Saludos a todos, damas y caballeros.
Seguimos adelante con los Devoradores de Mundos, uno de los proyectos destacados que tengo para este año y mi primera incursión en el mundo de Warhammer 40k en mucho, mucho tiempo. Ya dije que 40k nunca ha sido mi juego preferido, pese a lo que quería tener al menos una facción pintada y disfrutar con ella haciendo el cafre, cosa que no ha cambiado. Pero también dije que no me planteaba jugar con el ejército, y eso sí que ha cambiado un poco.
Toma estandarte oldschool |
La verdad es que tengo el proyecto más avanzado de lo que pensaba al principio del año, lo cual se debe a que los berserkers se pintan razonablemente rápido (porque les estoy haciendo un pintado rápido en realidad) y al hecho de que, al haberme planteado jugar una partida y tener una lista hecha, puedo enfocar la pintura de forma más directa. Todo ello al tiempo que mantengo el objetivo inicial, que era hacer una fuerza con todas las opciones de personalización que ofrece el Caos, haciendo que prácticamente cada marine sea de su padre y de su madre.
Más renegados
Como dije en la entrada anterior, quería que mi ejército de berserkers estuviera compuesto sobre todo por Devoradores de Mundos, pero que incluyera también tipos procedentes de otras legiones. En esa entrada ya presenté a unos cuantos renegados que se habían unido a la banda de Vlad Khorgal, como el Hermano Nestorael, uno de los Caídos; Crassus, un Ultramarine renegado; y Sargon Lökh, antaño de los Guerreros de Hierro. Los dos primeros estaban hechos a base de conversiones, bastante simples, pero conversiones con piezas sueltas de sus respectivas legiones.
Ya no tengo más piezas sueltas (no descarto comprar alguna más, me gustaría por ejemplo tener un Templario Negro, me mola mucho su estética) pero seguía queriendo tener más renegados. De hecho, en mi mente ya tenía establecida una división: aquellos de mis berserkers con hachas sierra serían Devoradores de Mundos, mientras que los que llevaran espada sierra pertenecerían a otras legiones o capítulos, pues no son todo lo khornitas que deberían ser. En circunstancias normales montaría a todos mis berserkers con hachas (de hecho, con DOS hachas), pero no vienen suficientes piezas, y compré unos cuantos de tercera (o decimosexta) mano a Emilio, colega de Antebellum, y venían ya montados con espadas sierra.
Y entonces se me ocurrió cómo señalar que los de la espada sierra eran renegados, con una idea que en el fondo es bastante chorra: los emblemas de las hombreras. En realidad ya lo había hecho con Sargon Lökh poniendo la hombrera con los colores y calcomanías de los Guerreros de Hierro, y aunque no tengo calcomanías de las legiones o capítulos leales, podía hacer los emblemas a mano. De hecho, me apetecía, porque tampoco creo que esas calcomanías sean muy difíciles de conseguir, pero un freehand siempre es una cosa sexy.
El de la izquierda es un Espada Sangrienta, sucesor de los Ángeles Sangrientos; el de la derecha, un Cazador Oscuro, sucesor de los Cicatrices Blancas |
Evidentemente, conozco mis limitaciones, no iba a ponerme a hacer un león rampante porque me iba a quedar una auténtica abominación. Y los que veis ahí arriba tampoco es que sean gran cosa, pero bueno oye, se dejan ver. Lo bueno es que, al final, con una gilipollez así se consigue dar mucha personalidad a un ejército, convirtiéndolo en una horda con un mismo propósito pero con una diversidad de orígenes que, hay que reconocerlo, es de lo mejor que ofrece Warhammer 40k: por cada fetichismo histórico o social que tengas, hay al menos un capítulo de marines o regimiento de la Guardia Imperial para representarlo. Y si no, te lo inventas.
Ritos de batalla
Como he dicho, jugar con esta gente no estaba en mis planes cuando me propuse el proyecto. Lo cual no quiere decir que lo descartara, sino que no era algo que pensara hacer, y el proyecto no estaría orientado a jugar con lo que iba pintando sino a pintar y conversionar por el placer de hacerlo, y luego si caía alguna partida pues oye, ni tan mal.
Pero, hablando con Chernov, quien lleva mucho tiempo empujándome por el camino del vicio (y yo a él también), surgió la idea de echar una partidilla a segunda edición de Warhammer 40k contra su Legión de Acero. Yo no he jugado nunca a segunda (empecé en tercera), pero sí he jugado a Necromunda y Gorkamorka y, en realidad, es básicamente lo mismo a una escala mayor. No mucho mayor, ojo. En segunda edición, con una treintena de socios tienes un ejército majo hecho, incluso uno de la Guardia Imperial.
Y todavía había colores, antes que el término "GRIMDARK" pasara a ser usado de forma un tanto obsesiva |
Esto es algo que personalmente me gusta mucho, pues una de la cosas que más me ha ido alejando de Warhammer 40k con el paso de los años es la escala de las batallas que se representan. Aunque tercera ya requería muchas más miniaturas que segunda, las partidas eran una cosa como íntima, recogida, casi una escaramuza. Ahora las batallas son cosas masivas y monstruosas, ya no solo con un cojón de minis sino con vehículos o bichos gigantescos. Eso es bastante incongruente, ya no solo con un Trasfondo que decía que ver más de cincuenta marines juntos es algo serio, sino con tácticas de guerra que todos sabemos que llevan obsoletas desde 1914, a saber: si el enemigo tiene un arma capaz de matar a cien tíos de un disparo, no le pongas delante a cien tíos.
Dicho de otra forma, la razón por la que no aparece un misil y volatiliza a todas las miniaturas que haya en la mesa y en cualquier otra mesa en un radio de tres kilómetros es porque no vale la pena lanzar ese misil sobre esa acción, para lo cual debe ser un enfrentamiento pequeño. Quizá parte de otro mayor, pero lo que se representa es una acción a pequeña escala. Tercera edición seguía representando eso, como se ve, entre otras cosas, por los muchos escenarios que aparecían en el reglamento y que eran para representar batallas de una escala pequeña. Pero en segunda edición eso está más marcado.
Hay otra cosa que también me gusta de segunda edición, y es la posibilidad de jugar con cultistas y mutantes, curiosamente llamados "Los Perdidos y los Condenados". A los que jugasteis la campaña del Ojo del Terror os sonará esta terminología. En tercera, el Codex como tal no los traía (sigo manteniendo que ese Codex es quizá el mejor que ha publicado Games Workshop nunca), sino que aparecieron después en el Codex del Ojo del Terror. En todo caso, mi ejército estaba concebido desde el principio como una fuerza pequeña de marines acompañada por un cojón de tarados y dementes. Quizá eso no se refleje en las primeras partidas, pues este año tenía intención de acabar con los marines y poco a poco ir añadiendo cosas diferentes de cultistas, pero acabarán apareciendo y es bueno tener esa opción también en segunda edición.
No puedo confirmar ni desmentir que entre ellos vaya a haber un capitán pirata de Khorne |
La lista
Lo que usaré para una primera partida a 1000 puntos contra la Legión de Acero de Chernov será lo siguiente:
- Vlad Khorgal: paladín legendario del Caos, hacha sierra, hacha de energía, alabanza de Khorne, marca de Khorne
- Portador de la reliquia, hacha sierra, marca de Khorne
- Paladín, puño de combate, marca de Khorne (a este tipo lo necesito para reventar tanques)
- 6 Berserkers de Khorne (que tendrán dentro al paladín y al portador de la reliquia para sumar 8)
- 7 Berserkers de Khorne (que tendrán dentro a Vlad Khorgal para sumar 8)
- 3 Motoristas, uno de ellos con rifle de fusión
- Una colección variopinta de cultistas liderados por un demagogo
A ver si echamos esa partida, que tengo ganas de matar herejes! Sangre para el d.. digooo por el emperador!!
ResponderEliminarUf, ibas bien, pero te has confundido al final. Libérate de tus cadenas y ven al lado de guerreros como tú, hermano. El EMPRAH es débil, pero Arkhar es poderoso...
EliminarY de una manera u otra acabarás ante su trono, sea porque le adores o porque ponga tu cráneo ante él. Tú eliges ;)
Cuánto marine traidor estoy viendo por aquí... mucho me gusta ver un poco de cerámica de vez en cuando por el troglablog. Y ver un informe de esa partida también.
ResponderEliminarLa gran duda que tengo es: una colección variopinta de cultistas liderados por un demagogo... qué tengo que imaginarme???
Un saludo
¡Muchas gracias! La partida la íbamos a jugar el domingo pasado pero Nurgle, sin duda celoso del poder de su hermano, hizo amago de impedirla. Por suerte fue una falsa alarma, así que intentaremos hacerla este domingo. Ya nada puede frenar al Trono de los Cráneos.
EliminarLos cultistas serían la segunda fase del proyecto, de momento voy a ir terminando los marines, que son pocos, y luego ya me pondré a hacer el cafre con todo tipo de tarados y dementes, que es lo que me gusta. En este caso concreto, estos pocos que avanzo en la cola para la partida van a ser redencionistas y Cawdor antiguos, cumplen todos los requisitos: tienen pinta de salvajes pero sin iconografía imperial, son minis que me encantan y además encajan en estética de segunda/tercera edición.
A partir de ahí tengo muchas ideas, no sé cuántas llegaré a ejecutar, pero son desde cosas "normales" como hombres bestia y guardia renegada, a otras como bárbaros del Caos de Fantasy para guerreros reclutados en algún mundo primitivo, dunlendinos para tropas salidas de mundos feudales, luchadores del pozo de Necromunda estilo tecnobárbaros, o incluso idas de olla como un ejército aliado Kroot usando las reglas aquellas que salieron en una WD. Lo que hay que reconocerle a 40k, aunque sea quizá el juego de GW que menos me gusta en general, es que la amplitud de posibilidades que ofrece es inabarcable.