Saludos a todos, damas y caballeros.
Creo que los cambios de estación me sientan fatal. Es la única forma que tengo de explicar que mis entradas más ñoñas, lacrimógenas y existenciales se concentren en torno a la primavera y al otoño. Por alguna razón, cuando los días empiezan a alargarse o acortarse, cuando llegan el frío o el calor y aparecen o desaparecen las nubes me convierto en una persona que no debería ser, un despojo sensiblero sin nada bueno que aportar a la sociedad. Tampoco es que el resto del año sea mucho mejor persona, pero al menos lo camuflo con un poco más de dignidad.
Como en muchas de esas otras entradas, la relación con los moñecos es más bien tangencial, pero como a estas alturas el blog ya es básicamente mío y me lo follo como quiero, y dado que lo estoy usando en buena medida como forma de guardar las cosas que quiero recordar, pues toca entrada ñoña otra vez. Es posible que, dada la edad media de los que nos dedicamos a este hobby, alguno lo lea y tenga una sensación parecida a la que me ha sugerido esta entrada. De ser así pues mira, otro motivo para escribirla.