sábado, 22 de abril de 2023

[Informe de batalla] Manada de lobos (II)

Saludos a todos, damas y caballeros.

Continuamos con la segunda parte del informe de batalla del otro día, el primero dentro de la campaña "La Cruz de Plata", de The Silver Bayonet. Concretamente este escenario está pensado para ser jugado en solitario, y como pudisteis ver en la primera parte, es un escenario chulo que mete presión al jugador a base de soltar lobos y más lobos... y algún hombre lobo también, no sea que vayamos a vivir tranquilos. Todo ello mientras hay que ir buscando pistas, que es la forma que tiene el escenario de incentivar que las miniaturas se muevan por toda la mesa.

Imagen de Anna Kowalczewska

En ese sentido, se parece al primer escenario de la campaña de Exploradores de las Profundidades Sombrías, en el que también hay una investigación contrarreloj mientras no paran de salir zombis y ratas. La fórmula funciona, McCullough la repite con pequeñas variaciones y yo creo que quedamos todos contentos, porque son partidas agradables de jugar. Si además la partida es entre soldados de los Tercios y licántropos, que merece ser el argumento de alguna peli de serie B, pues tanto mejor.

Dicho esto, continuamos con la batalla.

Turno 4

Aunque malherido, el condenado hombre lobo se negaba a caer, y seguía enfrentándose a nosotros con una vitalidad impía. Entre la oscuridad y la maleza apenas podía seguir el combate, pero de pronto escuché un grito de dolor y vi a Konrad Von Weizsäcker caer al suelo, tapándose un corte profundo. El licántropo le había alcanzado, y la herida parecía ser seria.

Dediqué las tres activaciones que tenía al combate contra el hombre lobo, pero ni Konrad con su alabarda de plata ni el espadachín consiguieron hacerle nada. Al menos el fraile recuperó tres puntos de vida para el espadachín, que los iba a necesitar. Posteriormente, en su activación, el hombre lobo se cargó a Konrad.

Por su parte, los dos lobos que habían aparecido al final del turno anterior avanzaron hacia Rodrigo Velázquez, amenazando con una carga inminente.

Tanto Rodrigo como Marco y el explorador intentaron acabar con los lobos, a base de pistolas en el primer caso y arcabuces en los otros dos, pero no acertaron ni una. Y probablemente iba a acertar todavía menos, porque como evento de final de turno comenzó a llover, poniendo un -1 en las tiradas de disparo.

Turno 5

Un trueno retumbó en el cielo, sonando como si la cólera de Dios se hubiera fijado en aquel lugar del bosque y quisiera castigar a los blasfemos. Desafortunadamente, al trueno le siguió la lluvia, lo que me dificultaría mantener la mecha del arcabuz encendida. Tendríamos que librar la batalla solo con Fe y acero, y ya sin pólvora.

Por suerte, pude ver con el rabillo del ojo cómo García de Paredes clavaba su espada en el cuello del hombre lobo. Con un poco de suerte, esa bestia no volvería a levantarse...

El turno comenzó con una buena noticia, que fue que el espadachín consiguió finalmente cargarse al licántropo, aunque para ello tuve que gastar una repetición. The Silver Bayonet incorpora la posibilidad de emplear determinados dados "de destino" en repeticiones de tirada o en evitar daño o cosas similares, supongo que como forma adicional de limitar la aleatoriedad que mucha gente ha criticado en los juegos de McCullough.

Además de eso, Marco Pescara consiguió herir seriamente a un lobo, y Rodrigo Velázquez mató al otro de un pistoletazo. Aquí me equivoqué porque activé a uno más de los que podía, que es la mitad de la banda redondeando a la mitad, por lo que tras la muerte de Konrad deberían haber sido solo dos.

Después, el lobo que quedaba cargó contra Velázquez, muriendo tal y como era de esperar. El otro lobo se enfrentó al espadachín García de Paredes, y salió malherido, aunque no murió.

Finalmente, el explorador, ya liberado, investigó otra de las pistas, y encontró un objeto que le permitiría que sus ataques a disparo fueran de plata. Eso compensaría el haber perdido la alabarda de plata de Konrad.

Parecía que, pese a todo, la situación comenzaba a estar controlada. Todos estábamos heridos, pero, salvo por Konrad, nos manteníamos en pie, y los lobos habían sido rechazados. Pero cuando uno forma parte de la Hermandad de la Misericordia, aprende a no festejar antes de tiempo. Pues, efectivamente, un nuevo aullido se alzó de entre el melancólico sonido de la tormenta, indicando que nuestras penurias no habían terminado.

Y así es, el evento de final de turno fue... la aparición de un nuevo licántropo. Al menos ya teníamos dos arcabuces disparando plata, pero con lo que había costado cargarse al primero, otro más iba a ser divertido.

Turno 6

Lajos, el explorador, disparó contra el hombre lobo que se le acercaba. Pese a tener disparos de plata, solo consiguió colarle 2 de daño.

Por su parte, resistí la tentación de disparar con Rodrigo Velázquez al licántropo y en su lugar investigué una nueva pista. No en vano el escenario va de investigar pistas y sacar soldados de la mesa. Me vino bien, porque conseguí más plata, en este caso en cuerpo a cuerpo.

En la fase de los monstruos, el hombre lobo cargó contra el explorador, pero por suerte para mí no le hizo nada, y mi soldado pudo retroceder, listo para soltarle otro arcabuzazo en cuanto pudiera. Además, el lobo que seguía trabado con el espadachín murió definitivamente. La limpieza que estábamos haciendo era fina.

Mientras recargaba mi arcabuz, vi cómo fray Castanho se dirigía a mí y, con una sonrisa de gran bondad, hacía el gesto de la cruz. Mi corazón quedó reconfortado, y agradecí al Señor, no solo que hubiera hombres santos como él, sino que estuvieran cerca de nosotros en momentos de peligro como aquel.

Posteriormente, tanto el espadachín como el monje comenzaron a dirigirse hacia el borde de la mesa, pues de eso iba la partida. A medida que se retiraba, Fray Castanho curó un poco a Pescara.

Eso le iba a venir muy bien, porque al final del turno apareció un nuevo lobo muy cerca de su posición.

Turno 7

Para empezar, el hombre lobo se llevó sendos disparos, de Lajos y de Rodrigo, que lo dejaron casi muerto... pero no del todo, para mi desdicha.

En su fase, el hombre lobo cargó contra el explorador, pero sucedió lo mismo que en la ocasión anterior: no le hizo nada y yo aproveché para sacar al explorador fuera del combate. Estoy pensando que tendría que haber curado al hombre lobo, quien cada vez que se activa recupera dos puntos de daño, y no lo hice... fallo mío.

Posteriormente, García de Paredes buscó una pista, y encontró un amuleto que permitió recuperar el dado de destino que había tenido que emplear antes en matar al hombre lobo. Sin duda me sería útil.

Por su parte, Fray Castanho abandonó la mesa...

Y otro de los lobos se acercó a Pescara, quien no había conseguido cargarse al que se le acercaba, u cuya situación comenzaba a complicarse.

Turno 8

Disparé sobre el lobo que se me acercaba, pero la humedad de la lluvia había impedido que la mecha prendiera adecuadamente, y el tiro falló. Mientras la bestia se acercaba relamiéndose, vi que otra me acechaba por la espalda, en una emboscada bien tendida, y vi también que me había quedado aislado de mis compañeros, quienes comenzaban a abandonar la zona.

Así que tomé la decisión más sensata que se podía tomar en esas circunstancias, y eché a correr.

Efectivamente, viendo que el pobre Pescara iba a tener problemas serios, lo activé en primer lugar e hice que echara a correr como alma que lleva el diablo. Lajos disparó sobre el hombre lobo, pero esta vez no le hizo nada...

Aunque, una vez más, el hombre lobo tampoco le hizo nada a él.

Mientras corría hacia mis compañeros, vi a nuestro oficial, el monje con armadura, enfrentarse contra el temible hombre lobo. La bestia vaciló al ver al caballero sagrado alzarse ante él, y eso fue todo lo que necesitó Rodrigo para clavarle su daga de vela en la base del cráneo.

"Que el Señor te conceda la paz", musitó mientras el licántropo se desplomaba en la tierra.

Efectivamente, decidí matar de una vez por todas al hombre lobo con Rodrigo, aunque para ello tuve que gastar las dos repeticiones que me quedaban. Pero fue una buena inversión.

Finalmente, García de Paredes abandonó la mesa también...

Y otros dos lobos entraron. Ya tenía nada menos que cuatro lobos sobre la mesa.

Turno 9

Viendo el percal, simplemente retiré a los que quedaban en la mesa, terminando con ello la partida.

Finalmente, pudimos dejar atrás a aquellos lobos surgidos de las peores pesadillas de los hombres. Nos sorprendió que no nos persiguieran, pero supongo que, tras ver cómo habíamos matado no a uno, sino a dos licántropos, incluso para esas bestias se impuso el instinto de supervivencia.

Todos estábamos en condiciones de continuar, incluso Konrad Von Wiezsäcker, quien tenía una herida aparatosa, pero no letal. Tras limpiarla y vendarla lo mejor que supimos, decidimos pasar la noche en un claro cercano, pues no queríamos llegar a la capilla donde se guardaba la cruz de plata de noche. No sabíamos a quién tendríamos que enfrentarnos en aquel lugar. Cuando planteamos la cuestión, la mirada de Lajos mostró una preocupación significativa, pero no dijo nada... y nada preguntamos, aunque era evidente que sabía más de lo que decía.

Eso sería problema para el día siguiente.

El único que había caído en combate era Konrad, y tras tirar por él, se vio que estaba en perfectas condiciones de seguir combatiendo. Además, ganamos suficiente experiencia como para que uno de los soldados obtenga +1 al coraje... cosa que me va a venir bien en la siguiente partida. Pero no os diré de momento por qué. Confío en que pronto aparezca por aquí.

¡Hasta entonces!

4 comentarios:

  1. Tienes tu propio universo alternativo de juegos con miniaturas. La pregunta es: ¿Hasta dónde lo escalarás?

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    1. Jajajajaja... pues eso depende sobre todo de lo que le dé por hacer a McCullough, para qué nos vamos a engañar. O de forma más aplia, a Osprey.

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    2. La verdad que, McCullough, es una fiera creando juegos y contenidos. Yo tengo algunos juegos suyos,pero aún no los he leído. Muy buena partida. Enhorabuena Soter, ha molado mil.
      Un saludo.

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    3. ¡Muchas gracias! La verdad es que McCullough ha conseguido encontrar una fórmula que es a la vez sencilla y molona, lo cual, sumado a que tiene una imaginación desbordante, es garantía de éxito. Son juegos que exigen muy poco y dan mucho a cambio. Ya me dirás qué te parecen cuando los pruebes, pero yo los veo muy sexys.

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