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domingo, 6 de diciembre de 2020

El Reposo de los Muertos

Saludos a todos, damas y caballeros.

Seguimos recuperando el lugar central que Fantasy merece en el blog, y lo hacemos con una nueva campaña que voy a jugar en Almería con Helios, el Reposo de los Muertos. Al igual que sucede con Círculo de Hechicería, la base de esta campaña es la maravillosa Círculo de Sangre de quinta edición, si bien no van a ser exactamente iguales. En primer lugar, los escenarios van a ser más leales a la campaña original; en segundo lugar, en este caso va a haber No Muertos contra Bretonia, sin Altos Elfos; y, en tercer lugar, la narrativa va a ser diferente, al estar ambientada ya no en Quenelles como Círculo de Hechicería sino en los Reinos Fronterizos. De hecho, esta campaña es parte de un marco narrativo mucho mayor, del que quizá os hablemos en un futuro.


Así que Chantal vuelve de nuevo a hacer el cafre, teniendo enfrente a Sir León Devance, barón de Carranza y Agarón y noble caballero del Grial. La campaña fue idea de Helios, quien es un enfermo del Trasfondo como yo, por lo que va a tener una profunda carga narrativa. Esta entrada en concreto va a servir tanto para presentar el Trasfondo introductorio, escrito por Helios, como para servir de entrada madre que permita enlazar posteriormente a todos los escenarios, relatos e informes de batalla que se vayan generando. Espero que os guste.

EL REPOSO DE LOS MUERTOS

Campaña de Guerra entre el Culto de la Carne Inmortal y las mesnadas de Carranza

"Todo esto te daré si te postras y me adoras"

Mateo 4, 9

“En una Era anterior a la medición del tiempo tal como conocemos hoy en día…

…aconteció en el Trigésimo Cuarto Año del Despertar del Gran y Poderoso señor Amenemhetum, Luz Soberana de los Altos Cielos, Adalid de Phatra de las Cinco Constelaciones, que quede constancia ante sus humildes vasallos. Fue aquella la fecha en que los ejércitos de la entonces esplendorosa e inigualable en poder Nehekara centraron su atención en los territorios norteños que en aquel tiempo llamábamos Las Fronteras.

La Luz Soberana que a todos nos ilumina nombró a su campeón: Karitamen, el Escarabajo de la Muerte, comandaría los ejércitos de la nación hacia el norte para aumentar la riqueza y la gloria de Su Señor.

Este viajó con las fuerzas nehekarianas y entabló una cruenta guerra con los salvajes pielesverdes que habitaban aquellas inhóspitas pero muy fértiles tierras. Obtener el control de la zona supondría al dominio de Amenemhetum un gran aporte de riqueza cuando sus siervos pudieran explotar el suave y rico suelo.

Aunque el frente principal lograba avanzar con relativo éxito, una región algo más al noreste se mantenía irritantemente difícil de someter. Los pielesverdes de aquella región se mostraban feroces, y el ala derecha del avance nehekariano quedó atascado. El frente no podía continuar, porque dejaría atrás un enclave enemigo aún sin conquistar que podría llegar a atacarles por retaguardia. Tampoco se podían destinar más tropas allí, pues todas eran necesarias para mantener la presión sobre un frente que se veía superado en número con preocupante frecuencia.

Así, el gran Karitamen tomó una decisión que cambiaría para siempre el destino de aquella región de una forma que ni tan solo el general nehekariano podría haber imaginado en aquel momento. La nigromancia, aunque mal vista, no era aún un arte prohibido en los reinos de Nehekara. De esta forma Karitamen acudió al brujo Tetrahon, un hechicero con un poderoso dominio de las artes oscuras y los ritos para perturbar el polvoriento descanso de los muertos. Pidió a Tetrahon que buscara la forma de derrotar a los enemigos del noreste, fuese cual fuese el precio. El nigromante emprendió un misterioso viaje a las ruinas de Zadar Akdum, que se decía habían sido construidas en tiempos en los que el hombre aún no caminaba por la tierra, de las que tardó varios días en regresar.

Cuando lo hizo, trajo consigo un prodigioso artefacto de forma similar a un cofre. Parecía tallado en algún tipo de rara piedra, pero resultaba ligero como una pluma de ave tigris. Tenía extraños grabados imposibles de descifrar para el ojo normal, pero que producían mareos y nauseas en quienes los miraban demasiado tiempo. Era el Ulth Kanopesh, una reliquia de tiempos oscuros, fabricado por seres tenebrosos bajo el auspicio de dioses aún peores. Para desatar su terrible poder el nigromante solicitó a Karitamen una legión de esclavos, que este le concedió y fueron sacrificados uno a uno sobre el artefacto. Con la ayuda de sus guardias el nigromante apoyaba la cabeza del sacrificio sobre la lisa tapa del cofre para a continuación cortar su cuello. La piedra de la superficie parecía absorber toda la sangre hacia su interior, y tras el sacrificio de los seis mil ni una sola gota del rojo fluido había llegado a tocar la arena bajo ellos.

Al terminar los cánticos impíos que acompañaban al ritual, el Ulth Kanopesh había adquirido un sutil reflejo enfermizo, y todo en varios metros a su alrededor parecía volverse más gris y menos tangible, como si una casi imperceptible niebla lo circundara.

Bajo las detalladas instrucciones de Tetrahon, Karitamen envió de nuevo un ejército al noreste, transportando con él el artefacto. Nuevamente dieron con los tenaces orcos que allí habitaban, que poco a poco se fueron reuniendo en ingente número. Finalmente, ambos ejércitos se encontraron en un gigantesco frente de batalla que prometía decidir de una vez quién sería el vencedor definitivo de aquel conflicto.

La batalla transcurrió larga y sangrienta. Cuando el combate se encontraba en su punto más álgido, y todo parecía por decidir, el comandante de las fuerzas de Nehekara puso en marcha las órdenes que había recibido de su general. Ordenó cargar el artefacto en su carro y dirigió personalmente un gran contingente de estos en dirección al frente de batalla. Una que vez los carromatos se abrieron paso hasta la misma línea de vanguardia asió la tapa del artilugio y tiró de ella con fuerza para abrirla.

En el mismo instante en que el cofre fue abierto, la tonalidad gris y la niebla tomaron una sustancia mucho más real, y con un coro de aullidos escalofriantes, una ráfaga de energía pálida y vaporosa pareció explosionar y expandirse en todas direcciones, cubriendo a todos los presentes de ambos ejércitos. Eran las almas de los hombres y mujeres sacrificados en su superficie, que quedaban eternamente atrapadas en el artefacto para ser torturadas por este hasta la más absoluta de las desesperaciones. Fue tan amarga, cruel y aterradora aquella oleada que mató a todos y cada uno de los seres vivos que se encontraban en aquel instante en varios kilómetros a la redonda. Las almas de todos aquellos hombres y pielesverdes fueron arrastradas al Ulth Kanopesh por los espectros que este tenía cautivos para compartir con ellos su angustia y locura por toda la eternidad. En apenas un minuto la tapa del artefacto volvió a sellarse por sí sola y un silencio sepulcral se extendió por todo el campo de batalla, hasta un instante antes lleno de rugiente actividad. Los cuerpos de humanos y pielesverdes yacían en el suelo donde la magia del Ulth Kanopesh los había alcanzado, sin más signos externos que un rostro desencajado cuyos ojos se habían metido hacia dentro.

Por su fiel servicio, los soldados de Karitamen habían encontrado el más horrible de los destinos. Incluso el propio general quedó tan horrorizado de lo sucedido que ordenó a sus hombres construir una cámara subterránea donde sellaron el Ulth Kanopesh. Luego mandó cubrir los innumerables cuerpos con tierra y levantar una pequeña fortaleza sobre la cámara, a modo de punto estratégico para evitar que los orcos retomaran la zona.

La campaña del gran Karitamen, el Escarabajo de la Muerte, prosiguió en Las Fronteras, y son fuente de muchos otros escritos. Aquí bastará decir que los años siguieron su inextinguible avance. Karitamen desapareció para siempre. Los hombres que había en la fortaleza sobre la cámara del artefacto se volvieron viejos, y sus hijos también. Las décadas se convirtieron en siglos, y ya no quedó nadie vivo que recordara el Ulth Kanopesh.

Con el devenir de la historia otros ejércitos pasaron sobre él. En algún momento de ese devenir la fortaleza fue arrasada por los descendientes de la estirpe de Nehekara, los muertos inquietos de Khemri. Muchos siglos más tarde se formó en las fronteras de la región un poderoso dominio vinculado a Arabia. Estaba gobernado por el emir Abd Hisham, uno de los lugartenientes del diabólico Sultán Jaffar. Durante los tiempos de las cruzadas contra Arabia, Hisham tenía su propio frente de guerra y expansión. Fijó su atención en las antiguas tierras nehekarianas y expandió sus lindes hacia allí. Como sucede en tantas ocasiones, aprovechó los restos de la antigua fortaleza como base para levantar una propia nueva, de la que tuvo el control durante años. Finalmente, aquellos cruzados que no habían podido llegar a Arabia por tierra, con el barón Tybalt du Bois de Balzac a la cabeza, llegaron a los Reinos Fronterizos, nombre con el que se conocía ahora la basta región en la que se encontraba la vieja fortaleza. Mientras Tybalt continuaba su marcha hacia el este, un contingente de caballeros se escindió de la columna con intención de derrotar a Hisham. Ya que no habían podido colaborar en la destrucción del Sultán ardían en deseos de acabar con su secuaz en la zona.

Los caballeros entraron en los dominios de Abd Hisham por la zona de la vieja fortaleza, por lo que fue la primera en ser puesta bajo asedio por las fuerzas bretonianas. El asalto fue muy sangriento, y muchos hombres de ambos bandos perdían la vida en el transcurso de las jornadas. Tras catorce días de asedio los cruzados se prepararon para un asalto final. Agruparon los trebuchet y concentraron su fuego sobre un punto de la pequeña fortaleza, con intención de debilitarlo para convertirlo en el lugar del asalto que debía rendir finalmente la defensa.

Los dioses son caprichosos en sus designios y voluntades indescifrables. Pues quisieron ese día que una roca especialmente pesada y certera entrara, con tan fortuita precisión, por un portal bajo del edificio principal, por el que el proyectil entró rompiendo madera y piedra como un cometa hasta incrustarse contra el suelo causando una gran destrucción. En su impacto, había atravesado las losas y golpeado una de las esquinas superiores de la cámara subterránea, destruyéndola y dejando el hueco libre. Los defensores, extrañados del hallazgo bajo sus pies, se abrieron paso entre los escombros abriendo la cámara y encontrando en su interior el Ulth Kanopesh, que refulgía con el poder impío de las almas atrapadas en su interior tanto tiempo antes.

Sin saber lo que hacían, abrieron el cofre para averiguar qué podría guardar. La maligna tormenta espectral recorrió nuevamente la zona, segando la vida de cuantos alcanzaba en su terrible avance. Las almas de los presentes fueron arrastradas a la compañía atormentada de sus verdugos en el interior del artefacto en aquella explosión fantasmal, al igual que hubiera sucedido muchos siglos antes. Cuando todo quedó en silencio otra vez, solo nueve hombres, de entre defensores y atacantes, permanecían con vida. Eran los Caballeros del Grial que había presentes en el ejército bretoniano en aquel momento. La serenidad imperturbable de las aguas del Grial y su poderosa aura bendita les habían salvado de los espectros del Ulth Kanopesh, incapaces de acercarse a ellos por la luz que irradiaban sus espíritus.

Los Caballeros del Grial permanecieron en los restos de la fortaleza, custodiando el impío objeto. Buscaron a Lady Margot, una poderosa Profetisa de la Dama que acompañaba a las huestes de cruzados, y le urgieron a viajar al lugar. Cuando acudió a la llamada presta a ofrecer su ayuda a los elegidos del Grial, estos le expusieron todo lo sucedido. Los diez debatieron mucho acerca del curso de acción a tomar. Ninguno tenía el poder necesario para destruir tal artefacto, tan impresionante en su material que era imposible adivinar quién podría haber sido su fabricante. Además, irradiaba un aura de tal malignidad que los muertos nunca parecían reposar del todo a su alrededor, como si estuvieran en todo momento a punto de levantarse de nuevo para alimentarse de la carne de los vivos.

Debido a todo esto, y tras largas discusiones, finalmente acordaron el curso de acción a tomar. Decidieron trasladar el Ulth Kanopesh a un lugar alejado de aquel campo de batalla, lleno de potenciales soldados para un enemigo nigromántico. Pero antes aprisionaron el propio artefacto en otro cofre, que cerraron con cadenas mágicas con aceites benditos y oraciones sagradas que protegieran el exterior del contenido con toda la magia celestial que la poderosa Profetisa pudo reunir. Las indestructibles cerraduras solo podrían ser abiertas con dos llaves fabricadas en la más pura plata bendecida en un lago de la Dama. Para mayor seguridad, decidieron guardar las dos llaves por separado, y a su vez mantener en secreto la localización del Ulth Kanopesh.

Una de las llaves permaneció en el mismo lugar donde habían encontrado el artefacto, bajo la custodia de cinco de los caballeros. La otra viajaría en compañía de los cuatro restantes a algún lugar lejano de la región. Finalmente, el propio Ulth Kanopesh fue trasladado por Lady Margot en persona y su cámara de doncellas de la Dama, que lo llevaron a algún lugar del que ni tan solo los Caballeros del Grial tenían conocimiento.

Finalmente, para dar reposo a los muertos de aquel lugar, la fortaleza fue reconstruida y convertida en un monasterio para los fieles del Grial y sus sirvientes. La presencia de los elegidos de la Dama mantuvo la sacralidad del lugar. Cuando el tiempo pasó y los caballeros fallecieron, sus seguidores los enterraron alrededor del monasterio convirtiéndolo en un verdadero lugar sagrado. Con el pasar de los años muchos caballeros errantes y doncellas de la Dama han acudido al lugar para peregrinar en él. El lugar fue rebautizado en algún momento como Aslacon, y el monasterio siguió con su día a día hasta la fecha de hoy.

Con el tiempo, la existencia del Ulth Kanopesh y sus dos llaves sagradas fue cayendo en el olvido de la mayoría. Sé que actualmente solo los cargos eclesiásticos del monasterio de Aslacon conocen esta historia.

Y así debe permanecer. Pues, aunque el artefacto fue sellado para siempre y jamás las desgraciadas almas que encierra podrán volver a ver la luz del sol, parte de su impío poder aún permanece en su abominable material. He sabido de gran certeza que la magia de Shyish es tan poderosa a su alrededor que aquel que pudiera abrir sus cerraduras podría levantar a los muertos de sus tumbas con gran facilidad. Las almas del interior aumentan con su lamento el poder de las magias nigrománticas.

Es pues afortunado que nadie salvo sus custodios sepa dónde se encuentran actualmente tanto las dos llaves como el artefacto. Lady Margot se llevó el secreto a la tumba, y allí a de permanecer hasta que el fin del mundo llegue y la arena del desierto haya barrido todo cuanto se ve en el horizonte.

Esto es todo cuanto puedo deciros acerca de vuestra consulta. Ruega mi corazón que os sea de gran ayuda, pues no anhelo otra cosa que serviros, desde mi más humilde saber de lo que deparan los tiempos.

Vuestro fiel vasallo,

Ankjnesh el Cronista”

La delicada y de perfectamente coloreada piel de la mano se cerró alrededor de aquel pergamino, estrujándolo despacio. Unos ojos brillantes de un castaño tan intenso como las cortezas de los árboles se alzaron de nuevo, observando a su subordinada.

"¿Y dónde dices que encontrasteis esto?" - Interrogó, con un tono de voz suave y difícil de descifrar.

"Los necrófagos lo trajeron esta mañana. Lo encontraron rebuscando entre las tumbas del templo del que nos apoderamos ayer. Todos los guardias khemrianos han sido ya destruidos."

Chantal no hizo gesto alguno durante unos instantes, en los que se limitó a observar las facciones de su discípula con aquellos ojos hipnóticos. Luego una sonrisa se dibujó en su rostro. Era tan intensa aquella atención, y tan arrebatador el gesto, que Beatrice sintió que el calor acudía levemente a sus mejillas mientras mantenía la mirada de su maestra.

"Informa a todos". – dijo finalmente, mientras tiraba el viejo pergamino quebrado sobre la mesa y empezaba a rebuscar entre otros libros y escritos. - "Cambiamos de rumbo y volvemos hacia el norte. Esa pirámide puede esperar. Si esto es un golpe de suerte es posible que podamos regresar con muchos más refuerzos…"

Beatrice sonrió también, irremediablemente cautivada.

"¿Vamos a descubrir entonces si el artefacto existe de verdad?"

"Y sé exactamente por dónde empezar…"

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