Saludos a todos, damas y caballeros.
Parece mentira que hace tres años estuviéramos enfrascados en pleno año de Nurgle, con varios "científicos" metidos a flagelantes predicando el fin del mundo. Ya nos hemos olvidado de casi todo, y hacemos bien, pero hubo pirados que llegaron a decir que el coronavirus iba a ser como la gripe española o similar. Tres años después, la civilización no se ha terminado y la vida sigue esencialmente igual que en 2019. Lo que sí se ha terminado es mi año de Tzeentch, pues el último gran cambio que esperaba, la mudanza, ha finalizado. Quizá de aquí a no demasiado esté en un cambio aún mayor, de continente incluso, pero eso ya se verá cuando toque. De momento lo que hay es estabilidad.
Eso, junto a la mejora de las temperaturas y el cambio de hora, hace que poco a poco me vaya desperezando del letargo invernal y me convierta en una persona más activa. Eso vale para muchas cosas, con lo que la competencia que tiene la pintura como elemento de ocio es elevada, pero he conseguido este mes ponerme las pilas y sacar unas cuantas cosas adelante. Lo malo es que, como veréis, esas cosas han estado muy centradas en proyectos concretos, con lo que tengo algunos en muy verde y otros en muy rojo, pero en global la cosa no va mal.