Saludos a todos, damas y caballeros.
Como he venido diciendo en entradas recientes, hace unos diez días que eché la última partida de la campaña veraniega del Dracula´s America. Creo que, a nivel de frikismo, va a ser una de las cosas que con más cariño recuerde de este año. No me canso de decir que es un juegazo, y si encima se puede jugar con personas con la misma mentalidad, guiada por lo narrativo y las ganas de contar historias (que es la forma correcta de jugar a esto de los moñecos, digan lo que digan los posmodernistas, herejes y liberales), tanto mejor.
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El jefe indio de Raúl posando para que le hagan una foto o le peguen un tiro en la cara |
Para esta última partida decidimos hacer las cosas a lo grande, lo que se concretó en dos cuestiones: por un lado, introdujimos NPC en forma de zombis y de una especie de fantasma, el verdugo, cuyas reglas aparecen en el tercer libro del Dracula´s America y que me serviría para usar este miniaturón de Reaper. Por otro, decidimos que habría sucesos sobrenaturales no solo si se sacaban dos cartas iguales, sino que valdría con que fueran del mismo número y color. Todo esto queda hilado narrativamente, como veréis, con el artefacto de los españoles y con el hecho de que a los cafres de mis soldados no se les ocurriera cosa mejor que profanar un cementerio indio, que fue el resultado que les salió en la tabla de exploración en la partida anterior.