miércoles, 20 de septiembre de 2023

[Informe de batalla] El tren de pólvora

Saludos a todos, damas y caballeros.

Tras presentar el otro día el escenario en esta entrada, paso a hacer el pertinente informe de batalla del tercer escenario de "La Gesta de Wallenstein". Es un escenario que, como habréis podido apreciar los que hayáis leído las reglas, es particularmente complicado para el bando bretoniano en el original, imperial en la adaptación. Es curioso, porque le pasa igual a "Círculo de Sangre", la otra campaña de quinta que hemos jugado en el Troglablog y en la que el tercer escenario es básicamente imposible para el jugador no muerto. Cosas de las campañas narrativas.

En cualquier caso, no estamos aquí para ganar (nunca nadie ha sabido decirme qué se gana exactamente cuando unos muñecos de plástico "vencen" a otros muñecos de plástico) sino para contar historias, y esta es la historia de cómo una hechicera piromántica del Imperio se internó en el bosque de Laurelorn con un carro hasta arriba de pólvora y malas intenciones. Dicho así, tiene todos los componentes para formar un relato divertido, y vaya si lo fue.

Para la partida, mis 1500 puntos estuvieron compuestos por lo siguiente:

  • Lorena Wallenstein: Gran Hechicera, nivel 3, báculo de hechicero, Orbe de Tormenta, Talismán del Destino
  • Lukas Wallenstein: capitán, pegaso, armadura de placas, escudo, Ensartadora, Espejo de Van Horstmann.
  • Guardia de la fortaleza: 25 alabarderos, grupo de mando completo, Estandarte del Deber
  • 10 arcabuceros (destacamento) (90)
  • Los vigilantes: 5 milicianos, pistolas, hostigadores.
  • Los guardias de caminos: 5 milicianos, pistolas, hostigadores. 
  • La Orden de los Pilares: 5 caballeros, sangre de Sigmar, grupo de mando completo, Estandarte del Matademonios
  • Orden del Oso Negro: 5 caballeros del corazón llameante, círculo interior, grupo de mando completo, Estandarte del Libre Paso, oficial con Corazón de Obsidiana.
  • Los valientes medianos: 5 halflings, hostigadores.
  • Los certeros del Aver: 5 herreruelos
  • Cruzabosques: Carro de guerra, corceles mecánicos.

Por su parte, los 1850 puntos de defensores del bosque silvanos estuvieron formados por:

  • Nábedul: Milenario, Pastor de árboles, desfile de duendes traviesos, cuerpo embrujado
  • Ab'la Val: Cantora de Árboles, Estirpe de los cambiaformas, nv 2, saber de las bestias, báculo del rayo
  • 10 Guardias del bosque, flechas certeras
  • 10 Guardia del bosque, flechas certeras
  • 11 Dríades, hostigadores, oficial, músico
  • 6 Jinetes del bosque, arcos élficos y lanzas, músico
  • 10 Bailarines guerreros, oficial con Espadas de Loec, músico, tambor de guerra
  • 5 Jinetes Salvajes de Kurnous, oficial, músico
  • 3 Arbóreos, corteza nudosa, oficial con ramaje punzante
  • 3 Jinetes de Halcón, arcos élficos, escudos, oficial
  • Gran Águila gigante

Tras desplegar yo en primer lugar y Sede después, sus elfos silvanos comenzaron, tal como determinaban las reglas del escenario.

Turno 1 elfos silvanos

Como se puede comprobar, los elfos comenzaban muy cerca de mí y además habiendo desplegado yo primero tenían capacidad para hacer daño donde quisieran, con lo que me vi forzado a proteger el exterior de mi ejército con tropas prescindibles y/o que pudieran hacer huidas que forzaran cargas fallidas. Así, Sede comenzó cargando con las dríades contra una unidad de milicianos, con los jinetes de Kurnous contra la otra y con los arbóreos contra los herreruelos. Estos últimos huyeron, pero lo hicieron en dirección a las dríades, las cuales les trabaron tratando de alcanzar a los milicianos que huían y los aniquilaron. Por su parte, los otros milicianos aguantaron y dispararon contra los jinetes de Kurnous, pero esta vez sus pistolas no causaron daño alguno.

Un comienzo bastante caótico, como por otra parte era de esperar. Tras eso, las unidades más ligeras de Sedeño se posicionaron a mi retaguardia, tratando de inquietar a mi hechicera...

Y, al final de la fase de movimiento, mi unidad de 25 alabarderos tuvo que chequear por el pánico de que los milicianos hubieran huido a través de ella, con un resultado previsible.

Perfection. Eso me pasa por no llevar portaestandarte de batalla. Posteriormente, en la fase de batalla, el destacamento de arcabuceros se comió unas zarzas místicas, muriendo seis de ellos...

Y luego la hechicera se convirtió en un oso, porque sí, porque podía. Y eso es muy molón la verdad.

Tal como era de esperar, esos pobres arcabuceros acabaron huyendo, aunque gracias a ser destacamento al menos no contagiaron el pánico por ninguna parte.

La fase de disparo fue bastante menos demoledora, en buena medida porque quedaba muy poco a lo que disparar que no hubiera huido, estuviera trabado o estuviera con unidades interpuestas. Así, solo hubo que lamentar la muerte de un halfling...

La de un caballero, que eso sí me dolió un poco más...

Y una herida en el carro de pólvora.

En la fase de combate, sucedió lo que tenía que suceder, y los jinetes de Kurnous masacraron a los milicianos. Lo malo fue que al arrasar pillaron también a los cuatro arcabuceros que huían, aunque bueno, esos pobres tampoco tenían demasiada esperanza y casi fue mejor que murieran pronto.

Turno 1 Imperio

Había previsto que el primer turno de los silvanos sería duro, y efectivamente así fue, aunque no tanto por lo que me habían matado (unidades en cierta forma prescindibles) como por que las huidas previstas habían acabado provocando otras huidas no previstas y atascos en ciertos puntos que me iban a impedir montar un buen contraataque. Eso era en buena medida culpa mía, por no haber metido un portaestandarte de batalla que me ayudara con los pánicos y por haber hecho un despliegue malo.

La falta de porta de batalla la volví a notar cuando el capitán en pegaso falló el chequeo de miedo y se negó a lanzarse a una carga con probabilidades de salir bien en el flanco de los arbóreos. Por suerte, los caballeros del círculo interior eran inmunes a psicología y eso les permitió lanzarse contra el hombre árbol, igual que el carro de pólvora, que se estampó contra unos arqueros.


También declaré carga con los caballeros normales (pero con ataques mágicos) contra los jinetes de Kurnous, pero los milicianos que estaban huyendo ahí se reagruparon, lo que me impidió completar la carga. También se reagruparon los alabarderos, no lo tenía nada claro visto el historial de chequeos de L que estaba haciendo.

La fase de magia no se me dio mal, pues no solo conseguí carbonizar un águila que estaba mirando a mi hechicera con intenciones aviesas, sino que colé la espada ígnea de Rhuin en los caballeros que se habían lanzado contra el hombre árbol. Con un +1 al herir y ataques flamígeros, la cosa empezaba a ponerse interesante en ese combate.

Tras una fase de disparo esencialmente intrascendente, pasamos a la carga que, si me salía bien, podía cambiar las tornas de la batalla. No obstante, entre tiradas para impactar malas y una salvación del hombre árbol que seguía siendo bastante potente solo conseguí colar una herida, que se convirtió en dos al ser flamígera... las mismas que el hombre árbol me coló a mí. Gané el combate, pero por poco, y el condenado roble andante se mantuvo en su sitio, lo que auguraba sufrimiento y muerte.

Por su parte, el carro simplemente se quedó ahí. Creo que mató a un arquero o algo pero no era un carro de verdad (tenía F3 y R7), con lo que ni iba a matar ni iba a morir.

Turno 2 elfos silvanos

Mi principal opción de victoria, que pasaba por cargarme al hombre árbol y sacar tal cantidad de puntos de victoria que me permitiera arañar un empate, se había desvanecido, e iba a sufrir las consecuencias. Para empezar, los bailarines guerreros cargaron contra el flanco de esos dos caballeros que quedaban, al tiempo que la hechicera en forma de oso cargaba contra el carro...

Y los jinetes de Kurnous cargaron contra los caballeros, siendo apoyados por la caballería ligera. Tuvimos muchas dudas respecto de si esto era posible o no pero lo cierto es que los jinetes son no solo caballería ligera sino hostigadores también, con lo que su flexibilidad de movimientos es máxima. En cualquier caso, no cambió de manera decisiva el curso de la batalla.

Finalmente, las dríades cargaron contra los milicianos que estaban cerca, los cuales huyeron por el miedo, atravesando en la huida al capitán en pegaso que no había conseguido cargar contra los arbóreos...

Y, como era de esperar, provocando un nuevo desastre.

Nunca he visto un hombre con más ganas de salir corriendo. En fin. La fase de disparo dejó únicamente una herida que se comió mi hechicera, lo cual nunca es agradable.

En la fase de combate no hubo sorpresas. Los pobres caballeros lucharon hasta el final, pero, por suerte o por desgracia, ese final llegó muy rápido.

Y los otros caballeros sufrieron un destino similar. Lo único bueno de ese combate es que los jinetes de Kurnous arrasaron contra los alabarderos, en lo que ya empezaba a ser un duelo que por fin podía ganar (o no)

Turno 2 Imperio

Llegados a este punto, mi único objetivo era que mi hechicera sobreviviera a la batalla para que pudiera, al menos, participar en la batalla final. Eso pasaba por alejarla del foco del combate, pero en el camino había unos molestos jinetes de halcón, con los que necesitaría tener mucho cuidado.

Sin cargas que poder hacer, llegó el momento de reagrupar gente. Los milicianos sí que se reagruparon, pero el capitán en pegaso...

Está visto que tener L8 es garantía de fallar cualquier chequeo de L que haya que hacer, mucho más que L7 o incluso L6. Bien está. Con lo poco que seguía en pie me dediqué a intentar cubrir todo lo que pude a mi hechicera, para que pudiera salir de ahí con vida.

Desafortunadamente, eso pasaba por carbonizar a los halcones igual que había hecho con el águila, pero no pudo ser. En el momento más desafortunado, la pobre hechicera fue incapaz de lanzar una bola de fuego potenciada. Al menos antes les había jodido el movimiento aéreo con el orbe de tormenta, pero no confiaba en que eso pudiera ser suficiente...

En la fase de disparo, el carro de ingenieros tampoco consiguió causar suficiente daño a los jinetes de halcón, con lo que iba a tener un buen problema. Al menos conseguí una victoria menor cuando los milicianos descargaron sus pistolas sobre los jinetes ligeros silvanos...

Y los hicieron huir. De nuevo, la maldición del L8.

En cuanto a los combates, los jinetes de Kurnous tuvieron una actuación bastante destacada, seguramente para resarcirse de ocasiones anteriores en que su desempeño había sido paupérrimo, y mataron nada menos que a nueve alabarderos. Por contra, yo solo conseguí matar a dos socios. Perdí el combate, pero usé mi Estandarte del Deber para tener una oportunidad de ser tozudo, y gracias a eso me mantuve en el puesto.

Lamentablemente para mí, el carro fue finalmente volcado, lo que me privó de otra vía de ganar la partida (una, en todo caso, bastante improbable)

Turno 3 elfos silvanos

Lo único que le quedaba a Sir Sedentor para redondear su triunfo era matar a mi hechicera, a lo que se puso con gran empeño y entusiasmo. Los movimientos fueron un poco complicados, porque lo que sucedió fue que los bailarines guerreros cargaron contra los halflings, que estaban a un lado del carro, y los halcones contra la hechicera, quien estaba al otro lado del carro. Tras varias huidas, los halflings fueron devorados por los halcones, los bailarines se estamparon contra el carro, y la hechicera consiguió huir sin problemas. Al mismo tiempo, las dríades cargaron contra los milicianos que estaban por el otro lado de la mesa, los cuales huyeron por el miedo, y las dríades acabaron contra el flanco de los alabarderos.

Pese a que la hechicera se había librado de ser despedazada por las espadas de los bailarines guerreros, se había quedado muy expuesta a recibir disparos enemigos, y eso, cuando esos disparos proceden de un ejército de elfos silvanos, solo tiene un desenlace posible...

Todos sabíamos lo que iba a pasar. Al igual que en el combate entre jinetes de Kurnous y alabarderos, que podía estar más o menos equilibrado o incluso a mi favor, pero dejó de estarlo claramente en el momento en que aparecieron las dríades. De los dieciséis alabarderos que quedaban con vida, solamente dos sobrevivieron a la ensalada de leñazos (¿lo pilláis?) que les cayeron, y aunque consiguieron matar a dos jinetes de Kurnous en venganza, fueron obviamente perseguidos y atrapados por el único que quedó en pie.

Resultado: victoria de los elfos silvanos

Si no es la mayor paliza que me haya llevado nunca, poco le falta. Tenía todos los condicionantes para ello: los elfos silvanos desplegaban después, muy cerca, jugaban primero y encima tenían más puntos, con lo que el resultado normal era la derrota del Imperio. Es lo que tienen las campañas narrativas, los escenarios no tienen por qué estar equilibrados ni ser justos, como la vida misma. Y eso es algo que me gusta incluso aunque sea en mi contra, como en este caso. También creo que tendría que haber optado por una táctica quizá diferente en lugar de confiar en abrir un hueco por el que pudiera pasar el carro, cosa que obviamente no se dio. ¡¡Y, desde luego, haber superado algún chequeo de L podría haber ayudado!!

En cualquier caso, esto no ha terminado, pues todavía queda una última batalla que librar, una oportunidad para que los imperiales se venguen de las derrotas sufridas y enseñen a esos abrazaárboles que ir despreciando la pólvora quizá no sea la mejor de las ideas. No sé cuándo podremos librar esa batalla, pero confío en que no tardaremos mucho, y por supuesto aparecerá por aquí en cuanto la juguemos.

¡Hasta entonces!

4 comentarios:

  1. Qué historia tan molona. El imperio lo tenía crudo, pero una misión tan explosiva tarde o temprano podía torcerse.
    Historia, ejércitos guapos, mesa currada... qué más queremos los seguidores!
    Un abrazo

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    1. ¡Muchas gracias! La verdad es que sí, meterte en el bosque con un carro hasta arriba de pólvora es ir buscando el desastre, y así ha sido... es lo que tenía que pasar.

      Lo que le falta a la historia es un final adecuado y mejores fotos, a ver si consigo hacer ambas cosas, porque siempre he sido un fotógrafo pésimo xD

      ¡Un abrazo!

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  2. Que vergüensa, vaya paliza te han dado los comeflores… (Chernov)

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    1. Como diría nuestro Amado Líder... ¡¡chusma na más!!

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