Saludos a todos, damas y caballeros.
Este año estoy jugando muy poco a Infinity. Y eso me duele, porque es un juegaco extremadamente sensual, probablemente el mejor en términos de reglas al que haya jugado nunca. Conocí Infinity al amparo del gran impulso que experimentó en el Club Antebellum (por entonces Ludere) antes de la pandemia y después ese impulso se ha ido desvaneciendo, pero es un juego que siempre tendrá un lugar especial en mi corazón. Toma cursilada.
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Imagen de Boris Vallejo. No viene muy a cuento pero cualquier ocasión es buena para introducir retrofuturismo (y más si es de Vallejo) |
En todo caso, lo que traigo hoy es un informe de batalla de Infinity, demostrando que, aunque poco, algo sí estoy jugando. Y con suerte le daré intensamente en julio en Almería, si encuentro rivales. Por de pronto, lo que hago es continuar con la campaña Los Mercaderes y el Templo, cuya primera partida mostramos aquí y cuya segunda mostramos a continuación.