Saludos a todos.
Como ya comentó Soter hace poco, el mes pasado tuvimos un día intenso de partidas en el que jugamos tres correspondientes a la campaña en las Tierras del Sur. Realmente sólo dos tuvieron trascendencia en la misma, ésta y otra que publicaré yo en breve. La tercera la jugamos los tres juntos y fue realmente divertida e interesante, pero no tiene influencia alguna sobre la campaña más que a efectos de trasfondo (creo que Soter publicará un informe de ella próximamente). En cualquier caso, en la batalla que jugamos Chernov y yo, mis huestes de Áncrama se enfrentaron a sus recién llegados imperiales, procedentes nada menos que de Ostermark. Tuve suerte y gané la tirada para determinar el escenario que jugaríamos, cosa que aproveché para ser un poco cabrón y hacerle una emboscada a sus soldaditos con pijamas morados y amarillos. Las reglas del escenario eran las de recopilatorio de Reforged, que tenía la ventaja de que ambos ejércitos son del mismo tamaño, algo importante si estamos jugando una campaña con valores en puntos iguales y prefijados. Mi ventaja por tanto en ese escenario se basaba principalmente en el despliegue y en, eventualmente, comenzar primero. Y digo eventualmente porque hay una remota posibilidad de que el defensor se anticipe a la emboscada y comience él el primer turno, algo que acabó pasando.
Una confiada línea de batalla imperial es emboscada en las Tierras del Sur |
Para esa partida estrené un nuevo personaje, un señor de las bestias del Caos que sigue las reglas de un extra reciente que han sacado en Reforged. Como perfil me moló bastante, y como trasfondo quedaba muy pulp: un bárbaro musculado domador de mantícoras, quimeras y demás bestias, así que decidí incluirlo como general para esta batalla. De ello siguió la necesidad de crear un pequeño relato introductorio que me sirviera tanto para presentar al personaje como describir los antecedentes de la batalla, aprovechando también para "justificar" por qué Chernov consiguió arrebatarme el primer turno.
En breve tendréis el informe, por ahora espero que os guste el relato.
Taghor Kar dirigió su montura
para que iniciara el descenso. K’rosanis, la mantícora que había domado hacía
ya cuatro años (si es que domar es un concepto que se puede aplicar a un
monstruo de ese tipo) obedeció al instante, sabedora de lo que esa acción
significaba: atacar.
Desde las alturas, Taghor Kar
había estado contemplando la marcha de la columna enemiga que se adentraba en
tierras de Áncrama. Se encontraban atravesando el Páramo de los Escorpiones,
siguiendo una antigua carretera que se conocía popularmente como el Camino
Dorado, ya que en uno de sus extremos se encontraban las minas de oro de Agr’unlia.
Dado el tamaño de la fuerza enemiga, no parecía lógico pensar que esperaran
hacerse con su control por un tiempo prolongado, pero al menos sí obstaculizar
la producción e incluso saquear las remesas que todavía no hubieran sido
despachadas. En cualquier caso, era algo que el general ancramano no iba a
permitir.
Según había oído, los invasores procedían
de un reino situado más al norte de Arabia pero que había fundado una pequeña
colonia en el Golfo de Medes. Ese reino se hacía llamar “el Imperio”, como si
sólo pudiera haber un único imperio en todo el mundo. En cualquier caso, se
notaba que sus soldados no estaban habituados a las tierras en las que se
encontraban ahora. Avanzaban con absoluta confianza por el camino, sin saberse
observados desde las alturas, y si alguno de ellos hubiera alzado la vista
posiblemente habría confundido la silueta de K’rosanis con la de algún gran
buitre u otra de las enormes aves de carroña que habitualmente sobrevolaban los
páramos. Y según iban avanzando, los imperiales se iban internando más y más en
la trampa que Taghor Kar les había tendido. La zona por la que pasaban ahora
estaba salpicada de afloramientos rocosos y agrupaciones pequeñas de árboles
secos, ideales para tender una emboscada, y eso era precisamente lo que el
señor de las bestias había hecho. Guerreros shulum y esclavos unthuk esperaban
agazapados a que su general descendiera sobre el enemigo, siendo ésta la señal
de inicio de la emboscada.
El enemigo estaba llegando
finalmente al lugar óptimo para el ataque, por lo que Taghor Kar ordenó a la
mantícora iniciar un picado. Se aferró con fuerza a los arneses de su montura
cuando ésta comenzó la caída libre. El objetivo a donde se dirigían era una
compacta unidad de lanceros, ya que una rápida evaluación le hizo pensar que de
todos los enemigos éstos serían quizás los que podrían presentar algo más de resistencia.
Embistiendo contra ellos desde el cielo sorpresivamente sembraría el pánico y
probablemente haría que rompieran filas.
Se encontraba ya a pocos metros
sobre el enemigo, a punto de entablar el primer y brutal golpe, cuando un grupo
de esclavos unthuk comenzaron a emitir balidos y demás sonidos guturales a la
par que surgían del pequeño bosque en el que se habían escondido. Sin duda su
instinto primitivo había vencido, incapaces de aguantar un poco más el comienzo
de la emboscada. Era lo malo de tratar con bestias: eran guerreros resistentes
y dotados para el combate, pero en cuanto a disciplina no poseían ninguna. Y de
no ser porque el enemigo ya se encontraba prácticamente en la posición idónea,
habrían desbaratado la emboscada. Taghor Kar se dijo que después de la batalla
tomaría medidas, posiblemente ejecutar uno de cada seis unthuk supervivientes,
aunque dudaba de que eso sirviera de mucho para volver a evitar situaciones
parecidas en el futuro.
En cualquier caso, el ataque
anticipado de los hombres bestia sirvió para que los invasores tomaran
posiciones, mostrando una enorme disciplina que, vista en contraste, ya
quisieran tener los unthuk. Taghor Kar cogió su cuerno y lo hizo sonar mientras
completaba los últimos metros que le separaban de los lanceros, a fin de que el
resto de unidades comenzaran también la emboscada y el embate unilateral de los
unthuk contara con apoyos. Al instante, grupos de guerreros, esclavos y demás
bestias surgieron a ambos laterales de la columna imperial.
A punto ya de embestir a su objetivo, Taghor Kar soltó el cuerno y
desenvainó su espada. K'rosanis extendió sus garras dispuesta a matar. La caza había comenzado.
Muy chula la partida! No hago spoiler porque supongo que subiréis el informe de batalla más adelante! A ver cuando vuelvo a ir por allí! (Chernov)
ResponderEliminarSí, este finde subiré el informe, ¡pero coincido en que fue una partida muy chula! Avisa cuando vengas, que esos señores en pijamas horteras se merecen toda la atención que Áncrama puede brindarles. ;)
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