miércoles, 18 de marzo de 2020

Los Videntes


Saludos a todos, damas y caballeros.

Debo confesar que Necromunda nunca fue un juego que me llamara particularmente la atención. Supongo que eso es así por dos razones: en primer lugar porque soy más de fantasía que de ciencia ficción, aunque el universo de 40k en realidad es fantasía en el espacio, pero bueno, prefiero la fantasía medieval. En segundo lugar, porque el hecho de que todas las bandas sean humanas (o casi) le restaba gracia, para mí, frente a Mordheim.


Eso cambió gracias a dos factores que se dieron a la vez: por un lado, un podcast de La Voz de Horus sobre Necromunda, que me llamó bastante la atención. Por otro lado, y mucho más importante, el hecho de que en mi asociación en Almería estuvieran jugando una campaña a Necromunda, en los dos años que volví a vivir allí mientras preparaba la oposición. En este post de Hielo y Acero podéis ver los detalles al respecto.


Así que, muy picado por el nuevo vicio que acababa de descubrir, me hice con una banda Delaque (de los antiguos de metal, claro) y jugué una partida contra Víctor aka Elrudok, el autor de Hielo y Acero. Lamentablemente la oposición se metió en medio y en paralelo la campaña fue decayendo, con lo que no llegué a jugar más. Pero pese a ello me dio tiempo a escribir un relato introductorio de mi banda, "Los Videntes".

Ese relato es lo que os traigo aquí, aunque en realidad no es tanto de Necromunda como de 40k. Trasfóndicamente, Los Videntes son agentes en la sombra de Nemo, el Nigromante, mi hechicero de la Legión Alfa, aunque en realidad ni siquiera ellos lo saben. Pero me molaba la idea de que Nemo estuviera detrás de ellos. Al fin y al cabo Necromunda es un planeta muy importante (suministrador de armamento y mundo de reclutamiento de los Puños Imperiales), y siendo la Legión Alfa como es, tiene sentido que quiera meterse a husmear en el submundo de la Colmena Primus. Además, me hacía ilusión que si alguno de mis hombres destacaba especialmente, pudiera dar el salto a 40k o Killteam (si algún día vuelvo a jugar en un universo tan innecesariamente GRIMDARK), como ha sucedido en Mordheim con algunos personajes como Trifón o Chantal.

Sin más, os dejo con el relato. Espero que os guste.


Un gélido viento cortaba la ladera del monte Kirileth, pero los gruesos ventanales camuflados construidos en una caverna natural mantenían a salvo del frío y de las miradas indiscretas a los Hijos de las Mil Lágrimas, la temible partida de guerra de la Legión Alfa. En aquel entramado de cavernas y túneles, acondicionados rápidamente para servir de base a las operaciones de los marines del Caos, los traidores acababan de celebrar su consejo militar. Las rebeliones instigadas en el Mundo Feudal de Larban habían sido un éxito; los Cicatrices Blancas, tal y como estaba previsto, habían acudido para restaurar el control; y todos ellos, engañados por las falsas informaciones transmitidas por la Legión, serían masacrados en pocas horas en el Paso de Qang Zhe.

El líder de los Hijos de las Mil Lágrimas era el hechicero conocido como Nemo, el Nigromante, el Maestro de los Deseos. Había servido en la Legión Alfa desde los tiempos de la Gran Cruzada, cuando su nombre era otro, cuando aún no había aceptado al Caos. Sus níveas alas, de inmaculado blancor, eran el recordatorio del día de su traición, un envenenado regalo del Empíreo que le recordaría por siempre la nobleza que había sacrificado para obtener el poder. Esas mismas alas se mecían suavemente en aquel momento, en contraste con el huracán que el Nigromante contemplaba desde el ventanal a medida que los comandantes de su hueste abandonaban la reunión para unirse a sus escuadras. Todos menos uno.

El hombre que permaneció en la sala era también un astartes, aunque demasiado valioso como para participar en la batalla. Su nombre era Lúvan Kórrigan, y era el líder de las Siete Cabezas, la red de espías, cultos y contactos que, conscientemente o no, servían al Maestro de los Deseos. Él era quien había organizado la rebelión de Larban, así como otros cientos de alzamientos en incontables mundos que portaban la huella indeleble de la Legión Alfa. Él era la mano derecha de Nemo, el ejecutor de su voluntad, y el líder de más alto rango de los Hijos de las Mil Lágrimas, sólo por detrás del propio hechicero. Cuando todos los demás marines hubieron abandonado la sala, Lúvan susurró:

"Hay un asunto más que quisiera tratar con vos, señor".

Nemo, quien había permanecido mirando el escarpado paisaje del mundo que acababan de condenar, se giró hacia Lúvan y se quitó el casco. Al hacerlo dejó ver la estrella de ocho puntas que se cerraba como un pulpo en torno a su ojo derecho, contrastando su negrura con el fulgor esmeralda de sus pupilas, característico de los hijos genéticos de Alpharius.

"¿De qué se trata, Lúvan?"

"Hemos conseguido acceso a una banda que opera en la Colmena Primus de Necromunda."

El hechicero sonrió satisfecho. Siempre era importante tener aunque fuera una mínima presencia en los violentos e intrigantes mundos de las subcolmenas imperiales, y Necromunda no era ninguna excepción. Esos contactos representaban valiosísimas fuentes de información difícilmente accesible, y uno de cada mil pandilleros podía ser suficientemente astuto, despiadado e implacable como para ser aceptado en la Legión Alfa.

"¿Quiénes son?"

"Es una banda que se hacen llamar simplemente “Los Videntes”. Pertenecen a la Casa Delaque, y la dirige un pandillero llamado Salvor."

"¿Estarían dispuestos a tratar con psíquicos?"

Nemo era un hechicero, y como tal valoraba enormemente el poder contar con psíquicos entre sus redes de espionaje y corrupción en los mundos imperiales. No ignoraba, ni mucho menos, que el destino final de los brujos en el Imperio solía ser la muerte, fuera a manos de ciudadanos fanáticos o fuera como presos de las temibles Naves Negras. Por ello siempre procuraba que existiera una cierta protección, por mínima que fuera, que permitiera evitar en la medida de lo posible la pérdida de activos tan destacados.

"La Casa Delaque es la más… abierta en ese sentido, mi señor."


"Excelente. Imagino que estará todo dispuesto, y que los agentes intermedios sabrán trasmitirles tus órdenes. Infórmame de sus progresos."

Nemo estaba a punto de dar por terminada la conversación, pero Lúvan aún no había terminado.

"Será necesario guardarnos las espaldas, señor. Más de lo habitual."

Nemo miró a su agente con cierta sorpresa.

"¿Crees que esos pandilleros podrían llegar siquiera a sospechar que están siendo manipulados por la Legión Alfa?"

"No, eso es altamente improbable. Según los informes de los que dispongo, Salvor es un hombre inteligente, pero no deja de ser un matón de colmena, un peón. Pero la Casa Delaque es famosa por traficar con información, y sus dirigentes… podrían acabar sabiendo cosas inadecuadas."

La expresión de desconcierto del Nigromante se hizo aún más pronunciada.

"Lúvan, entiendo tu prudencia, pero la inmensa mayoría de los ciudadanos imperiales no saben que existió la Herejía de Horus, ni que la Legión Alfa participó en ella. Ni siquiera saben de nuestra existencia."

Lúvan frunció el ceño, ligeramente molesto por lo que interpretaba como una falta de confianza del Nigromante en sus habilidades. Este sentimiento se dejó traslucir en su tono de voz, que mostró un leve enfado que sólo él se habría atrevido a mostrar en presencia del hechicero.

"Me he informado bien sobre la Casa Delaque antes de llevar a cabo esta operación. No creo que podamos considerarlos ciudadanos imperiales normales, al menos en cuanto a sus conocimientos. Su supervivencia en Necromunda se basa en vender información, secretos… y no podemos descartar que entre esos secretos se encuentre el de nuestra existencia. No sé si es probable, pero estoy seguro de que es posible que, si se lo proponen, sean capaces de desenmascarar la red de contactos que tenemos entre nosotros y los Vigilantes. Y en un mundo como Necromunda, que es de gran importancia para la Guardia Imperial, esa información no pasaría inadvertida. Es arriesgado no cubrir bien… mejor, nuestras huellas."

Nemo no se molestó por el tono de voz de su subalterno. Al contrario, una insidiosa sonrisa se dibujó en su rostro, la sonrisa de un guerrero al descubrir a alguien que podría estar casi a la altura de la Legión Alfa. Casi.

"Está bien, te creo… ¿qué propones pues?"

"Todo hombre cuya vida se base en el tráfico de información entiende que hay determinada información que es demasiado peligrosa. Los Delaque son pragmáticos: si el beneficio de obtener esta información es poca, y el beneficio de ignorarla es mayor, la ignorarán. Siempre es posible incentivar a un hombre para que mire a otro lado."

"Hablas de sobornarlos".

"Es una de las opciones. Si la ignorancia les es beneficiosa se mantendrán en ella. También podríamos amenazarles, de forma que entiendan que ese conocimiento les destruiría. Por suerte hay varios métodos que nuestros agentes intermedios pueden aplicar sin necesidad de darnos a conocer".

Nemo quedó pensativo. En cierta forma le hacía gracia la situación. Apenas recordaba operaciones en las que Lúvan se hubiera mostrado tan cauteloso, y menos para controlar a unos simples pandilleros de una ciudad colmena. Definitivamente, iba a ser interesante.

"Haz lo que consideres oportuno… e infórmame de todo. Seguiré este asunto muy de cerca."

8 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Jajajajajajajajajaja... ¡Qué más quisiera yo!

      Como apunte adicional, recuerdo un viaje que iba volviendo a Almería, pregunté si alguien quería jugar a Necromunda pero la campaña ya estaba decayendo y nadie se ofreció, y entonces me escribiste con un mensaje que marcaría mi vida de wargamero...

      "¿Te apetece probar Infinity?"

      Eliminar
    2. Dioooooos así que fue Emilio el que te llevó por el mal camino. Muy mal Emilio, muy mal jajajajaja

      Eliminar
    3. Jajajajajajaja... Fue él, fue él!! La culpa es suya!!

      Pero eh, que yo sé que tú has jugado a Infinity también, allá por N1 o por ahí... Y a ti te convenció el Isma, que es peor!!

      Eliminar
    4. Si, entre Isma y Joaquín. Me compré todo el catálogo de Haquislam que había en ese momento, y acabé regalándoselo a Pignacius

      Eliminar
  2. Bueno, que te voy a decir yo sobre esto, si ya sabes que Necromunda es mi juego de GW favorito.

    ResponderEliminar