martes, 21 de enero de 2025

El Perfecto Carnicero

Saludos a todos, damas y caballeros.

Ya conocéis el dicho de "Año nuevo, vida nueva". Esto no es un axioma, sino una declaración de intenciones, que puede cumplirse o no. De momento, lo que llevamos de 2025 sí parece que está produciendo una serie de cambios más o menos importantes en todo el mundo, que quizá no nos lleven a una vida nueva (o sí), pero ahí están. El tiempo dirá.

En cualquier caso, quiero aportar mi granito de arena a todos esos vientos de cambio (pedazo de canción) y, en el caso concreto de este blog, eso se hace vía moñecos. En lo que va de año estoy pintando comparativamente menos, pero una de las minis que he sacado tiempo para pintar ha sido una de líder redencionista del Necromunda de 1995, que veis en la foto. Es grave pensar que una mini nacida en 1995 tiene 30 años, pero al margen de ese dato doloroso, es un pepinaco de miniatura...

Que no está pensada para hacer de sacerdote redencionista, sino de líder cultista de los Discípulos de la Redención Roja. En esta partida que jugamos Chernov y yo en verano, el que hasta entonces estaba siendo usado como líder de mi ejército de Perdidos y Condenados, Xarax el Archidemente, murió una vez más en combate. El caso es que el colega ha ido acumulando demasiados ridículos, y ya iba siendo hora de que muriera, muerte que quedó reflejada en este relato

Ahí estuvimos hablando de que el Archidemente iba necesitando un sustituto, sustituto cuya miniatura ya tenía preparada. Faltaba pintarla y darle un buen Trasfondo y un buen nombre, para lo cual adopto la sugerencia que me hizo el Señor Serviorco y le pongo por nombre "Perfecto Carnicero". Lo cual en realidad es una especie de título, pero nos entendemos. Uno muy adecuado para un individuo de Khorne, cuyos cargos rara vez son executive branch manager o sales manager assistant, sino El Traidor, El Invencible y, en general, cosas dignas y merecedoras de respeto. Creo que "El Archidemente" es un título insuperable, pero tenía que morir y "Perfecto Carnicero" también es un nombre muy meritorio.

Y con eso, y con un relato de presentación, aporto mi granito de arena para los cambios de 2025: un nuevo sacerdote de Khorne para liderar mis huestes de cultistas, renegados y tarados en la Guerra de Fe que mantengo contra Chernov desde 2023. Puede que tal guerra termine este año, puede que no... pero confío en que no tardaréis mucho en ver a este chalado en acción. Hasta entonces, os dejo con el relato. Espero que os guste.

EL PERFECTO CARNICERO

El Alto Mando de las fuerzas imperiales se había reunido en la Basílica de San Aurelio el Victorioso, el templo más importante de Tyrus Prima. Dada la naturaleza de mundo cardenalicio de Tyrus IV, la Eclesiarquía era omnipresente, y no era casualidad que el Alto Mando se reuniera en la sede de gobierno eclesiárquico, como no era casualidad que estuviera compuesto por tantos sacerdotes como militares. Esto era algo que al comandante Chernov, en buena medida, le tranquilizaba. No solo por el respaldo espiritual que el culto al dios-Emperador ofrecía a sus fieles, sino porque, dada la naturaleza del enemigo que asolaba Tyrus IV, había cosas que era mejor que dijeran los sacerdotes... cosas de las que un soldado no debería hablar, ni siquiera saber. La Inquisición, también presente en Tyrus IV, podía mostrar una mayor comprensión hacia el clero que hacia los soldados de la Guardia Imperial, y en cualquier caso Chernov no tenía el más mínimo interés en atraer su atención.

Aquel día, el estado de ánimo imperial se encontraba en una situación contradictoria. Las fuerzas del divino Emperador habían conseguido reconquistar terreno perdido en una contraofensiva que había revertido buena parte de las ganancias del Gran Enemigo, pero había tenido que pagar un alto precio por ello. No solo se habían perdido incontables vidas: el cementerio de la ciudad santuario de San Vasnyk, un lugar de peregrinación donde estaban enterradas generaciones de sacerdotes y peregrinos y que guardaba algunas de las reliquias más preciadas de la Eclesiarquía, había tenido que ser reducido a cenizas. La alternativa era que una horda de cultistas del dios de la sangre lo hubiera profanado, lo cual habría sido aun peor... pero, en el proceso, todas las fuerzas imperiales que defendían el lugar habían sido barridas por el fuego de la propia artillería a solicitud del oficial al mando, que sabía que no podía mantener la posición.

Al menos quedaba el consuelo de que toda la gigantesca horda reunida por los adoradores de Khorne había sido volatilizada. Lo que quedaba por determinar, y constituía el propósito de la reunión de aquella fría mañana en Tyrus Prima, era si también había muerto el maldito hereje que los lideraba. Se le conocía como Xarax, el Archidemente de Armageddon, planeta en el que había nacido y en el que se había convertido al culto del dios de la sangre tras la aparición del primarca Angron unos pocos años atrás. Aunque la Legión de Acero tratara de mantener un perfil bajo al respecto frente a la Eclesiarquía de Tyrus IV, el hecho de compartir planeta con el líder de sus enemigos era algo que les llenaba de ira y vergüenza, una mancha que habían estado dispuestos a borrar desde el primer día.

"Sabemos que el hereje conocido como Xarax el Archidemente estuvo liderando el ataque sobre el cementerio de San Vasnyk" dijo el general Shaneka, omitiendo convenientemente la referencia a Armageddon en el nombre del cultista. "Sabemos también que el bombardeo de artillería solicitado por el bendito teniente Sonnen acabó con la vida de todos los presentes en un radio de un kilómetro del cementerio, fueran imperiales o renegados"

El comandante Chernov tuvo que reconocer la capacidad diplomática de su general. Al llamar "bendito" al teniente Sonnen, el oficial de la Legión de Acero que había solicitado el bombardeo sobre su posición, estaba implicando que era un mártir de la fe en el dios-Emperador y, por tanto, que los eclesiarcas debían estar agradecidos a los soldados de Armageddon. Evidentemente, solo la Eclesiarquía tenía autoridad para considerar bendito a un ciudadano del Imperio, pero si no estaban de acuerdo con el general Shaneka, tendrían que molestarse en contradecirle.

"En todo caso" continuó el general "hemos enviado equipos de búsqueda a la zona, y hemos realizado un seguimiento de todas las imágenes de que disponemos. Los equipos de búsqueda no han encontrado nada, pues todos los cadáveres están, como es de esperar, irreconocibles. Pero no había nada con vida ni indicios de que algo hubiera podido sobrevivir al bombardeo. Las imágenes tampoco muestran ningún tipo de movimiento en la zona desde el bombardeo hasta que aparecieron los equipos de búsqueda"

Shaneka clavó los ojos en el confesor Vensk, el eclesiarca de mayor rango en Tyrus IV, y afirmó sin temor en la voz: "Por todo ello, no hay indicio alguno de que el Archidemente haya podido sobrevivir al bombardeo"

De nuevo, el comandante Chernov admiró el uso táctico del lenguaje por parte de su general. No había dicho claramente que el Archidemente estaba muerto, sino que no parecía que pudiera estar vivo. En teoría, una cosa implicaba necesariamente la otra, pero en una guerra contra el Gran Enemigo no se podía estar seguro de que la lógica fuera a aplicarse correctamente.

"Agradezco vuestra dedicación, general, y la de todos sus hombres, en especial la del bendito teniente Sonnen" dijo el Confesor Vensk. "La muerte de ese impío renegado me agrada, y estoy seguro de que también le agrada a Él en el Trono"

El general Shaneka inclinó la cabeza en agradecimiento a las palabras del confesor, pero éste continuó:

"Sin embargo, es probable que el enemigo designe a un nuevo líder. Quizá haya ciertas luchas intestinas entre ellos mientras se produce este relevo en el liderazgo, pero tarde o temprano lo harán, y cuando eso suceda, debemos estar preparados para nuevas ofensivas. No podrá haber descanso hasta que todos y cada uno de ellos hayan dejado de profanar el bendito suelo de este planeta"

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Por todo el aeropuerto pululaban soldados, cultistas y mutantes en un estado de excitación casi preocupante. El capitán Lashijar, del 88º de triarios de Laetio, hacía tiempo que se había cansado de ejecutar a los elementos más indisciplinados y se contentaba con mantener un cierto perímetro de seguridad en el espacio donde la lanzadera debía tomar tierra. Sus hombres apenas bastaban para la labor, y algunos de ellos estaban tan enfervorizados como las masas a las que debían contener, por lo que, si la aeronave esperada se retrasaba un poco más, era probable que se acabara produciendo un baño de sangre...

Pero eso agradaría a Khorne, pensó, con lo que ni tan mal.

Lashijar pertenecía a la rama más marcial del 88º de triarios, la que no se había abandonado por completo a la carnicería sino que creía en la aplicación de la disciplina militar como forma de adorar al dios de la sangre. No era la mayoritaria, pensaba a veces con cierta melancolía, y lo era todavía menos en la ofensiva de Tyrus IV. Su regimiento era la tropa de choque más preparada de la fuerza de liberación del planeta, pero la voz cantante la llevaban los desquiciados cultistas de la Redención Roja, y cualquier intento de inculcarles la más mínima noción de comportamiento táctico en el campo de batalla era un ejercicio estéril. Aquello no le importaba tanto en lo referente a los cultistas rasos, pues siempre se podía contar con que sirvieran de carne de cañón y ocasionalmente atraían la atención de los hijos predilectos del dios de la sangre. Pero en lo que se refería a sus oficiales, a Lashijar le molestaba sobremanera que el 88º de triarios tuviera que estar sujeto a las órdenes absolutamente insensatas de unos sacerdotes que no sabían nada de la guerra, solo de la matanza.

Y la muerte del Archidemente no iba a cambiar eso. Las fuerzas que atacaban Tyrus IV eran en realidad una amalgama de muchas organizaciones distintas, y aunque el 88º de triarios había tratado de aprovechar el vacío de poder para hacerse con el liderazgo, su apuesta había salido mal. Los Discípulos de la Redención Roja eran la fuerza más numerosa, la que más apoyos tenía entre las raleas de mutantes, y la más enfervorizada. Era inevitable que siguieran al mando, y Lashijar tendría que seguir enviando a sus soldados a luchar en batallas cargadas de simbolismo y significación religiosa, pero sin sentido estratégico ninguno.

Una sombra cubrió el aeropuerto, y los aullidos de la multitud se redoblaron. La lanzadera, cubierta con los símbolos del culto de Khorne y con varios cráneos atados al fuselaje con gruesas cadenas, inició su descenso. El griterío, antes descoordinado, fue condensándose en un cántico estremecedor.

"¡Perfecto carnicero! ¡Perfecto carnicero!"

La lanzadera se posó, y la compuerta posterior se abrió. El nuevo líder de las fuerzas de Khorne en Tyrus IV descendió la rampa. Vestía, como Lashijar había esperado, con ropajes clericales, una túnica recargada con pergaminos con textos de los que siempre goteaba sangre. Su rostro estaba parcialmente oculto por la máscara de un cráneo dorado, pero sus ojos relampagueaban tras ella, ojos colmados de demencia y salvajismo. En una mano sostenía un ejemplar de las "Visiones de Sangre y Gloria", el texto fundacional del culto, mientras que en la otra llevaba un rifle de fusión. Había un aura de poder y violencia a su alrededor que mostraba bien a las claras que su señor estaba con él, y su voz se elevó potente hacia el profanado cielo de Tyrus IV cuando gritó:

"¡Sangre para el dios de la sangre! ¡Cráneos para el trono de los cráneos!"

Sin darse cuenta de lo que hacía, el capitán Lashijar abandonó su compostura y se unió a la alabanza a los Poderes Ruinosos.


1 comentario:

  1. Cuanta herejía junta, habrá que purgarlos a todos, claro. Cosa que a Khorne le agradará, pero bueno.. (Chernov)

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