Saludos a todos, damas y caballeros.
Siguiendo con el entusiasmo que la Posada del Martillo ha generado en algunos colegas del Troglablog respecto a volver a Fantasy, hace unos días echamos una partida Fornidson, Malvador, nuestro colega Broltimer y yo. Fornidson y yo realmente retomamos Fantasy hace mucho tiempo, pero Malvador debía llevar unos cuatro años sin jugar y Broltimer más de siete, mínimo. Aunque en realidad sólo llevaba unos días, pues con él jugamos Fornidson y yo la batalla que describí en este relato.
Para la ocasión, jugamos con las reglas de Warhammer Reforged, y Fornidson trajo su horda troll, Broltimer sus skaven, a los que he echado mucho de menos, Malvador sus goblins nocturnos y yo mis elfos oscuros. Las alianzas que hicimos fueron goblins + trolls y skaven + elfos oscuros, pero si os fijáis, debemos estar hablando de las tres razas más traicioneras, con diferencia, del mundo de Warhammer, con lo que la palabra "alianza" era un tanto precaria...
En primer lugar, hay que partir de la base de que una batalla en la que participen elfos oscuros, trolls, skaven y goblin nocturnos sabes que va a dar para muchas situaciones hilarantes, especialmente por los dos últimos ejércitos, que de por sí tienen un componente de aleatoriedad muy fuerte. Si encima resulta que el skaven mete una rueda de la muerte, que es una máquina de guerra que juega sola, y el goblin mete un gigante, que casi que también va a su bola, pueden pasar cosas maravillosas.
Es el gigante de Fornidson, de ahí que sea del Caos |
Y así sucedió: ya en el turno 1 de nuestra alianza, la rueda de la muerte se estampó contra el gigante y se lo cargó, aunque no sin cierta dificultad. La muerte de un gigante es siempre una cosa divertida por saber dónde puede acabar, y en este caso cayó nada menos que sobre una unidad de jinetes de garrapato cercana, para consternación de Malvador.
Pero eso no fue todo. Porque al arrasar, la rueda de la muerte hizo salir a tres fanáticos de una unidad goblin cercana, y, tal y como era de esperar, acabó reducida a astillas.
En general, la amenaza de los fanáticos fue muy sufrida por los skaven de Broltimer. Aquí tenemos un ejemplo de ratas ogro intentando abrirse paso a través de un buen puñado de esos tarados con bolas enormes.
Spoiler: murieron todas |
Mientras eso sucedía, elfos oscuros y trolls se enzarzaban en un combate en que yo usaba mis jinetes oscuros para pastorear al megatroll y evitar que pudiera hacer daño, mientras que concentraba buena parte de la potencia que tenía en romper las líneas enemigas por un punto, fiel al estilo de Seadrake, especialista en hacer justo eso: atravesar la línea enemiga en un punto y salir cagando leches dejando a su ejército atrás. Así que cargó con ayuda de su carro a una unidad donde estaba la bruja troll:
Y efectivamente ganó, el carro atrapó a los trolls en la persecución, y salieron cagando leches.
Lo cachondo es que al turno siguiente el megatroll soltó un vómito con plantilla de lágrima sobre los corsarios que dejó a Seadrake solo, el cual, naturalmente y con buen criterio, decidió huir.
Llegados a este punto sucedió lo que cabía esperar, no tanto por lógica sino por narrativa: los goblins traicionaron a los trolls y se unieron a los skaven. La cuestión no es tanto a quién traicionaran para unirse a quién, sino que hubiera una traición. Digo que no tenía mucho sentido porque, para cuando llegó el momento de la traición, los goblins ya habían gastado su pergamino de dispersión para proteger al megatroll de un invocar grietas de los skaven (chequeo de I o muerto, y el socio tenía I1) y habían perdido a su chamán de nivel 4 a manos de una amerratadora, por no decir que los goblins habían soltado todos sus fanáticos contra las ratas. Pero cuando Malvador puso esta cara...
... Ya sabíamos que no había vuelta atrás. Dos horas pensando como un goblin habían minado irremediablemente su cordura. También hay que decir que él y Broltimer, el comandante skaven, se habían pasado toda la partida intercambiándose bolsas de dados sospechosamente iguales, con lo que es posible que la jugada estuviera planeada de antemano.
No obstante, la locura no terminó ahí, pues en un momento dado mi unidad de guardia negra se dio cuenta de que tenía una perspectiva envidiable de la retaguardia de la unidad de alimañas que custodiaba al Vidente Gris, unidad que además había quedado reducida a menos de la mitad gracias a un pizotón potente de Gorko al comienzo de la partida. Y claro, si te pones a pensar como un druchii y se te presenta una oportunidad semejante de matar a un "aliado" tan incómodo como el Vidente Gris, ¿qué debería hacer?
A Tullaris le faltaría tiempo para partirlo por la mitad |
Y decidí seguir su ejemplo. Desafortunadamente, el pérfido skaven descubrió lo que estaba pasando, y diezmó a la unidad de guardia negra, incluido a su oficial, con una plaga. Con una letalidad del 40%, eso no fue un simple coronavirus, sino más bien el ébola. Como poco.
No obstante, el caso es que la guardia negra consiguió su objetivo. Para empezar porque, al tirar oara ver si la plaga continuaba o no, Broltimer sacó un 1, con lo que se la coloqué a los monjes de plaga. Con R4 e inmunidad a la psicología no eran la mejor opción, pero sí la más poética. Y para seguir porque para lanzarla, el Vidente Gris había sacado una fuerza irresistible, y al resolver la disfunción...
Tanto el Vidente Gris como su escuadra fueron volatilizados al sacar un maravilloso doble 1. Sólo sobrevivió el líder de la escuadra de las alimañas, algo que nos hizo ilusión porque es un tipo sobre el que tenemos muchas bromas internas.
Maravilloso todo. Llegamos a este punto (final del turno 4) la partida estaba bien encarrilada y todos los ejércitos habíamos sufrido bastante, así que dejamos la partida. Evidentemente no tenemos ni idea de quién ganó si es que lo hizo alguien, acabamos todos bastante tocados, quizá el que menos lo estaba era Broltimer hasta que perdió unos 600 puntos de golpe al volatilizarse su Vidente Gris y sus alimañas. En todo caso eso era lo de menos, habíamos ganado todos con la cantidad de risas que nos echamos.
Confío en que pronto traeré más historias de otras batallas, quizá no tan locas, pero seguramente igual de divertidas. ¡Hasta entonces!
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