Saludos a todos, damas y caballeros.
Hace un año publiqué el primero de los artículos de Trasfondo dedicados a la variopinta colección de escoria que forma parte de mi Proyecto: Perdidos y Condenados. No he vuelto a publicar ninguno porque no me he puesto con nada nuevo, nunca fue un proyecto que fuera a hacer con mucha prisa. Sin embargo, como mostré en la entrada de escalada del mes de abril, he comenzado ya con un nuevo grupúsculo de salvajes, una guardia renegada que de hecho comencé a conversionar hace fácilmente 15 años y que ahora he retomado.
Siempre me ha gustado esta imagen |
Como he dicho en más de una ocasión, lo que más me gusta de este proyecto, y de 40k en general, es la brutal libertad creativa que permite, pudiendo hacerse prácticamente cualquier cosa. La posibilidad de tener un puñado de unidades, cada una de su padre y de su madre y con su propio Trasfondo, me permite dividir el ejército prácticamente en un conjunto de bandas pequeñas en lugar de tener que formarlo como un ejército cohesionado. Y eso también tiene su gracia, sobre todo a efectos de, en primer lugar, darle mucha personalidad y, en segundo lugar, hacerlo más manejable.
88º DE TRIARIOS
Orígenes
El origen del infame 88º de triarios se remonta al planeta Laetio, perteneciente al Segmentum Solar y colonizado en una época muy temprana de la expansión humana por las estrellas. Sus primeros colonizadores lo nombraron Laetio en honor a la zona de la que procedía una de las grandes civilizaciones de la Antigua Terra, a la que procuraban imitar en lo referente a la civilización, las leyes y la ingeniería. Laetio fue durante mucho tiempo un auténtico oasis de desarrollo y cultura, casi al mismo nivel que Terra.
No obstante, este nivel de desarrollo fue la causa de su perdición, ya que provocó que sufriera enormemente en la Edad Oscura de la Tecnología y, sobre todo, en la Era de los Conflictos. Laetio se vio obligado a abolir buena parte de los derechos que lo convertían en una sociedad tan avanzada, instauró una tetrarquía militar y llevó a cabo una profunda reforma de su ejército. Aquello le permitió sobrevivir, aunque fue a costa del establecimiento de una sociedad castrense, en la que el Ejército se convirtió en la institución más poderosa del planeta, hasta el punto de que solamente aquellos que hubieran alcanzado un cierto rango en la carrera militar podían alcanzar la plenitud de sus (limitados) derechos civiles. En paralelo, la religión tradicional comenzó a ser sustituida por el culto a extraños dioses de la guerra, especialmente entre los militares.
Estos cultos fueron erradicados con la llegada del Emperador y su política ateísta. Laetio, dada su cercanía con Terra, fue de los primeros planetas en ser ocupados por las fuerzas imperiales en la Gran Cruzada, algo que se hizo sin guerra de por medio. Los orgullosos tetrarcas de Laetio fueron suficientemente inteligentes como para saber que si se unían al Emperador no solo podrían mantener cierto grado de control sobre su planeta sino que sus soldados tendrían guerra por todas las estrellas. Y así fue, siendo los soldados laetianos muy apreciados entre los mandos de la Gran Cruzada.
Esta fama se mantuvo tras la Herejía, en la que Laetio se mantuvo decididamente leal al Emperador y en la que sus soldados protagonizaron muchas batallas gloriosas contra las fuerzas del architraidor Horus. Pero el Imperio ya no era el mismo: el Emperador había sido confinado al Trono Dorado, la Humanidad se había partido en dos, la unidad de propósito había terminado y la guerra era omnipresente. La esperanza que había representado la Gran Cruzada se había desvanecido, y los conflictos pasaron a tomar un cariz muy diferente, un cariz en que las antiguas herejías y las nuevas blasfemias podían prosperar.
Esto es lo que sucedió con el 88º de triarios de Laetio, que se unió a las fuerzas del Gran Enemigo en el M33. Los triarios eran las tropas más veteranas del ejército de Laetio, y el 88º era uno de sus regimientos más afamados. También era uno en el que había comenzado a calar una cultura marcial de exaltación de lo bélico, con duelos rituales, recuento de enemigos caídos y prácticas semejantes. Cuando este regimiento fue enviado a enfrentarse a los Libertadores, la partida de guerra de los Devoradores de Mundos de Vlad Khorgal, las autoridades imperiales sellaron su perdición.
En realidad, el 88º combatió valientemente contra los Devoradores de Mundos, manteniendo la línea imperial y frenando acometida tras acometida. No obstante, el poderío marcial de los guerreros de Khorne comenzó a sembrar una semilla de duda en los soldados imperiales respecto a cuál debía ser su auténtica lealtad, sobre todo cuando los nobles del planeta que estaban defendiendo no participaban en el combate (como era costumbre en Laetio) sino que se escondían en sus palacios. La gota que colmó el vaso fue cuando la Inquisición intentó, en mitad de la campaña bélica, purgar al 88º por haber visto demasiadas cosas contrarias a la propaganda imperial. En ese momento, el 88º se rebeló contra el Imperio, se unió a Vlad Khorgal y fue, de hecho, crucial en la captura del mundo imperial que hasta entonces habían defendido. Los mandos del 88º y Vlad Khorgal sellaron su alianza sobre los cráneos de los inquisidores que habían intentado purgarlos y los nobles que habían creído que los soldados morirían por ellos sin cuestionarse nada.
Organización
Antes de unirse a las huestes de Khorne, el 88º de triarios era, como todas las unidades de Laetio, una unidad fuertemente disciplinada y jerarquizada, con líderes al mando de cada diez, cien y mil hombres. La cadena de mando era férrea y esa era, de hecho, una de las grandes razones de su eficacia en el campo de batalla. Los soldados tenían una gran confianza en sus mandos, en buena medida porque eran militares veteranos como ellos, que habían combatido en primera fila de batalla y que muchas veces seguían dirigiendo desde lo más duro del combate.
Esto propició que la estructura se mantuviera en buena medida después de la traición. Junto con la existencia de una cultura previa que ya estaba teñida de un culto a la guerra, los oficiales siguieron siendo respetados como guerreros superiores, aunque a la par comenzó a desarrollarse una transformación terrible. Muchos oficiales que hasta entonces habían sido duros, pero justos con sus soldados, pasaron a convertirse en tiranos despiadados que disfrutaban torturando e incluso asesinando a sus hombres. Al mismo tiempo, comenzó a establecerse una cierta estructura de mando paralela en la que surgieron cabecillas favorecidos no ya por su rango sino por su salvajismo en batalla o la cantidad de enemigos que masacraban. En muchos casos esta estructura paralela y la oficial coincidían, pero no siempre es así y a medida que ha ido pasando el tiempo la brecha entre la estructura oficial y la oficiosa ha ido aumentando.
Por otro lado, la unión a los Devoradores de Mundos no ha interferido demasiado en la organización del 88º, por no decir que no ha significado nada. Vlad Khorgal nunca ha estado demasiado interesado en esas cuestiones, dejando que cada uno de los grupúsculos que forman su partida de guerra se organice como buenamente prefiera.
Habilidades de combate
Los triarios, al ser las unidades más veteranas del Ejército de Laetio, tendían a ser recompensadas con el mejor equipo. Esto se traducía ya no solo en una mayor disponibilidad de armas especiales para la infantería sino en el apoyo de gran cantidad de carros de combate, carros que el 88º de Laetio ha mantenido. Su especialización es, por tanto, la lucha blindada, con los carros como punta de lanza y la infantería apoyando su avance.
Leman Russ del 88º de Laetio |
La labor de la infantería, de hecho, era defender el ataque de los blindados protegiéndolos de las amenazas de otros soldados y, especialmente, de otros blindados. Los triarios solían tener mucho armamento pesado con el que neutralizar los carros de combate del enemigo, y el 88º no era ninguna excepción, estando especialmente entrenado en el uso de cañones láser y armas de fusión.
Tras la traición, el 88º ha mantenido buena parte de su equipo y sus habilidades, si bien, una vez más, su nueva lealtad ha operado ciertos cambios en los soldados. La mayoría sigue manteniendo la misma disciplina de la que siempre habían hecho gala, y adoran al dios de la guerra precisamente a través de su orgullo marcial y su capacidad de combate, también a distancia. No obstante, un porcentaje pequeño, pero cada vez mayor, ha empezado a perder el juicio a pasos agigantados, abandonando cualquier adiestramiento previo y cualquier consideración táctica y primando el combate cuerpo a cuerpo. En batalla, estos soldados dementes se lanzan sobre el enemigo blandiendo hachas y mazas empapadas en sangre, usando solo pistolas o lanzallamas e invocando el nombre de Khorne.
Al hacer esto, los soldados imitan a sus aliados Devoradores de Mundos, pero dado que no disponen ni de su genética mejorada ni de la protección de una servoarmadura, normalmente tienen un final funesto. Esto es lo que permite que la facción más partidaria del estilo de guerra tradicional mantenga el poder dentro del regimiento, siendo la facción berserker más una anomalía que otra cosa, aunque es una anomalía con un peso creciente. Incluso existe una tercera facción, minoritaria y prácticamente secreta, que alberga algún pensamiento respecto a si se tomó la decisión correcta con la traición, y si no habrán cometido un terrible error uniéndose al Gran Enemigo.
Creencias
Las semillas para la caída del 88º de triarios de Laetio habían sido puestas mucho tiempo atrás, antes incluso del alzamiento del Emperador y el inicio de la Gran Cruzada. De hecho, la historia del 88º ejemplifica la gran paradoja del papel de la Humanidad en el milenio siniestro y la terrible galaxia que habita: debe enfrentarse al Caos para su supervivencia pero, a su vez, ese enfrentamiento y esa guerra perpetua fortalece al Caos y debilita a la Humanidad.
El estricto régimen marcial que el planeta Laetio se vio obligado a adoptar para evitar su extinción desarrolló una cultura castrense en la que la adoración abierta a Khorne estaba a solo un paso. La Verdad Imperial y su carácter ateo permitió mitigar la fuerza de esta cultura guerrera, pero la caída del Emperador permitió su resurgimiento. Se puede argumentar que, en realidad, todo el planeta Laetio está cerca de la adoración a Khorne, y que lo único que lo evita es que nunca han estado en contacto con adoradores de este dios o que han sido purgados a tiempo. Esto no pasó con el 88º, y el regimiento acabó uniéndose a las filas del archienemigo, a las cuales quizá siempre había pertenecido en realidad.
Esto, en cualquier caso, es materia de debate para las pocas personas dentro del Imperio autorizadas a mantener una discusión de esta naturaleza. Lo cierto es que toda la tradición marcial y la cultura guerrera del 88º encontraron su razón de ser en la adoración a Khorne, el dios que les recompensaba por ser lo que siempre habían sido: guerreros.
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