comercio de la Esfera. La Orden de Santiago, que dentro del complejo entramado escolástico-militar de Panoceanía siempre había tenido asignado el control de esas rutas, era el principal escollo que la Qapu Khalqi había experimentado siempre a la hora de afirmar su poca disimulada voluntad de poder sobre los caminos. Con lo que tenía sentido esperar una maniobra semejante por parte de los turcos.

Finalmente, el rastreo había llevado hasta la Leona de Asiria, en la que se habría refugiado el espía o el equipo de espías responsables de la filtración. Para cuando se supo, sin lugar a dudas, que era el carguero en el que viajaban, ya había conseguido alejarse de Neoterra lo suficiente como para que la jurisdicción panoceánica no operara.

No obstante, la Orden de Santiago no iba a detenerse por un tecnicismo.

"Iniciando aproximación al objetivo. Contacto en siete minutos"

En el interior de la lanzadera de abordaje, la voz metálica del vocoemisor sonó como en las anteriores ocasiones, pensó el Hermano Alfonso, pero había algún matiz en sus palabras. Aquella no era la voz de un ser humano pasada por un filtro sino una lectura de una máquina, y una máquina no podía transmitir inquietud en su tono de voz, ergo tenía que ser el reflejo de su propia alma atribulada, pensó Alfonso. Rechazó la superstición de considerar a la máquina como una especie de oráculo y se centró en revisar que su equipo estaba en orden y las contramedidas de ciberataque operativas.

"¿Cómo te encuentras, Hermano?"

Alfonso se giró y se encontró con el Hermano Diego, el teniente de su escuadra, también de la Orden de Santiago. Pese a que el yelmo le ocultaba el rostro, Alfonso sabía que estaría mostrando su media sonrisa tan característica y tranquilizadora, y la mera intuición del gesto sirvió para calmar los ánimos de Alfonso.

"Bien, a Dios gracias"

 "Sé que ya habéis formado parte de operaciones de abordaje anteriormente. No hay por qué estar inquieto"

El Hermano Diego conocía el alma humana tan bien que era capaz de leer las emociones de sus soldados aunque estuvieran ocultas bajo capas de kevlar y teseum, pensó Alfonso.

"Así es. Aunque esta operación es... particular"

Alfonso efectivamente había formado parte de operaciones de abordaje, y ya había tenido que derramar sangre en combate. No era eso lo que le preocupaba. Pero aquellas operaciones habían sido a plena luz del día, sin nada que ocultar, sin nada que temer. Operaciones que no solo existían sino que debían existir y debían ser anunciadas a los cuatro vientos. Lo que iban a hacer en el carguero haqqislamita era todo lo contrario. Una operación que, pasara lo que pasara, nunca habría existido. Y el Hermano Alfonso conocía bien la luz, pero no estaba acostumbrado a operar en las sombras. 

"Cierto" concedió el Hermano Diego "pero no creáis que esto es tan distinto. Simplemente hay que ser... un poco más discretos"

El Hermano Alfonso asintió, al tiempo que sonaba de nuevo la voz metálica de la máquina.

"Contacto en tres minutos"

"Deus Vult, hermano" proclamó Diego.

"Deus Vult"

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