Saludos a todos, damas y caballeros.
Este año que ya termina ha sido, en términos frikis, un año en que he finalizado muchas campañas, pero he comenzado muy pocas. Hablaré sobre eso en la clásica entrada que me gusta hacer todos los años de recopilación, pero por de pronto esa es una realidad que en parte me agrada por haber conseguido cerrar mucho, y en parte me "entristece" por no haber comenzado muchas cosas nuevas.
Imagen de Bouzuki |
Pero nunca es tarde si la dicha es buena, y todavía queda margen para comenzar historias, aunque probablemente empiecen a desarrollarse ya en 2025. Uno de los personajes que más ronda por el blog en los últimos años es Leopold Wallenstein, cuyas campañas a modo de bildungsroman (término pedante justificado únicamente porque en el Imperio se habla alemán) han ido apareciendo por aquí periódicamente. En 2021 el muchacho peleó en Tilea contra una familia rival, en 2022 defendió un santuario de Myrmidia en Estalia frente a los pérfidos skaven, y en 2023 tuvo un desencuentro con los elfos de Laurelorn. 2024 lo ha pasado descansando, pero ya le toca ponerse las pilas de nuevo al muchacho.
Mientras tanto, os dejo con el Trasfondo de nuestra adaptación. Como en ocasiones anteriores, esta entrada servirá como elemento central en el que colgar los escenarios, relatos e informes de batalla que la componen. He tenido la idea de, para las campañas ya jugadas, subir todo junto en pdf a lo largo de 2025. Ya veré si me animo.
EL LAMENTO DE WALLENSTEIN
Tras su conflicto con los elfos de Laurelorn y la pérdida de la reliquia de Myrmidia, Leopold Wallenstein volvió a Averland con la mayor rapidez, y durante mucho tiempo se negó a abandonar sus fronteras. Necesitaba descanso tras los viajes que le habían llevado a Tilea, Estalia y Nordland, pero también para curarse de sus heridas, las físicas y sobre todo las espirituales, que la derrota contra los elfos le había causado. Lo que le había provocado un gran dolor había sido no ya la traición de los elfos, una raza de la que siempre había que esperar lo peor, sino la falta de ayuda por parte de sus compatriotas imperiales, que habían rechazado involucrarse en el conflicto por creer que eso eran problemas de "una diosa extranjera y sureña". El rechazo que los condados nórdicos mostraban hacia el culto a Myrmidia era bien conocido, pero sentirlo de forma tan directa había generado un profundo desencanto en el joven Leopold, quien prefirió quedarse en los condados sureños donde su fe no era despreciada.
Pese a estar en lo que podía considerarse un retiro, no por ello se encontraba ocioso. Su instrucción en las armas continuó, en la tradición marcial de los Wallenstein, y aprovechó para conocer más sobre los negocios de su familia, negocios que tarde o temprano heredaría como cabeza de la familia Wallenstein. Además, aunque él ya no hiciera visitas a nadie, Averland es uno de los condados más ricos del Imperio y por tanto de los más cosmopolitas, con lo que atraía muchos visitantes.
Al poco de volver de Nordland, su padre recibió a una delegación de enanos procedentes de Karak Hirn. La fortaleza era una de las más activas en el comercio con el Imperio, y sus mercaderes tenían en alta estima a los Wallenstein, pues veían en ellos un débil reflejo de las virtudes que los enanos aprecian: riqueza, respeto por la palabra dada y tradicionalismo. Aunque ni por asomo estuvieran a la altura de un enano de verdad, para ser humanos eran bastante tolerables, y era habitual que las delegaciones de Karak Hirn se acercaran por los terrenos de los Wallenstein y llegaran incluso a hospedarse en su casa familiar.
Leopold había visto enanos antes, pues eran una visión relativamente común en las grandes ciudades de Averland, pero era la primera vez que se hospedaban en su casa. Tuvo ocasión de charlar con ellos y encontró que su mentalidad era parecida, especialmente en lo que se refería a su desprecio hacia los elfos, a quienes ambos tenían por arteros y traicioneros. Por el contrario, la forma en que los enanos honraban a sus ancestros y sus tradiciones encajaba mucho más con la visión de la vida del joven imperial. Los enanos, por su parte, quedaron impresionados (todo lo impresionado que un enano puede sentirse hacia un humano) al saber que había liderado un ejército hacia el corazón de Laurelorn para defender una reliquia de sus antepasados, como habría hecho cualquier dawi de bien.
La delegación finalmente partió, pero prometieron que volverían a por el joven Leopold para llevarlo a Karak Hirn, en una muestra de aprecio y respeto hacia los Wallenstein. Así lo hicieron y, pocas semanas después de su primer encuentro, los enanos reaparecieron en sus terrenos y se llevaron consigo al joven Leopold para que pudiera visitar la Ciudadela del Cuerno y se reforzaran los lazos entre enanos y humanos.
Lamentablemente para todos, pronto iba a haber un nuevo motivo de entendimiento entre los enanos y Leopold Wallenstein, en este caso respecto a la perfidia y maldad de los pielesverdes. Aunque los Wallenstein podían remontar su linaje a la caída de Solland y por tanto odiaban a orcos y goblins, Leopold nunca había tenido la desgracia de tenerlos enfrente. No obstante, al poco de partir hacia Karak Hirn un grupo de incursores orcos y goblins logró atravesar el Paso del Fuego Negro. Los defensores imperiales causaron un gran número de bajas entre los invasores, y gracias a eso fueron pocos los que llegaron a penetrar en las tierras de Averland, pero una vez dentro pudieron esconderse con mayor facilidad de las patrullas enviadas a cazarlos.
Fuera por casualidad o por seguir los extraños designios de Gorko (o Morko), aquella partida de pielesverdes se dirigió hacia el sur del condado, hacia la frontera que el río Reik hacía con el condado de Wissenland. Parte de los terrenos de los Wallenstein se encontraban en ese lado, y en particular su bodega y sus viñedos más importantes, con los que se elaboraba el famoso vino que era tan apreciado en Tilea, Estalia y los pocos condados imperiales suficientemente civilizados como para beber algo que no fuera cerveza tibia. Era por tanto un lugar idóneo para el saqueo, y los Wallenstein lo defenderían con sus vidas para evitar que los pielesverdes lo destrozaran como habían destrozado su hogar tantos siglos atrás.
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