(Redactado por Soter)
La Segunda Era de Mordheim comenzó muy poco después de la Primera, allá por inicios de 2016, si no me falla la memoria. En términos de juego corregimos algunos de los errores que habíamos cometido en la Primera Era, y le dimos un enfoque más de Frostgrave, en el sentido de potenciar la obtención de tesoros por parte de las bandas que no el ir a matarse. En la Primera Era nos había pasado varias veces que partidas de apenas tres o cuatro bandas se alargaban durante cinco horas porque todo el mundo se las ingeniaba para repetir chequeos de retirada de una manera u otra y la gente luchaba hasta el último hombre en pie, lo cual no tiene mucho sentido en Mordheim, ni trasfóndico ni de reglas.
A efectos de Trasfondo, también fue una continuación de la Primera Era. Trifón y Gunnar ya se habían retirado a Norsca después de que el segundo ganara la campaña y el primero se convirtiera al Caos, y aunque ninguna banda fue la misma, intentamos seguir un hilo argumental que se había comenzado a fraguar en la Primera Era. En ella, cuando unos bretonianos se unieron a la campaña llevaban consigo un escudero al que empezamos a llamar cariñosamente "Grillo". A todos nos encanta la película de Merlín de Disney (porque es la jodida mejor película de dibujos animados de todos los tiempos, y me batiré con quien ose discutirlo) y el escudero tan jovenzuelo y pintado con el cabello rubio se prestaba a ello. El caso es que la coña fue creciendo y para el final de la campaña ya habíamos montado una especie de crossover Mordheim + Leyenda Artúrica.
Este chico es tu Rey |
En la Segunda Era apareció Aurelian, quien de hecho ya había intervenido (solo en forma de Trasfondo) durante la Primera Era, y que era un Dragón Sangriento de ascendencia estaliana, antiguo compañero del Caballero de Rivas, y que conocía la profecía del Rey. Había abandonado su humanidad creyendo que la profecía era falsa, pero al oír los rumores viajó a Mordheim para ver si era cierto y redimirse en caso de que así fuera. Por el camino subyugó a un cónclave de hechiceras formada por la nigromante Ayn ad-Dhalam y sus aprendices, Chantal y Elena. Las necesitaba por sus capacidades nigrománticas, dado que, al ser un Dragón Sangriento, apenas tenía la capacidad para hablar con los muertos que consideraba que iba a necesitar.
Aurelian se alió en un principio con Pablet (sí, lo del nombre es mejorable), un hechicero del Caos, adorador del Señor Oscuro, y un personaje clásico desde hace tiempo en nuestras partidas de Mordheim. Trasfóndicamente Aurelian hizo esto para espiarlo,sabiendo que el hechicero intentaría acabar con Arturo en cuanto pudiera. A efectos prácticos simplemente sucedió que el colega que jugaba con bretonianos no iba a poder jugar durante una temporada, y como estábamos con mucho vicio y no queríamos esperar, pues empezamos a darle sin él, pero preparando el Trasfondo para su reenganche.
Por otro lado teníamos un bando imperial, formado por el Cazador de Brujas Maximilian y por un destacamento de la Escuela de Ingeniería de Nuln, quienes estaban allí para quemar gente los primeros y para explotar gente los segundos.
Qué tío más badass |
Jugamos varias partidas bastante interesantes, destacando entre ellas la incursión en Sauerlach, el pueblo donde residían los imperiales (estábamos usando las reglas de campamentos) y que significó la muerte de Ayn ad-Dhalam y Elena, la hermana melliza de Chantal. Finalmente el colega bretoniano se reenganchó a la campaña, aunque fuera brevemente, y eso ya dio pie a retomar la historia del Rey de Todo (el título por el que pasamos a conocer a quien por otra parte se llamaba simplemente "Grillo"). De esta forma se crearon tres bandos, el de Aurelian y los bretonianos, los imperiales, y Pablet, quien pasó a contratar a Luther Hölderlin, un bandido de Hochland que acabaría teniendo gran trascendencia en su vida...
Al final la campaña terminó con victoria de los Ingenieros. A efectos trasfóndicos dijimos que éstos, en un ataque de demencia, habían acabado arrasando Nido de Asesinos (el campamento de los malvados) en un auténtico bombardeo salvaje. Aurelian y el Rey quedaron en paradero desconocido, Chantal y sus amantes huyeron, a Maximilian le pareció todo muy bien (él los habría quemado, pero oye) y Pablet y Hölderlin... bueno, es una historia que merece la pena leer.
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