Saludos a todos, damas y caballeros.
Seguimos recuperando el lugar central que Fantasy merece en el blog, y lo hacemos con una nueva campaña que voy a jugar en Almería con Helios, el Reposo de los Muertos. Al igual que sucede con Círculo de Hechicería, la base de esta campaña es la maravillosa Círculo de Sangre de quinta edición, si bien no van a ser exactamente iguales. En primer lugar, los escenarios van a ser más leales a la campaña original; en segundo lugar, en este caso va a haber No Muertos contra Bretonia, sin Altos Elfos; y, en tercer lugar, la narrativa va a ser diferente, al estar ambientada ya no en Quenelles como Círculo de Hechicería sino en los Reinos Fronterizos. De hecho, esta campaña es parte de un marco narrativo mucho mayor, del que quizá os hablemos en un futuro.
Así que Chantal vuelve de nuevo a hacer el cafre, teniendo enfrente a Sir León Devance, barón de Carranza y Agarón y noble caballero del Grial. La campaña fue idea de Helios, quien es un enfermo del Trasfondo como yo, por lo que va a tener una profunda carga narrativa. Esta entrada en concreto va a servir tanto para presentar el Trasfondo introductorio, escrito por Helios, como para servir de entrada madre que permita enlazar posteriormente a todos los escenarios, relatos e informes de batalla que se vayan generando. Espero que os guste.
Campaña de Guerra entre el Culto de la Carne Inmortal y las mesnadas de Carranza
"Todo esto te daré si te postras y me adoras"
Mateo 4, 9
“En una Era
anterior a la medición del tiempo tal como conocemos hoy en día…
…aconteció en el
Trigésimo Cuarto Año del Despertar del Gran y Poderoso señor Amenemhetum, Luz
Soberana de los Altos Cielos, Adalid de Phatra de las Cinco Constelaciones, que
quede constancia ante sus humildes vasallos. Fue aquella la fecha en que los
ejércitos de la entonces esplendorosa e inigualable en poder Nehekara centraron
su atención en los territorios norteños que en aquel tiempo llamábamos Las
Fronteras.
La Luz Soberana
que a todos nos ilumina nombró a su campeón: Karitamen, el Escarabajo de la
Muerte, comandaría los ejércitos de la nación hacia el norte para aumentar la
riqueza y la gloria de Su Señor.
Este viajó con
las fuerzas nehekarianas y entabló una cruenta guerra con los salvajes
pielesverdes que habitaban aquellas inhóspitas pero muy fértiles tierras.
Obtener el control de la zona supondría al dominio de Amenemhetum un gran
aporte de riqueza cuando sus siervos pudieran explotar el suave y rico suelo.
Aunque el frente principal lograba avanzar con relativo éxito, una región algo más al noreste se mantenía irritantemente difícil de someter. Los pielesverdes de aquella región se mostraban feroces, y el ala derecha del avance nehekariano quedó atascado. El frente no podía continuar, porque dejaría atrás un enclave enemigo aún sin conquistar que podría llegar a atacarles por retaguardia. Tampoco se podían destinar más tropas allí, pues todas eran necesarias para mantener la presión sobre un frente que se veía superado en número con preocupante frecuencia.
Así, el gran
Karitamen tomó una decisión que cambiaría para siempre el destino de aquella
región de una forma que ni tan solo el general nehekariano podría haber
imaginado en aquel momento. La nigromancia, aunque mal vista, no era aún un
arte prohibido en los reinos de Nehekara. De esta forma Karitamen acudió al
brujo Tetrahon, un hechicero con un poderoso dominio de las artes oscuras y los
ritos para perturbar el polvoriento descanso de los muertos. Pidió a Tetrahon
que buscara la forma de derrotar a los enemigos del noreste, fuese cual fuese
el precio. El nigromante emprendió un misterioso viaje a las ruinas de Zadar
Akdum, que se decía habían sido construidas en tiempos en los que el hombre aún
no caminaba por la tierra, de las que tardó varios días en regresar.
Cuando lo hizo,
trajo consigo un prodigioso artefacto de forma similar a un cofre. Parecía
tallado en algún tipo de rara piedra, pero resultaba ligero como una pluma de
ave tigris. Tenía extraños grabados imposibles de descifrar para el ojo normal,
pero que producían mareos y nauseas en quienes los miraban demasiado tiempo.
Era el Ulth Kanopesh, una reliquia de tiempos oscuros, fabricado por seres
tenebrosos bajo el auspicio de dioses aún peores. Para desatar su terrible
poder el nigromante solicitó a Karitamen una legión de esclavos, que este le
concedió y fueron sacrificados uno a uno sobre el artefacto. Con la ayuda de
sus guardias el nigromante apoyaba la cabeza del sacrificio sobre la lisa tapa
del cofre para a continuación cortar su cuello. La piedra de la superficie
parecía absorber toda la sangre hacia su interior, y tras el sacrificio de los
seis mil ni una sola gota del rojo fluido había llegado a tocar la arena bajo
ellos.
Al terminar los cánticos impíos que acompañaban al ritual, el Ulth Kanopesh había adquirido un sutil reflejo enfermizo, y todo en varios metros a su alrededor parecía volverse más gris y menos tangible, como si una casi imperceptible niebla lo circundara.
Bajo las
detalladas instrucciones de Tetrahon, Karitamen envió de nuevo un ejército al
noreste, transportando con él el artefacto. Nuevamente dieron con los tenaces
orcos que allí habitaban, que poco a poco se fueron reuniendo en ingente
número. Finalmente, ambos ejércitos se encontraron en un gigantesco frente de
batalla que prometía decidir de una vez quién sería el vencedor definitivo de
aquel conflicto.
La batalla
transcurrió larga y sangrienta. Cuando el combate se encontraba en su punto más
álgido, y todo parecía por decidir, el comandante de las fuerzas de Nehekara
puso en marcha las órdenes que había recibido de su general. Ordenó cargar el
artefacto en su carro y dirigió personalmente un gran contingente de estos en
dirección al frente de batalla. Una que vez los carromatos se abrieron paso
hasta la misma línea de vanguardia asió la tapa del artilugio y tiró de ella
con fuerza para abrirla.
En el mismo
instante en que el cofre fue abierto, la tonalidad gris y la niebla tomaron una
sustancia mucho más real, y con un coro de aullidos escalofriantes, una ráfaga
de energía pálida y vaporosa pareció explosionar y expandirse en todas
direcciones, cubriendo a todos los presentes de ambos ejércitos. Eran las almas
de los hombres y mujeres sacrificados en su superficie, que quedaban
eternamente atrapadas en el artefacto para ser torturadas por este hasta la más
absoluta de las desesperaciones. Fue tan amarga, cruel y aterradora aquella
oleada que mató a todos y cada uno de los seres vivos que se encontraban en
aquel instante en varios kilómetros a la redonda. Las almas de todos aquellos
hombres y pielesverdes fueron arrastradas al Ulth Kanopesh por los espectros
que este tenía cautivos para compartir con ellos su angustia y locura por toda
la eternidad. En apenas un minuto la tapa del artefacto volvió a sellarse por
sí sola y un silencio sepulcral se extendió por todo el campo de batalla, hasta
un instante antes lleno de rugiente actividad. Los cuerpos de humanos y
pielesverdes yacían en el suelo donde la magia del Ulth Kanopesh los había
alcanzado, sin más signos externos que un rostro desencajado cuyos ojos se
habían metido hacia dentro.
Por su fiel
servicio, los soldados de Karitamen habían encontrado el más horrible de los
destinos. Incluso el propio general quedó tan horrorizado de lo sucedido que
ordenó a sus hombres construir una cámara subterránea donde sellaron el Ulth
Kanopesh. Luego mandó cubrir los innumerables cuerpos con tierra y levantar una
pequeña fortaleza sobre la cámara, a modo de punto estratégico para evitar que
los orcos retomaran la zona.
La campaña del gran Karitamen, el Escarabajo de la Muerte, prosiguió en Las Fronteras, y son fuente de muchos otros escritos. Aquí bastará decir que los años siguieron su inextinguible avance. Karitamen desapareció para siempre. Los hombres que había en la fortaleza sobre la cámara del artefacto se volvieron viejos, y sus hijos también. Las décadas se convirtieron en siglos, y ya no quedó nadie vivo que recordara el Ulth Kanopesh.
Con el devenir de la historia otros ejércitos pasaron sobre él. En
algún momento de ese devenir la fortaleza fue arrasada por los descendientes de
la estirpe de Nehekara, los muertos inquietos de Khemri. Muchos siglos más
tarde se formó en las fronteras de la región un poderoso dominio vinculado a
Arabia. Estaba gobernado por el emir Abd Hisham, uno de los lugartenientes del
diabólico Sultán Jaffar. Durante los tiempos de las cruzadas contra Arabia,
Hisham tenía su propio frente de guerra y expansión. Fijó su atención en las antiguas
tierras nehekarianas y expandió sus lindes hacia allí. Como sucede en tantas
ocasiones, aprovechó los restos de la antigua fortaleza como base para levantar
una propia nueva, de la que tuvo el control durante años. Finalmente, aquellos
cruzados que no habían podido llegar a Arabia por tierra, con el barón Tybalt
du Bois de Balzac a la cabeza, llegaron a los Reinos Fronterizos, nombre con el
que se conocía ahora la basta región en la que se encontraba la vieja
fortaleza. Mientras Tybalt continuaba su marcha hacia el este, un contingente
de caballeros se escindió de la columna con intención de derrotar a Hisham. Ya
que no habían podido colaborar en la destrucción del Sultán ardían en deseos de
acabar con su secuaz en la zona.
Los caballeros entraron en los dominios de Abd Hisham por la zona de la vieja fortaleza, por lo que fue la primera en ser puesta bajo asedio por las fuerzas bretonianas. El asalto fue muy sangriento, y muchos hombres de ambos bandos perdían la vida en el transcurso de las jornadas. Tras catorce días de asedio los cruzados se prepararon para un asalto final. Agruparon los trebuchet y concentraron su fuego sobre un punto de la pequeña fortaleza, con intención de debilitarlo para convertirlo en el lugar del asalto que debía rendir finalmente la defensa.
Los dioses son
caprichosos en sus designios y voluntades indescifrables. Pues quisieron ese
día que una roca especialmente pesada y certera entrara, con tan fortuita
precisión, por un portal bajo del edificio principal, por el que el proyectil
entró rompiendo madera y piedra como un cometa hasta incrustarse contra el
suelo causando una gran destrucción. En su impacto, había atravesado las losas
y golpeado una de las esquinas superiores de la cámara subterránea,
destruyéndola y dejando el hueco libre. Los defensores, extrañados del hallazgo
bajo sus pies, se abrieron paso entre los escombros abriendo la cámara y encontrando
en su interior el Ulth Kanopesh, que refulgía con el poder impío de las almas
atrapadas en su interior tanto tiempo antes.
Sin saber lo que
hacían, abrieron el cofre para averiguar qué podría guardar. La maligna
tormenta espectral recorrió nuevamente la zona, segando la vida de cuantos
alcanzaba en su terrible avance. Las almas de los presentes fueron arrastradas
a la compañía atormentada de sus verdugos en el interior del artefacto en aquella
explosión fantasmal, al igual que hubiera sucedido muchos siglos antes. Cuando
todo quedó en silencio otra vez, solo nueve hombres, de entre defensores y
atacantes, permanecían con vida. Eran los Caballeros del Grial que había
presentes en el ejército bretoniano en aquel momento. La serenidad
imperturbable de las aguas del Grial y su poderosa aura bendita les habían
salvado de los espectros del Ulth Kanopesh, incapaces de acercarse a ellos por
la luz que irradiaban sus espíritus.
Los Caballeros
del Grial permanecieron en los restos de la fortaleza, custodiando el impío
objeto. Buscaron a Lady Margot, una poderosa Profetisa de la Dama que
acompañaba a las huestes de cruzados, y le urgieron a viajar al lugar. Cuando acudió
a la llamada presta a ofrecer su ayuda a los elegidos del Grial, estos le
expusieron todo lo sucedido. Los diez debatieron mucho acerca del curso de
acción a tomar. Ninguno tenía el poder necesario para destruir tal artefacto,
tan impresionante en su material que era imposible adivinar quién podría haber
sido su fabricante. Además, irradiaba un aura de tal malignidad que los muertos
nunca parecían reposar del todo a su alrededor, como si estuvieran en todo
momento a punto de levantarse de nuevo para alimentarse de la carne de los
vivos.
Debido a todo
esto, y tras largas discusiones, finalmente acordaron el curso de acción a
tomar. Decidieron trasladar el Ulth Kanopesh a un lugar alejado de aquel campo
de batalla, lleno de potenciales soldados para un enemigo nigromántico. Pero
antes aprisionaron el propio artefacto en otro cofre, que cerraron con cadenas
mágicas con aceites benditos y oraciones sagradas que protegieran el exterior
del contenido con toda la magia celestial que la poderosa Profetisa pudo
reunir. Las indestructibles cerraduras solo podrían ser abiertas con dos llaves
fabricadas en la más pura plata bendecida en un lago de la Dama. Para mayor
seguridad, decidieron guardar las dos llaves por separado, y a su vez mantener
en secreto la localización del Ulth Kanopesh.
Una de las llaves
permaneció en el mismo lugar donde habían encontrado el artefacto, bajo la
custodia de cinco de los caballeros. La otra viajaría en compañía de los cuatro
restantes a algún lugar lejano de la región. Finalmente, el propio Ulth
Kanopesh fue trasladado por Lady Margot en persona y su cámara de doncellas de
la Dama, que lo llevaron a algún lugar del que ni tan solo los Caballeros del
Grial tenían conocimiento.
Finalmente, para
dar reposo a los muertos de aquel lugar, la fortaleza fue reconstruida y
convertida en un monasterio para los fieles del Grial y sus sirvientes. La
presencia de los elegidos de la Dama mantuvo la sacralidad del lugar. Cuando el
tiempo pasó y los caballeros fallecieron, sus seguidores los enterraron
alrededor del monasterio convirtiéndolo en un verdadero lugar sagrado. Con el
pasar de los años muchos caballeros errantes y doncellas de la Dama han acudido
al lugar para peregrinar en él. El lugar fue rebautizado en algún momento como
Aslacon, y el monasterio siguió con su día a día hasta la fecha de hoy.
Con el tiempo, la
existencia del Ulth Kanopesh y sus dos llaves sagradas fue cayendo en el olvido
de la mayoría. Sé que actualmente solo los cargos eclesiásticos del monasterio
de Aslacon conocen esta historia.
Y así debe
permanecer. Pues, aunque el artefacto fue sellado para siempre y jamás las
desgraciadas almas que encierra podrán volver a ver la luz del sol, parte de su
impío poder aún permanece en su abominable material. He sabido de gran certeza
que la magia de Shyish es tan poderosa a su alrededor que aquel que pudiera
abrir sus cerraduras podría levantar a los muertos de sus tumbas con gran
facilidad. Las almas del interior aumentan con su lamento el poder de las
magias nigrománticas.
Es pues
afortunado que nadie salvo sus custodios sepa dónde se encuentran actualmente
tanto las dos llaves como el artefacto. Lady Margot se llevó el secreto a la
tumba, y allí a de permanecer hasta que el fin del mundo llegue y la arena del
desierto haya barrido todo cuanto se ve en el horizonte.
Esto es todo
cuanto puedo deciros acerca de vuestra consulta. Ruega mi corazón que os sea de
gran ayuda, pues no anhelo otra cosa que serviros, desde mi más humilde saber
de lo que deparan los tiempos.
Vuestro fiel
vasallo,
Ankjnesh el
Cronista”
La delicada y de perfectamente coloreada piel de la mano se cerró alrededor de aquel pergamino, estrujándolo despacio. Unos ojos brillantes de un castaño tan intenso como las cortezas de los árboles se alzaron de nuevo, observando a su subordinada.
"¿Y dónde dices que encontrasteis esto?" - Interrogó, con un tono de voz suave y difícil de descifrar.
"Los necrófagos lo trajeron esta mañana. Lo encontraron rebuscando entre las tumbas del templo del que nos apoderamos ayer. Todos los guardias khemrianos han sido ya destruidos."
Chantal no hizo gesto alguno durante unos instantes, en los que se limitó a observar las facciones de su discípula con aquellos ojos hipnóticos. Luego una sonrisa se dibujó en su rostro. Era tan intensa aquella atención, y tan arrebatador el gesto, que Beatrice sintió que el calor acudía levemente a sus mejillas mientras mantenía la mirada de su maestra.
"Informa a todos". – dijo finalmente, mientras tiraba el viejo pergamino quebrado sobre la mesa y empezaba a rebuscar entre otros libros y escritos. - "Cambiamos de rumbo y volvemos hacia el norte. Esa pirámide puede esperar. Si esto es un golpe de suerte es posible que podamos regresar con muchos más refuerzos…"
Beatrice sonrió también, irremediablemente cautivada.
"¿Vamos a descubrir entonces si el artefacto existe de verdad?"
"Y sé exactamente por dónde empezar…"
Relatos y Trasfondo
Escenarios
- Asalto nocturno al monasterio de Aslacon
- La Defensa de Califaux
- Carrera Desesperada
- Vientos de Profanación
Informes de Batalla
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