sábado, 10 de febrero de 2024

[Helios] Estado de las Regiones Devastadas en el 2024 CI

Saludos a todos, damas y caballeros.

2023 fue un año en que las Regiones Devastadas experimentaron un cierto movimiento, especialmente en la primera mitad del año, con campañas como "La pesadilla de una noche de invierno" o "La sombra y la llama", esta última pendiente de terminar. También aparecieron nuevas facciones, como el Clan Rikkens de Helios, el clan Escudoinquebrantable de los enanos de Dani o mi Tribu de la Pezuña Ensangrentada, que ya había dado guerra por Almería unos años atrás.

Uno de los muchos enfrentamientos en las Regiones Devastadas

Desafortunadamente, mi bajada de ritmo de publicación en la segunda mitad del año hizo que algunas de estas cosas se me hayan quedado en el tintero, pero ha venido Helios en mi auxilio para hacer un relato que sirva como estado de situación de las Regiones Devastadas a medida que afronta su cuarto año de existencia. Es, como diría Galadriel, una relación de las cosas que fueron, las que son, y algunas que serán. Espero que os guste.

LAS REGIONES DEVASTADAS EN EL MES SEGUNDO DEL AÑO 2024 DEL CALENDARIO IMPERIAL

La situación en el Este de las Regiones Devastadas, alrededor de la zona conocida como la Hondonada de los Sueños, había sufrido una escalada de violencia como ninguno de los implicados hubiera podido predecir. Lo que se había iniciado como un enfrentamiento entre las fuerzas imperiales y pielesverdes de la región por el control de los importantes caminos que cruzaban el lugar había ido atrayendo poco a poco a otros intereses y facciones, en un efecto en cadena totalmente inesperado cuando acudieron a aliados y mercenarios para tratar de obtener ventaja sobre el rival.

Esto había puesto nuevas piezas sobre el tablero, que mes a mes se iba volviendo más complejo. Nuevas piezas que, por una razón u otra, habían desarrollado sus propios intereses en las resoluciones de los diversos conflictos que azotaban la zona. Todo había comenzado en los caminos que cruzaban el Este de la región. Durante ese tiempo, los ejércitos skaven que recorrían la región más al norte habían llegado a la Hondonada de los Sueños azuzados por las cultistas de Puerto Gris, y se encontraron con un ejército comandado por el Águila de Myrmidia. Esta vigilaba la zona mientras el señor Dante se encontraba en su cacería del dragón, y había salido con sus ejércitos para infligir una dura derrota a una expedición ogra de intenciones sospechosas que ponía en peligro el camino. Al caer la noche de aquel día, los skaven cayeron sobre ellos. Haciendo gala de su extraordinario poder sobre la oscuridad, el Rikoukii Kiktir Ticheck dejó gravemente malherida al Águila de Myrmidia, y sus fuerzas rompieron las líneas imperiales expulsándoles de la región para llevar a su señora de vuelta a la Fortaleza de la Luz Perpetua para tratar de salvar su vida.

Golgragg, tercer hijo del señor Orcan, era un habitual de la ciudad de Kesuroan del Millar de Lanzas, animado por su espíritu inquieto de cazador a moverse lejos de los dominios de la Tribu en la Puerta Glacial. Como todos los descendientes de Orcan, su obsesión constante era encontrar la forma de impresionar a su progenitor, y ascender así en la tensa y siempre competitiva jerarquía entre sus hermanos a ojos del Tragaimperios. Lo acompañaba su hermana Kriggig, cuyas visiones le pusieron sobre aviso de un poderoso artefacto que, de caer en su poder, mejoraría los banquetes festivos, algo de gran gloria para cualquier ogro que sin duda contentaría a su padre. Así, ambos viajaron hacia el lugar para hacerse con el artefacto. A medio camino, una fuerza de humanos imperiales al mando del Águila de Myrmidia les había salido al paso. Los Tragaimperios y los humanos de la Fortaleza de la Luz Perpétua ya eran viejos conocidos, y no de los que se llevaban bien. Los tileanos del ejército averlandés expulsaron con gran furia a los ogros de la zona, que siguieron su ruta hacia el interior de la Hondonada de los sueños. Allí fue donde las fuerzas de los Tragaimperios de Orcan se encontraron con las del Clan Rikkens, y se produjo otro sangriento enfrentamiento en el que los ogros se llevaron la peor parte, teniendo que retirarse de la oscuridad que parecía engullirlos y dejando el trofeo para los hombres rata.

Estos estaban poco interesados en el objeto que buscaban Golgragg y Kriggig: un enorme caldero hechizado con enigmáticas energías. Sin embargo, el gran fragmento de piedra de disformidad sobre el que se encontraba para alimentar su poder sí que les interesaba, y mucho. Tal como sus extrañas aliadas inesperadas les habían informado, allí se encontraba. Solo el tiempo desvelaría los intereses que aquel culto de hembras humanas tenía en beneficiar al Clan.

Ante esta situación, las fuerzas de la Fortaleza de la Luz Perpétua habían tratado de cumplir desesperadamente con su misión de mantener aquel tramo del Camino Imperial ante la inmensa horda de pielesverdes que había surgido desde los Territorios Fragmentados al sur. Además, en un arranque de soberbia y coraje como solo un Wallestein podía tener, el señor Dante había jurado, para mantener la seguridad de la región, destruir con sus propias manos al gran y poderoso mal que había despertado en las tierras malditas del Pantano de las Sombras en forma de un anciano y colosal dragón carmesí llamado Arardogat.

Imagen de Ciruelo Cabral

El señor del Gran Waaagh de las Tres Tribus, el poderoso Hurk Clavo Oxidado, había estado observando con disgusto cómo en los últimos años las fuerzas humanas del Imperio se instalaban en la zona al norte de sus dominios, y eso le enfurecía enormemente. Pero, con sus fuerzas ocupadas en librar una encarnizada guerra al Oeste con esos otros humanos bretonianos, no había podido hacer mucho por evitarlo. Y eso le enfurecía aún más. Hasta ahora. Con las fuerzas de Bretonia recientemente atrincheradas en Las Ocho Villas de Plata, los ejércitos orcos habían podido retirarse del duro castigo y dedicarse a otros frentes. Cuando los hombres a sueldo de Averland prepararon la columna de marcha para asaltar Urbadûm, el caudillo orco negro vio su oportunidad. Con una violencia increíble, asaltó los caminos y las posiciones principales que los fortalecían, presionando el avance imperial por todos los frentes con un número ingente de tropas.

Ante aquella situación, los Wallestein tomaron la decisión más frecuente para solucionar estos imprevistos: acudir a las arcas familiares. Con las grandes sumas con las que contaban, unieron a su causa a un recién llegado a la región, los mercenarios enanos del Clan Escudoinquebrantable. Uniendo fuerzas, contraatacaron tratando de rodear a los pielesverdes entre dos frentes. Por su naturaleza orca, muchos subestimaban la astucia del Gran Caudillo. Sin embargo, llevaba mucho más tiempo que aquellos enemigos sobre aquellas tierras, y sus redes de poder se extendían de una forma mucho más compleja de lo que casi nadie imaginaría. Usando a aliados comunes, compró para su causa a su vez a sus propios mercenarios. Los oscuros skaven de Pico Esmeralda del Clan Rikkens. Los dominios del señor orco negro eran enormes, y llenos de recursos y esclavos con los que pagar sus servicios, que estos aceptaron de buen grado. El Clan Rikkens, curtido en su oficio durante milenios de servicio como mercenarios y piratas, demostró ser un arma mortal en las manos de quien la adquiriera. Letales en combate, y nativos de la oscuridad como si esta misma les obedeciera, los espeluznantes Rikkens cayeron sobre la columna de marcha enana que debía reforzar la línea imperial y la desmoronó por completo. Al mando del terrible Rikoukii (señor de la guerra) Kan’o’Tichek, los guerreros hombres rata dejaron las fuerzas enanas tan dañadas o dispersas que el avance se retrasó semanas. Para entonces, más y más skaven habían ido llegando a la región, como si alguien hubiera roto una botella que los contenía al llamarlos a aquel conflicto, y comenzaron a moverse con motivaciones propias.

Por alguna misteriosa y oscura razón, conocida solo por ellos, el consejo de Rikoukii de Pico Esmeralda había determinado tratar de eliminar el avance imperial hasta Urbadûm, inquietantemente interesados por mantener con vida a Arardogat pues, además, la presencia de este distorsionaba los mismos Vientos de la Magia, y atraía la esencia de aquellos que eran más beneficiosos para la magia que practicaban los adeptos del Loto Oscuro, los hechiceros del Clan Rikkens. De esta forma, Kan’o’Tichek dirigió al ejército contra la retaguardia imperial, que se vio obligada a atrincherarse en unas ruinas de la zona, y aún así sufrió una terrible sangría a manos de los hombres rata.

A pesar de ello, el total de las fuerzas imperiales desplegadas era muy poderoso, y a pesar de las terribles pérdidas que habían sufrido ya en lo que llevaban de camino, seguían contando con el número suficiente para llegar hasta su destino, aunque en cifras que empezaban a ser preocupantes. Los supervivientes de la fuerza del Clan Escudoinquebrantable se unieron a ellos cuando lograron reorganizarse.

Sin embargo, no estaban solos en aquella lucha. Los bretonianos de Las Ocho Villas de Plata habían sufrido un castigo muy severo en los últimos años. Enfrentados a hordas de muertos vivientes, pielesverdes y monstruosos trolls y ogros en su cruzada por mantener la luz en aquellas impías tierras, sus fuerzas se encontraban debilitadas. Por ello, el barón León Devance había decretado una política de guerra más defensiva, y él mismo en persona se había puesto en marcha hacia Carranza para reclutar nuevos caballeros que reforzaran la causa de la Dama del Lago en sus tierras. Aún así, no podían desentenderse del todo del exterior, pues sus campañas habían llevado a los bretonianos a controlar zonas más allá de sus fronteras, en el Paso de la Mina, y jamás un caballero de Bretonia dejaría sin amparo a aquellos que se protegían bajo él. Debido a todo esto, el barón dejó a sir Lionel Devance el Quiebrabestias, senescal del Karek de los Caballeros, como regente de la baronía en su ausencia y al primo de este, sir Bastian Devance la Tempestad, al mando de una pequeña y veloz fuerza de patrulla de las tierras del exterior. Cuando al llegar al Paso de la Mina tuvo noticias del conflicto que sucedía al Este, decidió acudir en ayuda de las fuerzas del bien que allí luchaban. Debían ayudar a la gente que luchaba en noble causa, y asegurarse de mantener aquella guerra lejos de las zonas bajo su protección. Así, emboscó a los orcos y goblins que acosaban la retaguardia imperial y enana en retirada, y luego los acompañó en su avance. 

Apenas se adentraron en el Pantano de las Sombras, las famosas hordas de mutantes monstruosidades que las leyendas contaban que las habitaban se hicieron realidad. Gigantescas bestias de cuerpos torturados de forma maldita comenzaron a perseguirlos. Convencido de la misión que impulsaba a los imperiales, pues la destrucción de aquel dragón diabólico debía llevarse a cabo, sir Bastian encomendó a las fuerzas del Imperio a continuar su avance, y se giró junto a sus fuerzas para detener el paso de los monstruos. Aquello les costó una carnicería. Los bretonianos no habían nacido para aquel tipo de guerra. Las cargas de sus caballos se veían atascadas por el fango, las nieblas fétidas lo oscurecían todo, y los gigantescos seres de pesadilla surgían de todos lados entre árboles putrefactos y ciénagas. A pesar de defenderse con coraje ante la avalancha de horror muy pocos lograron retirarse con vida. Con su sacrificio, al menos, los caballeros de Las Ocho Villas de Plata habían cumplido su palabra y ganaron el tiempo suficiente para que las últimas formaciones de imperiales se adentraran en las ruinas de Urbadûm, donde el destino incierto les aguardaba…

No solo los hombres sufrieron el horror del Pantano de las Sombras. Poco interesados en las diferencias de facciones, los monstruos se abalanzaron también sobre los pielesverdes que acosaban infatigablemente la columna de avance de imperiales y enanos. Hordas de trolls, comandadas por el legendario y gigantescamente aterrador Falf el Durmiente, fueron atraídas hacia ellos con la promesa de un festín en el olor del aire. Ambas fuerzas poseían una ferocidad enorme, y se causaron un gran daño el uno al otro. Sin embargo, la naturaleza de los hijos de Falf los convertía en un enemigo casi imposible de erradicar, y cuando la noche llegó las ciénagas se encontraban llenas de grupos de siempre hambrientos trolls alimentándose de los restos de pielesverdes inertes sobre el agua fangosa. Tras aquello, el Gran Waaagh se marchó del lugar, empujado por el pantano a retroceder hacia el Oeste, donde se encontró con un nuevo e inesperado actor para la intrincada función que se desarrollaba en el lugar.

La actividad maligna y las energías alteradas de la zona habían terminado atrayendo a los hijos del Caos a las Regiones Devastadas. Tan solo llegar a la zona la tribu de hombres bestia de la Tribu de la Pezuña Ensangrentada había hecho notar su presencia. Como una horda de enfurecidos saqueadores, llegaron desde el norte y comenzaron a asolar la región en gran número. Aquel azote alcanzó rápidamente a los enanos del Clan Escudoinquebrantable que, tras las duras batallas en los pantanos, regresaban a donde los suyos trataban de establecer un nuevo asentamiento. Rápidamente se vieron rodeados, obligados a atrincherarse en torno a un diminuto poblado levantado en torno a una cervecería. Aquel asentamiento era lo único que había en la entrada del camino que llevaba hacia el sur, que en aquel sitio se hundía en el terreno dentro de un gran risco durante varios kilómetros, por lo que era un punto de paso vital. Si las fuerzas del Caos lograban tomar el lugar, quedarían de nuevo atascados en la región, obligados a buscar otro camino durante kilómetros inciertos. De ese modo, formaron en torno a la cervecería y se dispusieron a resistir. 

Cuando la inmensa horda diabólica se les echaba encima, el senescal de Las Ocho Villas de Plata hizo su aparición. Al mando de un contingente de caballería, cargó contra el avance del Caos tratando de romper sus líneas antes de que llegaran hasta los enanos. Sir Lionel había acudido en búsqueda de las fuerzas de su primo Bastian, que se habían perdido en el Pantano de las Sombras y del cual no tenían noticias aún. Además, había sido puesto en aviso por familiares lejanos del linaje enano que habitaban en Las Ocho Villas de Plata, por lo que entendieron la situación en cuanto la vieron. Sin embargo, ni tan solo la llegada de los caballeros de Bretonia pudo cambiar el destino de la batalla. La alianza de hombres y enanos sufrió una dura derrota ante las feroces hordas de Arkogor, el caudillo que comandaba a los hombres bestia. Este puso en retirada a las fuerzas de la luz, que se vieron obligadas a huir por el mismo paso que habían defendido antes de que la cervecería fuera ocupada por los hijos del Caos.

Fue ahí donde se encontraron con los pielesverdes que se retiraban desde el Oeste. Ambas fuerzas, inusitadamente astutas, se dieron cuenta de que la otra era la oportunidad de dar el golpe final a los humanos y enanos que aún se resistían en el último núcleo de defensa del lugar más allá de la garganta entre las colinas. Arkogor y El Aplastador, el líder orco al que Hurk había puesto al mando de aquellas fuerzas al norte, trazaron un plan conjunto. Los hombres bestia, más veloces en su marcha, daría un rodeo por el que atacar a los aliados enemigos desde un flanco inesperado. Mientras, para mantenerlos clavados en el sitio y darles tiempo a la tribu de la Pezuña Ensangrentada para llevar a cabo su parte, los pielesverdes acamparon justo frente a ellos, obligándoles a mantener la posición o ser asaltados mientras se movían. Sin embargo, las fuerzas del mal habían subestimado la determinación de los enemigos frente a ellos. Intuyendo alguna artimaña por lo que estaba sucediendo, y con los corazones llenos de odio por el enemigo que tanto sufrimiento les había causado, hombres y enanos formaron para la batalla y, entre gritos de guerra y juramentos de venganza, hicieron lo único que los orcos no se esperaban: se lanzaron al ataque. Las fuerzas de la luz entraron como un cuchillo en las formaciones de enemigos que salieron a defender el campamento. Una gigantesca horda de pielesverdes ferozmente salvajes, guerreros y jinetes de jabalí les recibieron. Los hombres bestia lanzaron su ataque por sorpresa, pero la velocidad del ataque enemigo hizo que llegara descoordinado con los defensores orcos. Estos, durante un instante, contuvieron la carga enemiga con su ingente número. Pero conforme más unidades de enanos y bretonianos chocaban contra ellos su línea fue cediendo y finalmente se rompió. Los hombres bestia llegaron en ese momento, pero para entonces las formaciones enanas estaban bien cerradas y organizadas, y la caballería humana estaba causando una matanza entre los pielesverdes a la huída.

Finalmente, todas las fuerzas malignas en la zona se retiraron, y los seres de bien lograron mantener una ruta por la que regresar a sus tierras. Por su parte, ya que habían decidido ponerse del lado de las criaturas que, probablemente sin saberlo, guardaban el lugar de reposo de Arardogat, el Clan Rikkens había desaparecido del Pantano de las Sombras tan silenciosamente como había llegado, dando por terminado su trabajo allí para ocuparse de sus propios asuntos; y dejando a humanos y pielesverdes a su suerte, que tuvieron un enfrentamiento final en los pantanos antes de que las hordas de trolls cayeran sobre los orcos y los imperiales se perdieran entre la niebla rumbo a su objetivo.

Por otro giro del destino, los saqueos de la Tribu de la Pezuña Ensangrentada han atraído más atenciones aún a las Regiones Devastadas. Una amenaza creciente. Los primeros ecos de un conflicto futuro que sacudiría el lugar como hacía siglos no lo habían visto los que allí habitaban, manifestándose como si de unas nubes oscuras se tratasen, perfilándose en el lejano horizonte pero indudablemente más cercanas a cada día que pasaba.

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