lunes, 13 de mayo de 2024

La Cruz de Plata: epílogo

Saludos a todos, damas y caballeros.

Como en todos los casos previos, a la conclusión de una campaña le corresponde un relato adecuado para darla por finalizada como Dios manda, porque estamos en esto por la historia. Diez días después de que terminara la campaña "La Cruz de Plata", va siendo hora de que me ponga a ello de una vez, que estoy remoloneando más de la cuenta y llevo mayo a un ritmo terrible también. Habrá que ponerle remedio, demonios.

Imagen de Nuwam Tharaka

Centrándonos en el tema: como anticipé en la entrada correspondiente, sé que la primera expansión del Silver Bayonet está convenientemente ambientada en los Cárpatos, y creo que en un castillo. No sé más ni me he comprado la expansión todavía porque de todos modos es probable que no la juegue hasta después del verano, pero me parece una opción interesante para seguir la historia de la Hermandad de la Misericordia, o lo que queda de ella. Por lo tanto, este relato será tanto una culminación de la campaña que he jugado como un puente hacia la que espero jugar... un puente un poco a ciegas porque todavía no sé muy bien de qué va, pero bueno, es un castillo en los Cárpatos en un juego de horror gótico, tampoco se requiere una gran imaginación.

Lo dicho, os dejo con el relato. Espero que os guste.

LA CRUZ DE PLATA: EPÍLOGO

Muy pocos conocían en Gyulafehérvár la existencia de la Hermandad de la Misericordia, y eran menos todavía los que eran conscientes de la sagrada misión que habían emprendido al adentrarse en los oscuros bosques de Transilvania. Y, de ellos, nadie esperaba volver a verlos con vida. Sabían lo que había en esas siniestras montañas, y que su misión había sido desesperada desde el principio. Pero no habían tenido otra opción: en la inevitable guerra que se avecinaba entre católicos y luteranos, las fuerzas del averno también iban a tomar parte, y había que detenerlas o cuanto menos debilitarlas antes de que fuera demasiado tarde... en la medida en que eso fuera posible. Muy pocos eran los que habían creído que ni siquiera la devota Hermandad de la Misericordia pudiera acabar con aquel mal, y a medida que los días pasaban, hasta los más optimistas perdieron la esperanza.

Y una tarde lluviosa, cuando ya nadie contaba con volver a verlos con vida, la Hermandad de la Misericordia regresó, como fantasmas de un sueño transformado en pesadilla.

En sentido estricto, apenas volvió la mitad de la Hermandad, y lo hicieron en un estado terrible. El capitán Rodrigo Velázquez, el sargento Konrad von Wiezsäcker y el fraile portugués Joao Castanho fueron los únicos capaces de regresar a la relativa civilización de la capital transilvana, y lo hicieron mostrando unas heridas, tanto físicas como espirituales, a las que parecía imposible que hubieran sobrevivido sin enloquecer. 

Pero, aunque Rodrigo Velázquez no había perdido el juicio, sí estaba muy, muy enfadado, tal como mostró cuando llegó directamente al palacio de Gyulafehérvár sin descansar siquiera del viaje y se enfrentó a Istvan Bathóry.

"¿Sabéis quién nos esperaba en esa capilla? Lo sabíais desde el principio, ¿verdad? ¡¡Lo sabíais y no nos lo dijisteis!!"

Istvan Bathóry había esperado esa conversación desde que supo que Rodrigo Velázquez había llegado a la ciudad, y estaba preparado para ella. Sabía que no había forma de suavizar la situación, así que no lo intentó.

"Sospechábamos que estaba ahí, pero no lo sabíamos con certeza. Al fin y al cabo, nadie había vuelto de ese lugar para poder contarlo"

"Tres de mis hombres no han vuelto. De haberlo sabido..."

"¿Habría cambiado algo?" dijo Istvan Bathóry, y Rodrigo Velázquez se sorprendió de la determinación con la que hablaba. No estaba acostumbrado a que nadie le hablara así. "Sois la Hermandad de la Misericordia, habríais ido de todos modos, porque es vuestro deber. Y vuestros hombres habrían caído frente a Erszébet. Ambos conocemos lo que el deber significa, y ambos sabemos que en ocasiones es necesario hacer sacrificios, incluso nuestra propia vida"

Rodrigo Velázquez se calmó. Aquel hombre llevaba razón, y sabía que las muertes de sus hombres, aunque dolorosas, habían sido inevitables. En la lucha contra el Gran Enemigo eran muchos los llamados a las benditas filas de los mártires. Al menos habían muerto en la Gracia de Dios.

"Lamento sus pérdidas" dijo Istvan, calmándose también al ver que el capitán español atemperaba su ira. "Vos habéis vuelto, y supongo que eso significa que Erszébet..."

Rodrigo Velázquez asintió.

"Ha muerto, en la medida en que esas cosas puedan morir. Yo mismo le di muerte. Pero no pudimos recuperar la cruz de plata... si es que había alguna"

Istvan Báthory cambió hábilmente de tema.

"Esas ruinas han estado malditas desde hace generaciones, y entiendo que encontrarais una gran resistencia en ellas. Supongo que, con ella muerta, su impío poder desaparecerá y el mal que anida en ellas desaparecerá poco a poco... si es que el mal puede ser extirpado de esta tierra"

"Temo que su extensión sea mayor de lo que creéis"

El duque húngaro miró al español con suspicacia.

"¿Por qué lo decís?"

"Cuando retornábamos a Gyulafehérvár fuimos emboscados por hombres que decían estar al servicio de Bethlen Gabor. Eso era algo que podíamos esperar y no habría nada sorprendente en ello, pero en mitad de nuestro enfrentamiento se manifestó un mastín infernal, que combatió del lado de los soldados de Bethlen Gabor"

Istvan Báthory calló durante un largo rato, como si tuviera miedo a hablar, hasta que finalmente dijo:

"¿Sugerís que Bethlen Gabor está practicando brujería, y se ha aliado con el Gran Enemigo?"

"Es una posibilidad que no debemos desdeñar, y de ser así, debe ser castigado en consecuencia, antes de que sus aberraciones vayan a peor"

Istvan Báthory paseó por el salón de su palacio, iluminado por el resplandor de unas antorchas que parecían acobardadas ante la revelación que habían escuchado. De alguna forma, las sombras parecían alargarse en una representación macabra del terror que acechaba en el corazón de Transilvania.

"Si vamos a por él, estallará la guerra. Es un príncipe poderoso entre los luteranos y cuenta con el apoyo de muchos de los electores del Imperio."

"La guerra estallará de todos modos" replicó Rodrigo Velázquez "y, cuando suceda, será mejor que estemos preparados. Informaré a Roma y esperaré sus instrucciones. Si me dicen que investigue a Bethlen Gabor lo haré, y si está practicando la nigromancia será ejecutado"

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