Saludos a todos, damas y caballeros.
Una de las complejidades de trazar una buena narrativa para un ejército, para el que le preocupen estas cosas, es evitar las inconsistencias temporales. Esto es relativamente simple para personajes que sean en esencia inmortales, como de hecho es el caso de la mayoría de personajes en el mundo de Warhammer Fantasy, que o bien no mueren por edad o son bastante longevos. Un mismo elfo oscuro puede estar saqueando Marienburgo y, mil años después, hacer lo mismo en Tilea, por ejemplo. La única condición es que no le vuelen la cabeza de un cañonazo en el proceso.
Sin embargo, con los humanos no pasa esto, porque su esperanza de vida en la fantasía, en la de Warhammer al menos, es como en la vida real. Siempre está la opción de alargar su vida por métodos mágicos (nigromancia, el Grial, etc...) pero esto es algo de lo que tampoco se debería abusar si se quiere crear una historia coherente con el maravilloso Trasfondo de Warhammer. La solución, no obstante, no es difícil: crear una saga familiar que permita poner lo que no deja de ser pequeñas variaciones sobre un mismo personaje en distintos momentos de tiempo e incluso lugares.
Aunque ya he ido mencionando un poco los orígenes de esta familia y sus distintas ramas, quería dedicar un relato específico a eso, lo cual me vendrá bien también para otras entradas que tengo previstas hacer en breve. Espero que os guste.
Como es sabido por el lector, la familia Wallenstein es originaria del Condado perdido de Solland, siendo por tanto descendientes de la tribu de los merógenos, quienes formaron con sus largas lanzas en el enfrentamiento que dio lugar a nuestro Imperio, la Batalla del Paso del Fuego Negro. Si el momento fundacional de nuestra patria, y seguramente también de la familia Wallenstein, quedó bañado en sangre de orco, también lo estuvo otro de los momentos que definieron al Imperio y a los Wallenstein, que fue la pérdida de su lugar de origen en la invasión del infame Gorbad Garra´ierro en el año 1707.
La mayoría de las familias de Solland encontraron cobijo en el Condado vecino de Averland. Tal fue también el caso de los Wallenstein, aunque su diáspora fue un tanto más dispersa, abarcando más territorios. Sus negocios les habían llevado a tener mucho contacto con los territorios humanos del Sur y, a través de ellos, habían conocido el culto de la diosa Myrmidia. Esta religión fue descubierta por el Imperio en tiempos de las cruzadas, pero hay documentos que muestran que los Wallenstein ya se habían convertido al culto de esta diosa algunos siglos antes, convirtiéndose en la primera familia imperial en adoptar la fe extranjera.
A día de hoy, los Wallenstein siguen siendo los principales valedores de la Iglesia de Myrmidia en nuestra patria, si bien veneran al resto de dioses del panteón y, por supuesto, al fundador Sigmar. En aquellos días, la afinidad religiosa que tenían con las tierras sureñas hizo que, tras la devastación de Solland, muchos de ellos se refugiaran en Tilea y Estalia. Estas ramas familiares siguen existiendo a día de hoy, y de la misma forma que los Wallenstein defienden lis intereses de Myrmidia en el Imperio, también defienden los valores imperiales en las naciones que les acogieron, pues, como siempre han declarado, su lealtad política es férrea hacia el Trono de Altdorf.
La rama de Averland
Fueron muchos los Wallenstein que lucharon y murieron combatiendo contra toda esperanza a la horda de infectos pielesverdes que arrasó Solland. Cuando la guerra acabó, quien quedó como cabeza de la familia fue Matthaus Wallenstein, quien se había asentado en Averland. Intentando reorganizarse tras el exilio sufrido, y con intención de seguir siendo, en la medida de lo posible, una familia unificada, las diferentes ramas acordaron que la primacía la ostentaría la rama de Averland, y que el cabeza de la familia estaría casado con una Wallenstein de la rama estaliana o tileana.
Esta decisión era en cierta forma inevitable, especialmente teniendo en cuenta el momento en que se tomó. Averland ya era por entonces el Condado más rico del Imperio, los Wallenstein ya tenían negocios con varios nobles y mercaderes de la zona, y les fue fácil asentarse allí. Por su parte, las ramas estaliana y tileana apenas estaban asentándose en sus nuevas zonas de acogida, sus negocios no eran tan sólidos y, por tanto, dependían en buena medida de la rama averlandesa. No obstante, este pacto ha sido respetado, incluso aunque alguna otra rama, particularmente la tileana, haya podido en algún momento superar en riqueza a los averlandeses. En todo caso, tanto estalianos como tileanos saben que su cabeza de familia representa adecuadamente sus intereses, ya no solo por estar casado con una familiar de los territorios sureños, sino porque es tradición que el cabeza de familia de los Wallenstein, antes de ser proclamado como tal, haga una peregrinación por los principales santuarios de la diosa Myrmidia en Tilea y Estalia. Esto obedece a un propósito religioso, pero, durante el tiempo que dura la peregrinación, el futuro cabeza de familia de los Wallenstein estará bajo la tutoría de sus familiares sureños, por lo que también cumple una función política de estrechar lazos entre las diferentes ramas.
En la actualidad, el cabeza de familia es Leopold Wallenstein, esposo de Lorena Wallenstein, de la ciudad tileana de Remas, e hijo de Karl e Isabel Wallenstein, siendo Isabel de la rama estaliana. Leopold tuvo un periodo de formación bastante intenso, pues durante su estancia en Tilea se produjo la elección de Karl Franz, Príncipe de Altdorf, como Emperador, y el propio Leopold tuvo que defender los intereses imperiales en Remas frente a la familia Del Piero. Posteriormente viajó a Estalia para su proclamación como heredero de la familia, lo que siempre se ha hecho en el santuario de la diosa Myrmidia en Laudor. Aquel día, que coincidía con una de las festividades más destacadas del culto a la diosa, tuvo que defender el santuario del ataque de unos mutantes.
Los Wallenstein de Averland son, como se ha mencionado, bastante ricos. Tras la caída de Solland aprovecharon bien los contactos que tenían en el Condado para hacerse un hueco y, aunque sus tierras de cultivo y sus cabezas de ganado no lleguen a la altura de la de las grandes familias de la zona, no por ello dejan de ser suficientes como para procurar una fortuna de tamaño considerable. Los Wallenstein siempre han sentido una gran dedicación por el vino, tanto para producirlo como para beberlo, y sus extensos viñedos producen algunos de los mejores vinos del Imperio.
La rama tileana
En Tilea, los Wallenstein se concentran sobre todo en la ciudad de Remas, donde se ubica lo que podríamos considerar su sede principal y la mayoría de sus negocios en la zona, aunque también es posible encontrar algunos miembros de la familia en ciudades como Miragliano o Trantio. Esta rama es posiblemente la más abierta a innovaciones, dentro de que el talante de los Wallenstein es en general bastante conservador, y por ello están más dispuestos a explorar nuevas ramas del conocimiento. De los pocos miembros de la familia que son ingenieros o hechiceros, la inmensa mayoría han nacido en Tilea. Tal es el caso de Lorena Wallenstein, quien es una hechicera bastante capaz de la Orden Brillante.
Tilea es una nación con gran tradición mercenaria, y los Wallenstein se han embarcado en la actividad militar con gran entusiasmo, tanto por su propio carácter como por seguir los principios esenciales de Myrmidia, quien es una diosa guerrera. No obstante, nunca han vendido su espada al mejor postor, pues incluso los Wallenstein de Tilea y Estalia tienen claro que su lealtad es hacia el Imperio y el Emperador. Esto les granjea una cierta enemistad entre algunas familias tileanas y estalianas más nacionalistas, pues los consideran como unos extranjeros poco de fiar... curiosamente el mismo prejuicio que se encuentran en el Imperio como consecuencia de su fe. Pese a ello, los Wallenstein se mantienen firmes en su papel, y quienquiera que se siente en el Trono de Altdorf sabe que puede contar con su apoyo para defender la política imperial en Tilea.
El carácter más aperturista de la rama tileana de la familia también hace que sus fuentes de riqueza estén más diversificadas, sin ser tan rurales y tradicionales como las de la rama averlandesa, y se han adentrado en otras actividades económicas como la industria y el comercio. Ello les ha llevado, en algún momento, a sobrepasar en riqueza a la rama averlandesa, aunque, dada la naturaleza más arriesgada de sus operaciones, esta riqueza tiende a ser más volátil.
De hecho, el tesón de los Wallenstein tileanos fue lo que permitió mantener operativo durante varias décadas el galeón imperial incluso cuando el Camino Imperial fracasó. Los tileanos fueron importantes también en el desarrollo del famoso camino, y Dante Wallenstein fue el primer castellano de la Fortaleza de la Luz Perpetua, una de las más importantes ya que era el último bastión hasta entrar en el Imperio.
La rama estaliana
Fueron muy pocos los Wallenstein que se asentaron en Estalia, en parte por ser una nación más alejada del Imperio y en parte por ser más pobre que Tilea, lo que determinaba que no tuvieran tantos negocios en la zona. A día de hoy, los Wallenstein estalianos siguen siendo escasos en número y comparativamente menos ricos que sus familiares en Averland o Tilea, pero tienen una gran trascendencia desde el punto de vista cultural y religioso.
En efecto, es comúnmente aceptado que Myrmidia es una diosa estaliana (aunque los tileanos defienden que es tileana), y el culto a esta diosa es particularmente intenso en Estalia. Salvo por los tileanos, todos los adoradores de Myrmidia reconocen la primacía del Águila de Magritta dentro de la Iglesia de la diosa, y para los Wallenstein, estar cerca del núcleo de poder de su religión es muy importante. Pese a que nunca han tomado partido de manera clara y contundente en la disputa entre el culto en Estalia y en Tilea, se sobreentiende que todos los Wallenstein, incluso los tileanos, reconocen la primacía del templo de Magritta. El hecho de que los herederos de los Wallenstein sean proclamados como tal en un santuario estaliano se interpreta como una aceptación tácita de esa consideración.
Ello determina la gran influencia que la rama estaliana tiene en la familia, pese a su reducido número y al hecho de que no sean particularmente ricos: el estar tan cerca del núcleo de poder de la Iglesia de Myrmidia hace que sean el canal a través del cual los Wallenstein conocen sus intenciones y necesidades, y, a la inversa, son la forma que tiene la familia de influir en el culto de la diosa guerrera.
La rama de Wissenland
Los Wallenstein son una familia pragmática, que toma su pasado en consideración como fuente de aprendizaje y ejemplo a seguir, pero se han esforzado en no dejar que ese pasado les condicione. Al fin y al cabo, su historia está entrelazada con la que quizá haya sido la pérdida más profunda que ha sufrido el Imperio en sus veintiséis siglos de existencia, y un dolor así ha acabado con muchos menos fuertes, incapaces de asumirlo. Desde el principio, los Wallenstein procuraron que el dolor formara parte de ellos mismos, pues no tenía sentido tratar de rehuirlo, pero sin que dictara su futuro.
No obstante, unos pocos, incapaces de aceptar que su hogar ancestral de Solland se hubiera perdido para siempre, volvieron al lugar a las pocas décadas de su pérdida. Sus intenciones estaban disfrazadas de optimismo vitalista, haciendo creer que querían que Solland renaciera de las cenizas de la devastación provocada por los pielesverdes, pero en realidad no hacían más que aferrarse al recuerdo de unos días de esplendor que el resto de los Wallenstein ya habían asumido que quedaban atrás, y jamás volverían. Ellos veían Solland como un reino fantasma, que solo perviviría en su memoria. De alguna forma, aquellos Wallenstein que se fueron a Wissenland pasaron a ser vistos, ellos también, como fantasmas.
La rama de Wissenland es la más pequeña de la familia, y también la más pobre, hasta el punto de que no han sido pocas las ocasiones en que han tenido que pedir dinero al resto de las ramas familiares para sobrevivir. El conservadurismo propio de los Wallenstein es, en su caso, tradicionalismo radical, y hay algo en su forma de comportarse que les da la impresión de ser extremadamente melancólicos. Sus mismos terrenos siguen casi tan devastados como cuando los pielesverdes los arrasaron, y todo ello no hace sino reforzar la sensación de que estos Wallenstein son los espectros que quedaron por siempre atrapados en los terribles días del Waagh de Gorbad.
Dicho esto, esta rama de los Wallenstein está tan dispuesta como las demás a coger las armas en nombre de Myrmidia y el Imperio. Si acaso más todavía, dado que siguen considerando que deben limpiar la afrenta de la pérdida de Solland, algo que el resto de ramas familiares ya ha asumido que nunca podrá reparar.
Otras regiones
Los Wallenstein son una de las grandes familias del Imperio, con un peso destacado conseguido gracias a sus riquezas, a su cercanía con el culto a Myrmidia y a su reconocida pericia al mando de los ejércitos de Averland y el Imperio. Por ello, pese a que sus núcleos de poder se encuentran en las zonas mencionadas, es posible ver miembros de esta familia en muchas otras zonas del Viejo Mundo.
Por ejemplo, sus negocios han llevado a más de un Wallenstein a residir, temporal o permanentemente, en los grandes núcleos económicos y comerciales, como Erengrado, Marienburgo y L'Anguille. Normalmente, se trata de miembros de la rama tileana, que son aquellos cuyas actividades son menos rurales y, por tanto, más susceptibles de ser desarrolladas en estos centros urbanos. En tiempos del Camino Imperial hubo incluso una delegación semipermanente de la familia en Barak Varr. Los Wallenstein siempre han sido buenos aliados de los enanos, aunque muchos miembros de la familia consideran que tratar con esta raza ancestral, con su ritualismo, sus rígidas formalidades y su tendencia a ver afrentas por todas partes, es un tanto agotador.
Desde que la Corte del Imperio quedara establecida en Altdorf, ha sido más frecuente que los Wallenstein viajaran a la ciudad, y llegó un momento en que compraron un palacete cerca del templo de Myrmidia. Los Wallenstein han sido apreciados por el Emperador por un doble motivo: por un lado, por su cercanía al culto de Myrmidia, el cual no es de los más importantes en el Imperio pero sí tiene un cierto peso que hace que merezca ser tenido en cuenta, y los Wallenstein hacen de interlocutores perfectos para ello; por otro lado, precisamente su credo hace que los Wallenstein busquen la excelencia en el arte de la guerra, y por ello suelen ser requeridos como asesores militares por el Emperador. La presencia en Altdorf obedece también al hecho de que los pocos miembros de la familia con talento mágico puedan estudiar en los Colegios de la Magia, a los cuales la familia apoya económicamente... especialmente al de Jade, para que les ayude en sus cosechas.
En cuanto a las colonias exteriores, es poco habitual que haya Wallenstein en ellas, pues no son particularmente aficionados al exotismo y, en cualquier caso, ya son suficientemente ricos como para no tener que andar buscando más riquezas. Sin embargo, ocasionalmente alguno aparece por estos lares, sea porque es particularmente ambicioso y quiere más fortuna de la que se la ha adjudicado o porque desea experimentar nuevas formas de hacer la guerra contra enemigos diferentes. Se sabe de al menos cinco o seis miembros que, a lo largo de los siglos, han viajado a Sudemburgo para llevar a cabo expediciones contra los árabes.
Más infrecuente aún es que viajen a las colonias del Nuevo Mundo. Lustria fue descubierta por Marco Colombo en 1492, y desde entonces ha habido intentos por parte de estalianos y tileanos de construir asentamientos más o menos permanentes. Uno de los más exitosos es Santa Magritta, y hasta allí llegó en su día Pedro Wallenstein, de la rama estaliana, quien dirigió una incursión hacia tierra firme. Aunque nunca llegó a encontrar ninguna de las grandes ciudades doradas de la jungla, regresó a Estalia con cierta fortuna y con la mitad de la expedición con vida, lo que se puede considerar un gran éxito. El propio Pedro parecía estar bendito, pues no solamente no envejecía sino que mostraba un vigor considerable, y era fácil verle caminar a grandes zancadas por sus tierras incluso cuando había sobrepasado los cien años de edad. No obstante, su anormalmente larga vida terminó de manera particular, pues una tarde en que se encontraba echando una siesta a campo abierto tras su habitual caminata de varios kilómetros por sus dominios, un extraño pájaro multicolor dejó caer una tortuga sobre su cabeza, matándolo al instante. Nadie nunca ha podido desentrañar qué tipo de pájaro era ni de dónde demonios había sacado aquella tortuga.
Muy interesante. Chernok tendrá que dar buena cuenta de toda esta gente..
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Dile a Chernok que se acerque, que todavía tenemos cuentas que resolver con los pielesverdes por lo de Solland...
EliminarMuy bien hiladas todas las ramas, y un campo de cultivo perfecto para personajes ambientados casi en cualquier campaña que juguemos. ¡Por haber hay hasta Wallenstein taciturnos! La verdad es que la idea de ir narrando las actividades de una familia más que las de un individuo es muy útil y buena.
ResponderEliminarPero digo yo que entre tanto familiar, algunos de ellos incluso hechiceros... no es descabellado pensar que alguno quizás sí habría sucumbido al enemigo interior, ¿verdad? ;)
¡Muchas gracias! La verdad es que estoy contento con este Trasfondo, como dices vale para un roto y para un descosido. Ya podemos colocar un Wallenstein en prácticamente cualquier parte del mundo... ¡por ejemplo, matando adoradores de demonios en las Tierras del Sur!
EliminarNo es descabellado pensar que algún Wallenstein pueda haberse pasado al bando de los malvados, pero no se tiene constancia de que eso haya sucedido nunca. Si eso se debe a que de verdad no ha pasado o a que los Wallenstein son muy buenos vigilándose entre ellos y han matado al hereje antes de que pueda desvelarse como tal, eso ya lo dejo abierto a la interpretación...
(Cosa que de hecho le pasó al Wallenstein histórico, a quien los católicos mataron antes de que se uniera al bando protestante en los Treinta Años)
Buen trabajo como siempre. El asunto de contar la historia por familias da mucho juego narrativo, y permite ampliar un marco que englobe diversas opciones de juego o literarias que se den con el tiempo. También deja margen a mostrar diversos puntos sobre una misma cosa cuando se quiere narrar con ese objetivo.
ResponderEliminarAdemás ¡los sucesos familiares son los más intensos de todos!, así que, como digo, una buena elección para un trasfondo.
¡Muchas gracias! Tienes razón en todo lo que dices. Y, efectivamente, hay pocas cosas que den tanto juego narrativo como una familia renacentista con españoles, italianos y franceses... ¡lío asegurado oiga!
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