viernes, 28 de octubre de 2022

[Informe de batalla] La noche del Sin Cabeza

Saludos a todos, damas y caballeros.

Halloween es una "fiesta" paradójica para mí, pues no soy un gran amante de la fiesta en sí, y todavía me sorprendo cuando alguien toca en la puerta de mi casa un 31 de octubre buscando caramelos. Naturalmente, los pobres chavales se van de vacío. No obstante, sí soy un gran amante del terror clásico gótico, y en cierta forma Halloween es una especie de conmemoración de ese ambiente. Por lo que, aunque ni se me pase por la cabeza comprar losh chuchesh para los, por suerte muy pocos, niños que toquen a mi puerta con esperanzas infundadas, y mucho menos vaya a disfrazarme de nada, sí me gusta aprovechar estas fechas para rendir homenaje a algunas de esas influencias del horror clásico que tanto me han marcado en mi aproximación a los wargames.

Así que, hilando cosas, he acabado trayendo lo que hoy os muestro. Por un lado tenemos la unidad de milicia imperial de la que hablé hace unas semanas y que, como dije, había sido diseñada teniendo en mente una ambientación oscura como la de Sleepy Hollow. Por otro lado, tenemos una miniatura que considero una de las joyas de la colección, el jodidamente ehselente Halloween Knight de Reaper (jodido Reaper y su erotismo) que os presenté en esta entrada de Halloween de hace un año.

Así que ya tenía la idea: Sir Calabaza iba a aterrorizar una pequeña aldea imperial, y la milicia iba a intentar defenderse frente a su espantosa amenaza. Lo que necesitaba ahora eran las reglas del enfrentamiento: tenía claro que iba a usar Mordheim, pues no dejaba de ser una escaramuza y es el sistema adecuado para ello. Además, recordaba que en algún Heraldo de Mordheim (resultó ser el 12) habían sacado un escenario cuya figura estrella era precisamente el Jinete Sin Cabeza. Podéis buscarlo en esta recopilación que ha hecho alguien que no sé quién es pero que merece una estatua. Decidí usarlo tal cual, aunque añadiéndole una armadura pesada y escudo, porque la mini lo lleva y porque en este caso iba a estar él solo contra una banda entera. 


Por otra parte, para los milicianos usé el perfil de humano normal, con la excepción del halfling, para quien usé el perfil de halfling normal, el guardia de caminos, y el cazador de brujas de Reaper, a quien le puse perfil de capitán mercenario. Por lo demás, su equipo era el que llevara la miniatura, contando con lámparas y antorchas para la detección.

Esa es la segunda parte: para que no fuera un 10 vs 1 desde el principio (aunque ese uno fuera Sir Calabaza), quise hacer un escenario en el que hubiera que detectarlo. Para ello me inspiré en el sistema del primer Kill Team, esto es, el que salió en una serie de WD durante la tercera edición y que fue luego incorporado al reglamento de la cuarta edición de 40k. La idea, simple y efectiva, es que para mover a cada centinela cada jugador tira 1D6 y el que gane mueve al centinela esa distancia en pulgadas. A medida que más centinelas van descubriendo al enemigo, se van sumando contadores de alarma que dan +1 a la tirada del defensor.

Un apacible pueblo en el Stirhügel

Teniendo esto en mente, os dejo con el relato/informe de batalla narrado. Espero que os guste.

LA NOCHE DEL SIN CABEZA

El pequeño pueblo de Lüberg era uno de los muchos enclaves aislados que salpicaban las colinas de Stirhügel. Un lugar pacífico, pero a veces aterrador. La zona carecía de las agrestes masas boscosas que predominaban en buena parte del Imperio, y las suaves lomas que caracterizaban la región le daban un aire bucólico, casi de ensoñación, pues era común que estuvieran envueltas en una neblina que hacía que el viajero se sintiera transportado a un sueño.

Un sueño que podía fácilmente convertirse en pesadilla, pues como muchos sabían, las amables colinas de la región no siempre eran tales, sino túmulos consagrados a los reyes y grandes guerreros de antaño. Había una especie de maldición en el lugar, una magia negra que impedía que los muertos descansaran en paz, y de vez en cuando, con más frecuencia de lo que ningún ser vivo desearía, los caídos se alzaban y caminaban de nuevo por las tierras en que otrora habían vivido. Y, en esos momentos, la contemplación del hermoso atardecer entre las colinas se convertía en espanto cuando se veía a esos seres caminando por la puesta de sol.

Naturalmente, la noche de Geheimnisnacht era particularmente propicia a estos fenómenos, y en el pueblo de Lüberg lo sabían. Su cementerio era el lugar de descanso de Konrad Von Blummel, quien había sido un gran héroe del Imperio en las terribles guerras contra los skaven del siglo XII, pero que había caído en combate, decapitado por un cañón de disformidad, y cuyo cuerpo no siempre había conseguido descansar. Siglos atrás, un infame vampiro ya había fijado su mirada en él, y aunque finalmente el héroe había vuelto a su lugar de reposo, siempre cabía la posibilidad de volver a verlo despertar de su letargo en las colinas embrujadas de Stirhügel.

Los habitantes de Lüberg sabían, pues, que la noche iba a ser larga...

Sir Calabaza aparecía en el cementerio, cerca del cual había un humano con un farol y el halfling con una antorcha, por lo que intenté no acercarme demasiado a ellos confiando en que, si tenía una buena tirada, podría mandarlos lejos...


Pero eso no sucedió. Ambos descubrieron a Sir Calabaza, y el resto de tiradas también fueron favorables a los centinelas, con excepción de dos o tres que en todo caso eran los más alejados de la acción. El guardia de caminos y otro miliciano también se acercaron, pero dado que no llevaban iluminación, no detectaron al Sin Cabeza.


Lothar hizo un esfuerzo sobrehumano por vencer su miedo y acercarse al camposanto. Las verjas que delimitaban el terreno siempre le habían parecido la frontera entre el mundo relativamente tranquilo de su aldea y otro sobrenatural y tenebroso, y, en una noche como aquella, esa sensación era incluso más fuerte. Estar allí era la última cosa que quería, pero su sentido del deber era fuerte, y avanzó en la oscuridad.

A lo lejos, vio a alguien que se movía con unos andares pesados, extraños, como si no controlara su cuerpo por completo. Alzó el farol en esa dirección y vio que aquel ser tenía por cabeza lo que parecía ser... ¿una calabaza?

Tras unos disparos infructuosos, el temible espectro decidió vengarse de aquel que lo había descubierto, cargando contra él...


Y, como era de esperar dados sus atributos, matándolo sin contemplaciones.


Heinrich habría hecho cualquier cosa con tal de no tener que estar allí esa noche. Cada sombra, cada susurro del viento entre los tétricos árboles, cada murmullo generado por el correteo de cualquier ratón que merodeara por la zona o huyera de los gatos negros le producía un terror indescriptible. Sabía que algo iba a pasar aquella noche, y sabía que su vida no dependería en absoluto de estar presente cuando sucediera. De hecho, más bien lo contrario.

Así que, cuando se escuchó un disparo y varios de sus compañeros gritaron cerca del cementerio, Heinrich comenzó a andar en la dirección contraria...

Tras eso, ya habían saltado suficientes alarmas como para que todos los defensores se movieran a Sir Calabaza, con excepción del tipo en la esquina superior izquierda de la foto, quien decidió que debía presentarse en la cocina.


Dos tipos pudieron disparar sus pistolas contra Sir Calabaza, así como el halfling su arco, lo que resultó en que el caballero espectral perdiera una de sus dos heridas. Después, cargó contra el halfling en plan abusón (y para poner el bosque entre sí y muchos de sus perseguidores), pero fue interceptado por uno de los milicianos...


Quien también fue derrotado, aunque en este caso solo quedó aturdido.


Eso le vino bastante bien a Sir Calabaza en realidad, pues gracias a ello no pudo ser tiroteado sino que sus enemigos tenían que cargarle... lo que implicaba situarse al alcance de su espada, cosa nunca deseable.


Gracias a su habilidad de reflejos felinos, Sir Calabaza pudo golpear antes, matando al capitán de la milicia y derribando al guardia de caminos, al que luego mataría.


No obstante, esto dio margen para que el miliciano caído se levantara y, entre él y los que se habían ido acercando, reventaran a tiros a Sir Calabaza.


El estruendo de las pistolas descargándose contra el caballero infernal sonó como una truculenta orquesta en la noche. Pese a la oscuridad imperante, la silueta del no muerto quedaba iluminada claramente por los fogonazos de la pólvora, ya que los disparos estaban siendo a bocajarro. Finalmente, la aparición de ultratumba cayó al suelo, con la armadura agujereada y humeando en varios sitios.

Ludwig dejó escapar un suspiro de alivio y, mientras buscaba su pipa para calmarse, murmuró por lo bajo: "jódete, maldito engendro"

Cuando finalmente encontró su pipa, sus manos, todavía temblando por la tensión, apenas acertaban a encender el fuego. Cuando por fin lo consiguió, escuchó un grito, vio de refilón el implacable brillo del acero, y supo lo que iba a pasar.

Su último pensamiento fue que, al menos, podría haber esperado a que le diera una calada a la pipa.

Las reglas del Jinete Sin Cabeza que he puesto antes dicen que, si cae, con un 5+ en 1D6 revive con todas sus heridas. Y eso fue exactamente lo que sucedió... y estaba cabreado, con lo que cargó contra el miliciano que le había quitado la última herida...


Con resultado previsible.


Casi a las afueras del pueblo, Heinrich había escuchado la traca final de pólvora y el posterior silencio con un sentimiento de alivio extraordinario. Parecía que la amenaza ya había sido neutralizada, su intervención no había sido necesaria, y además estaba todavía suficientemente cerca del pueblo como para que nadie le acusara de ser un cobarde. Simplemente estaba patrullando otra zona y no había llegado a tiempo. El mejor desenlace posible...

Hasta que volvieron los gritos, y los disparos. Esta vez, los alaridos de sus colegas no expresaban asombro, sino el terror más sincero. Había algo horrible en la oscuridad, algo que los estaba matando. Heinrich se sintió enfermo.

Sin saber muy bien qué hacía, echó a correr como alma que llevara el diablo.

Corría hacia el interior del pueblo maldito.

Era evidente que Sir Calabaza agradecía la vida extra, como también era evidente que no dejaba de estar rodeado de tíos con pistolas y muchas ganas de verlo en el otro barrio. Decididos a cambiar de táctica, los milicianos cargaron esta vez todos a lo bruto, y solo hubo uno que falló el chequeo de miedo. La cosa acabó con uno muerto, uno aturdido y otro siendo capaz de quitarle una herida.


Pese a todo, Sir Calabaza los acabó matando a todos, incluyendo al miliciano que no se había atrevido a cargarle antes, y que lo hizo después en un intento infructuoso de salvar a su compañero.


Ya no quedaba prácticamente nadie con vida. Solamente un halfling con mucha moral... y el miliciano que antes había fallado las tiradas de control y que, finalmente, había conseguido llegar a tiempo.


La escena que se encontró Heinrich al llegar al origen del ruido fue dantesca. Sus compañeros ya no existían, y en su lugar había un infierno de cabezas cortadas y miembros descuartizados. Parecía imposible que nada ni nadie hubiera podido ejercer semejante nivel de violencia, pero el causante se encontraba a pocos metros de él, avanzando hacia un inocente halfling que trataba de evitar lo inevitable con su arco.

"Sigmar, dame fuerzas"

Casi sin querer mirar, Heinrich alzó su pistola y disparó.

Y, efectivamente, el socio que al principio de la partida andaba más perdido que un pulpo en un garaje consiguió llegar a tiempo y matar a Sir Calabaza antes de que siguiera haciendo el mal. Lo cual es muy satisfactorio desde el punto de vista del guion por dos motivos: en primer lugar, porque demuestra que lo importante no es cómo empiezas, sino cómo acabas... y, en segundo lugar, porque si el halfling llega a morir habría sido un bajonazo, la verdad.


Y hasta aquí este pequeño homenaje a las historias de terror clásicas, aprovechando estas fechas y, sobre todo, lo adecuado de las miniaturas que tenía a mano. No sé si volveré a hacer algo del estilo cuando haga la unidad de milicia de espadachines y truhanes, quizá piense alguna cosa a ver qué consigo tramar.

¡Hasta entonces!

6 comentarios:

  1. Muy molona la entrada y el concepto en general, sí señor.

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    1. ¡Muchas gracias! La verdad es que Sir Calabaza se merecía ser protagonista de algo así. Qué pepino de miniatura.

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  2. Grandísimo informe! Me ha gustado mucho el homenaje a estas fechas. Desde luego que Mordheim encaja perfecto en el terror clásico.
    Nosotros disfrutamos mucho del equipo de combate de 5 edición (el paso intermedio entre las reglas de centinelas y kill team) por su valor narrativo y trasfondistico.
    Un lujo ver a Sir Calabaza en acción.
    Un abrazo

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    1. ¡Muchas gracias! Como dices, tanto Mordheim como los equipos de combate aportan cosas muy interesantes, el primero en ambientación y el segundo en reglas. Me gustó el experimento, no descarto repetirlo de alguna forma.

      Sir Calabaza debe ser de las minis más carismáticas que tengo. Reaper es siempre calidad.

      ¡Un abrazo!

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  3. Muy buen informe! Pero que atributos tiene el hombre calabaza ese que se carga a los milicianos a pares!? Que Sigmar nos coja confesados.. (Chernov)

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    1. ¡Muchas gracias! Los atributos los tienes en la recopilación del Heraldo de Mordheim, pero es un salvaje de HA6, F5, 2H, 3A... y sobre todo con la habilidad de reflejos felinos, que ayuda mucho a los tipos así brutotes en cuerpo a cuerpo.

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