lunes, 24 de febrero de 2020

Quemar un pueblo: Sigvor

[Tercera Era - Clavy - Episodio 2]


Amanecía a las afueras de Wissenkirche. Los enanos se movían tan rápido como podían, dentro de la espesura de los campos. Los Middenheimers, altos y rubios, sobresalían a su lado; pero ellos, de baja estatura, quedaban casi completamente ocultos debido al follaje.


Se detuvieron frente a un muro de piedra que separaba dos sembrados.

  • ¿Crees que pueden oírnos Sigvor?

Los hermanos Sig se giraron hacia Toki. Sonrieron.

  • ¿Oírnos? Mmmm, creo que sí - Se dio unos golpes con el lomo del hacha en su muslo, como para desperezar la pierna. Esbozó una triste sonrisa. - ¿Pero vernos? ¡Eso es ya otro tema!
  • Pero nos acabarán viendo.

Zanjó Sigga, con su semblante enfurruñado.


El poblado, a vista de pájaro. Los enanos atacan desde el sembrado más al sur.



Sigvor, le puso una mano en el hombro a Toki, cuya cara había perdido todo el color.

  • Tranquilo Toki, no caeremos en esta batalla. No hay enemigos gloriosos en este pueblo y yo no moriré delante de un cualquiera. Y no dejaré que tú mueras tampoco.


Toki sonrió, acobardado. Delante de ellos irrumpió uno de los cabecillas de los Middenheimers.


  • ¿Estamos listos? Mis hombres están listos.
  • ¿Señores? - Inquirió Zerum.


El grupo respondió con múltiples, desenvaines, comprobaciones de equipo y síes en diferentes tonos de voz. Al otro lado del campo, en el grupo de chozas en el claro próximo, se advertían sonidos similares.


  • Parece que sí lo estamos… Sacerdote


Zerum masculló esa última palabra con dificultad. Aquel hombre se consideraba efectivamente un religioso del dios Ulric, pero para el enano no había diferencia entre sus poderes y la magia de los hechiceros.


  • Recordad. Nuestra alianza es temporal. No buscamos guerra con los enanos, pero en cuanto toquemos el pueblo, cada uno a lo suyo. Ni nosotros os protegeremos ni buscaremos vuestra protección.
  • Es lo acordado. No esperamos más. Nos abriremos paso desde el flanco derecho, ustedes hagan lo mismo por el izquierdo. Nuestros ballesteros aportarán fuego de cobertura, pero les recomiendo trabarse en combate cerrado lo antes posible, puesto que ellos tienen más arqueros que nosotros.
  • Está entendido pues. - El hechicero tendió la mano a Zerum. Ambos se saludaron como guerreros y lo mismo hicieron los guerreros de ambas bandas.


Thora el ingeniero oteaba desde el borde del último cerco de piedras, cuidadosamente apuntando su ballesta. El pueblo tenía cuatro chozas, no iba a ser fácil dar con el informante. Era de hecho posible, que las fuerzas defensoras les superasen en número, si los simples campesinos se unían para repeler el ataque.


Pero...¡Un momento! ¿Qué sucedía al otro lado del pueblo? Parecía que una horda proveniente del malvado Norte se movía rápidamente para tomar la parte más alejada. Orkos y hombres mitad cabra de aspecto barbárico cargaban al unísono. Al frente de sus fuerzas se alzaba un monstruo de músculo con cabeza de toro, un horror. El ingeniero tenía que pensar rápido. Este imprevisto dejaba sólo dos casas a su alcance, atacar las otras sería un suicidio. Tenían que empezar a moverse ya.


Abandonando toda pretensión de mantenerse oculto, sopló su cuerno. Las bandas empezaron a correr a través del sembrado y el enemigo empezaba ya a tensar sus arcos. Por el rabillo del ojo vio a Gormar y otro de sus ballesteros empezar a castigar las terrazas de las dos chozas, pero los enemigos respondían con más intensidad y sus tiradores parecían mejores.


Un poco más adelante los barbilampiños dirigían el ataque del bloque enano, que avanzaba casi casi en formación. Detrás los matadores, los hermanos Sig. Y Cerrando el bloque Zerum avanzaba disparando su pistola. Parecía que su baja altura y su formación compacta, estaba evitando los proyectiles del enemigo. Se volvió a ver si ocurría lo mismo en el flanco izquierdo.


La situación de los hombres de Middenheim parecía bastante peor. Corrían por campo abierto, siendo un objetivo mucho más tentador para los tiradores. Ya no pudo distinguir al brujo, en su lugar un híbrido de humano y lobo, corría al combate. Corrían, sin duda alguna, más rápido que los enanos. Pero no fue suficiente. La lluvia de flechas los engulló y la mitad cayeron antes de cubrir la mitad de la distancia. En especial la mayoría de flechas mortales provenían de una torrecilla en la casa más próxima. Thora apuntó con cuidado a la sombra encapuchada que desde allí manejaba el arco con maestría y disparó.


En la torre, la exploradora estaba alcanzando otra flecha en su carcaj, cuando el virote de Thora le pasó rozando la pierna. Con un sonoro grito se alcanzó la herida a la vez que trastabillaba, cuando quiso darse cuenta ya estaba al borde de la torre y a pesar de sus aspavientos, cayó al otro lado de la choza, quedando fuera de combate.


Sigvor vio a la exploradora caer y sintiendo la balanza de fuerzas cambiar, apretó el paso. Sin embargo, antes de que pudieran llegar a la casa, de su interior salieron un par de campesinos armados con cuchillos y garrotes que cargaron hacia los enanos.


Los dos barbilampiños recibieron la carga, Nessum, más novato que Toki, recibió un porrazo en la barbilla que lo tumbó ipso-facto. Toki, haciendo gala de lo aprendido en los últimos días, acertó a dar un hachazo a su contrincante, que le dejó fuera de combate. Los hermanos Sig, hicieron una contracarga al campesino que quedaba, rodeándolo, superándolo, reduciéndolo a la absoluta nada en un mar de martillazos. Sin embargo, el mayor, Sigga, había quedado en una posición vulnerable y una flecha que venía de más allá de la casa le acertó en un hombro. El enano cayó gritando al suelo.


  • Seguid! Seguid! - Bramó mientras intentaba arrancarse la flecha.



El resto, incluyendo a Nessum que ya se levantaba poco a poco, volvió a poner la vista en la casa, que ya casi podían tocar. A su izquierda, los Middenheimers llegaron al muro anexo a la casa e hicieron la intentona de iniciar un combate. Pero ya era demasiado tarde, sus fuerzas estaban desmoralizadas y corrieron para reagruparse en el flanco izquierdo, más allá del río. Los ballesteros enanos les cubrieron en su huida.


Toki, haciendo gala de su juventud, fue el primero en llegar al portón de la casa y tiró de la puerta. Estaba, obviamente, cerrada. Empezó a frotar la yesca para encender su antorcha, sacarían a los que estaban adentro, por las malas. El resto de enanos fueron llegando, Sigga, visiblemente agitado por la herida de su hermano, trató de ayudar a Toki, pero entre los dos hacían otra cosa que ponerse nerviosos.


Zerum, respirando pesadamente, vio que necesitaban ganar tiempo, asumiendo su papel de líder, dirigió una carga contra los defensores, que saltaban del murete que los Middenheimers habían dejado libre. Dos soldados armados con lanzas les cargaron a Nessum y a él. La longitud de las astas les ponía muy complicado llegar a herir a sus contrincantes, pero ¡Vaya si les iban a dejar herirles a ellos! Encima de sus cabezas los virotes sonaban, como silbidos agudos, impactado a veces a veces a las piedras, madera y ocasionalmente con un sonido sordo que indicaba que habían dado con su objetivo.


Volvió su vista a la casa, pudo alcanzar a ver cómo ya ardía con fuerza en la base y cómo las llamas empezaban a alcanzar las ventanas. La puerta se abrió de par en par y salió de ella un joven cabizbajo, vestido con una túnica. Era él, al que estaban buscando.


Sigvor agarró al hombre del pescuezo y lo llevó de vuelta al sembrado. Gritó a voz en cuello:


  • ¡Lo tenemos! ¡Salgamos de aquí!



Toki miró una última vez a la casa y alcanzó a oir algo por encima de la madera crujiendo… ¿Un humano? ¿Un humano...pequeño?


Maldita sea! - gritó, mientras apartaba los trozos de puerta que quedaban enganchados al marco y entró como un ciclón en la casa. Unos instantes más tarde salía por la puerta llevando un bebé, una mujer se acercó desde el campo a recogerlo agradecida y aterrorizada.


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Sigvor arrodilló al humano delante de Zerum, de detrás de los maizales surgió Thora como una exhalación y se puso directamente delante de aquel desdichado.
Excelente, excelente. Ahora, Dieter, ¿dónde están los planos?


  • ¿Losss...planos? - Mintió Dieter, llorando.



Thora agarró del cuello al humano y le aproximó su daga a un ojo.


  • ¡Ahora! ¡Los planos Dieter, los necesito ya!
  • ¡No me hagas daño! ¡Por favor!
  • ¿Dónde están? - Interrumpió Zerum
  • Al otro lado, en la casa que está más al norte. - Dijo, señalando al grupo de hombres bestia que ocupaba la plaza central. - Dentro del cofre que hay…



Su discurso se vio interrumpido por el jefe de la banda contraria que salió, portando el cofre entero, bajo sus musculosos brazos.


  • ¡Maldito sea una y mil veces! Hemos de darles alcance Thora.



Esta vez fue Gormar el que aportó la voz de la razón.


  • No es buen momento, se han hecho fuerte y poseen fuertes bestias, nosotros hemos perdido a nuestros únicos aliados. Sería un suicidio... Pero no todo está perdido, les daremos caza en unos días.

  • Sé lo que buscas Zerum, sé lo que quieres, no te traerá la paz. - La vocecilla de Dieter hizo girarse a todos los enanos.



El enano echó mano de su hacha y la llevó hacia atrás.


  • Zerum, la corona no te traerá la paz…



Un segundo más tarde cabeza de Dieter ya volaba por el aire. Delante del cadáver y salpicado de sangre, Sigvor se había quedado congelado mirando al cuello cercenado.

  • No es paz lo que busco.
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Un rato más tarde, los enanos se recomponían del combate en su hoguera. Todos bebían su cerveza, pero Toki y Gormar no brindaban con el resto, sino que se mantenían a un lado, hablando sombríamente.

Thora interrumpió su charla.

  •  Señores, han hecho un gran papel hoy. Deberían de estar orgullosos.

Gormar le pasó un brazo por el hombro a Toki y le sonrió.

  • Por supuesto que sí. ¡Hemos demostrado nuestro tesón y el pequeño Toki se ha desmarcado del resto!
  • Por ello hemos decidido recompensaros.
  • ¿Ah si?
  • Sí, de ahora en adelante y si ustedes lo tienen a bien. Pasarán a formar parte de la plana mayor de la banda. Percibir un sueldo mayor y participar de las tareas de exploración y comercio. ¿Es de su agrado?

Los dos secuaces se miraron.

  • Sí, sí, claro. - Respondieron
  • ¡Perfecto! Iniciaremos los trámites legales.
  • ¡Señor Thora...señor!
  • ¿Sí Toki, hijo?
  • Hay algo que desearía saber, sobre lo ocurrido hoy...
  • Toki, quizás este no es el momento.
  • Dieter habló de una corona. ¿Qué objeto es ese del que hablaba?

Thora guardó silencio.

  • Quiero decir...¿Qué tiene esa corona para ser especial? ¿Ese es nuestro objetivo final? ¿Por qué hacer todo esto por una simple corona?
  • Toki, esas son demasiadas preguntas, todo será respondido a su debido tiempo.
  • Y ya que estamos, ¿Qué lleva en su bolsa el señor Zerum...
  • ¡Toki! ¡Suficiente! - Terció Thora. Hizo una pausa, esbozó media sonrisa y siguió. - Como digo, todo será revelado. Por el momento te aseguro que nuestras intenciones son las más nobles. Y alégrate, hoy te has transformado en un héroe.
Los dos nuevos "héroes" asintieron. Thora se alejó de ellos para felicitar al grupo de ballesteros. Gormar miró a Toki

  • Toki...esas preguntas son peligrosas. Pero yo también me las hago. Por el momento sólo he logrado adivinar cuál es el contenido de la bolsa de nuestro noble. Es piedra bruja, obviamente. Por eso fuimos a Mordheim.
  • ¿Estás seguro? ¿Qué utilidad tendrá para él?
  • No lo sé, pero estoy seguro de que era ese maldito mineral... Estoy seguro de que sus intenciones son buenas, pero las buenas intenciones no son suficientes en esta empresa.

Ambos callaron y miraron al pueblo, con sus llamas ya casi apagadas, en la lejanía.


4 comentarios:

  1. Mola mil el relato y el escenario jejejeje

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    1. Muchas gracias Víctor!! Continuará... jejeje

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    2. ¿Cómo que continuará? ¡Deja de quemar mis tierras, enano cabrón!

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    3. ¡Continuará y voy a quemar más cosas además de tus tierras!

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