Muy buenas a todos.
El año pasado Soter y yo jugamos Operación Shatranj, una campaña inventada de Infinity en tres escenarios (como todas las que solemos jugar, vamos) que terminamos en el mes de diciembre. Hemos ido variando un poco el formato desde que comenzamos nuestra primera campaña, añadiendo o quitando cosas en función de nuestra experiencia, pero en general creemos que una historia en tres capítulos sigue siendo una buena idea. Esto es así porque, aparte de añadir algo de emoción en una partida final, permite expandir la narrativa subyacente más que si se tratara de un único escenario pero sin llegar a hacerla demasiado larga. Además, las operaciones militares en Infinity trasfóndicamente son rápidas y ágiles, no son conflictos armados en los que intervengan ejércitos enteros ni lleven mucho tiempo, por lo que tres misiones es una cantidad perfecta.
Esta campaña en cuestión enfrentaba a mis pirados de la secta Hassassin contra sus rusos borrachos del Tartary Army Korps. Para mí fue bastante divertida (y espero que para Soter también), porque las misiones que jugamos eran interesantes, sobre todo las dos últimas (jugar al tres en raya con soldaditos que se disparan es bastante más divertido de lo que parece, y la última partida tenía también su toque de gracia por aquello de activar las consolas en un orden concreto).
Soter hizo en su momento unos magníficos informes de batalla que podéis ver en la entrada que os he enlazado al principio, pero ninguno de los dos habíamos escrito todavía ningún relato que los acompañara. De modo que eso es precisamente lo que os traigo hoy, un relato breve post-campaña, para el cual he recuperado un antiguo personaje que ya apareció anteriormente.
Actualmente estamos enfrascados en mitad de una nueva campaña, brillantemente ideada por Soter, en la que mis virtuosos soldados de la Ramah Task Force deben escoger entre hacer lo correcto o hacer lo ordenado mientras que su compañía Ikari intenta cumplir su contrato sin entrar en debates éticos. De momento ya se ha dado alguna que otra acción heroica que quedará debidamente reflejada en relatos. Pero eso será más adelante, de momento os dejo con el de hoy. Espero que os guste.
Rustam Aliyeva se recostó sobre su asiento a la par que estiraba los brazos por detrás de su cabeza. Habían sido unas últimas siete horas bastante intensas, pero por fin su trabajo había terminado. Con la última nave de evacuación abandonando la base Lena Olesyavich a velocidad casi supersónica, la operación Shatranj podía darse por concluida. Un total de cinco equipos diferentes habían tomado parte en ella: dos grupos operativos de los cuales uno debía adentrarse en lo más profundo de las instalaciones para sabotear el laboratorio y hacerse con toda la información posible mientras que el otro debía asegurar la zona de desembarco, un equipo ya infiltrado formado por un único agente Fiday, un equipo de evacuación, y el equipo coordinador dirigido por el propio Rustam. La misión había sido un éxito, principalmente gracias a que los cinco equipos habían actuado de manera totalmente sincronizada.
El barid se permitió por fin
beber de la taza de té que le habían dejado sobre su mesa haría dos o tres
horas. Obviamente se había quedado frío pero no le importó demasiado, lo que agradecía en ese momento era el sabor fuerte del té
negro. El resto de sus hombres (a excepción de aquellos cuyo trabajo ahora era
realizar el seguimiento de las naves de evacuación) también se estaban
relajando a su alrededor, tras unas últimas horas extremadamente intensas.
“Bien hecho, muchachos” se permitió decirles, a lo que algunos empezaron a aplaudir. “Todavía es algo temprano para hacer valoraciones, pero así de pronto yo cifraría el éxito de la misión en un 90 ó 95%”. Más aplausos y varias expresiones de júbilo se sumaron a la celebración general.
La verdad era que la misión se
había desarrollado sorprendentemente bien. El repentino ataque hassassin había
pillado a los ariadnos completamente por sorpresa, lo que permitió establecer cómodamente un perímetro
de seguridad en torno a la zona de desembarco además de infiltrarse rápidamente
en el interior de la base. Gracias a la utilización de equipos de hackeo EVO se
había conseguido puentear los controles de seguridad de las instalaciones y
acceder por tanto a la zona más protegida del laboratorio. Únicamente ahí los
ariadnos habían mostrado algo de resistencia, pero aun así ésta fue
insuficiente. Un equipo especialista hassassin logró extraer todos los datos experimentales
que allí se almacenaban para acto seguido volar por los aires las
instalaciones. Según algunas valoraciones previas, esto podía suponer haber
eliminado el progreso de los últimos diez años del centro. El único objetivo
(secundario) no cumplido había sido la captura de director del laboratorio,
Yuri Pogorov, quien por algún motivo que se analizaría en los próximos días no
se encontraba en las instalaciones el día de la operación tal y como se pensaba. Pero aun sin
Pogorov, el daño causado a la línea de investigación ariadna en lo relativo a
experimentos con ADN de antípodas había sido devastador.
A falta de un recuento final las bajas entre los haqqislamitas habían sido reducidas, y los cuerpos de los pocos que habían caído habían sido recuperados a fin de no dejar ningún rastro. Lo que sí se había dejado a propósito eran varias de las armas y municiones empleadas, todas ellas de manufactura panoceánica. Esto no era realmente indicativo de nada, ya que gran parte del equipo armamentístico que inundaba el mercado de la Esfera Humana era panoceánico, pero ayudaría a difuminar las huellas y desviar las atenciones en otra dirección.
Rustam Aliyeva no conocía los
motivos por los que el Anciano de la Montaña había decidido inutilizar este
laboratorio. Intuía que tenía algo que ver con Tearlach McMurrough y algún plan
en el largo plazo que requiriera que éste continuara en su forma de
Dog-Warrior, de ahí que hubiera que eliminar todo avance ariadno en el campo de
la genética antípoda. Personalmente no creía que la información que el equipo
había además logrado extraer de la base de datos del laboratorio fuera un gran aporte
para el Ministerio de Defensa ni para la secta Hassassin, pero de repente le vino a la mente una cita
atribuida a Farhad Khadivar: “el hombre inteligente estudia a los sabios, pero aprende
de los niños”. Era posible que los progresos científicos que hubiera
desarrollado el centro Lena Olesyavich fueran modestos, pero igual que el
desierto lo componían miríadas de pequeños granos de arena, hasta el
dato más insignificante obtenido de los ariadnos supondría un avance más en la Búsqueda
del Conocimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario