lunes, 9 de diciembre de 2019

El Marqués de Seda, orígenes y ascenso


Mi ejército de eldars oscuros de Warhammer 40.000 representaba una cábala de mi invención. Como me gustaba hacer uso de ataques relámpago con incursores, motoristas guadaña y transportes ponzoña me inventé para el trasfondo que era una cábala que controlaba unos astilleros importantes en la Ciudad Siniestra.

Respecto a quién la lideraba, quería que fuera alguien con un toque aristocrático y muy pagado de sí mismo, con tendencia a mirar a los demás por encima del hombro. Además, como todo buen comorrita, tenía que tener una "sana" inclinación hacia el sadismo. Y así, un buen día me vino la inspiración, y haciendo un evidente juego de palabras, mi arconte pasó a ser "el Marqués de Seda". En cuanto a su nombre "real", resulta de la fusión de dos personajes de distintas obras, Dolmancé y el duque de Blangis.


Llegué incluso a hacer unas reglas especiales para representarle, partiendo de un arconte básico. Entre sus peculiaridades destacaban que la corte que podía acompañarle (la Corte de la Decadencia) tenía más variedad que una normal, ya que podía incluir algún legítimo de la cábala, un íncubo e incluso un arlequín (aunque siempre hubo mucho misterio al respecto, sobre si se trataba de uno real o un impostor, ya que eso parecía ir en contra del trasfondo de los arlequines). De todas formas también tenía una "versión legal" del Marqués hecha a partir de un arconte normal y con opciones normales de la armería.

El siguiente texto lo redacté hace tiempo para enmarcar al personaje en el contexto de Warhammer 40k.


Dolmancé Blangis de Seda, más conocido simlemente como “el Marqués de Seda”, pertenece a una de las últimas casas nobles de Commorragh que se crearon antes de la ascensión al poder de Asdrúbal Vect. Si bien el golpe de estado de Vect supuso el fin de la aristocracia en la Ciudad Siniestra, la casa de Seda supo adaptarse rápidamente a las nuevas reglas del juego y tomar una buena posición inicial en los tiempos confusos que siguieron.

Los orígenes de la casa de Seda se remontan a Felaith, abuelo del actual Marqués, que por ser un bastardo del Duque Xielenor de la casa de Arculei y no poder llevar su apellido, decidió fundar su propia casa. No era la primera vez que un bastardo con suficiente fuerza y determinación decidía crear un legado para sus descendientes, pero eran raros los casos en los que conseguía ganar la influencia necesaria como para mantener su posición mucho tiempo. Sin embargo, gracias a la enorme paciencia, tacto y habilidad diplomática de Felaith, así como el favor del propio Xielenor que observaba con diversión los logros de su bastardo, la recién formada casa de Seda consiguió establecerse como casa noble menor ligada a la casa Arculei, lo cual era más de lo que muchos otros advenedizos habían logrado.

Con el paso del tiempo, y ya asentada la autoridad y legitimidad de la casa de Seda, hubo un momento en el que se estuvo a punto de perder todo lo ganado. Saithener, hijo de Felaith y padre de Dolmancé, envenenó al viejo Marqués para hacerse con el poder. Esta maniobra se llevó en secreto, y nadie sospechó que la muerte fuera provocada. Sin embargo, poco o nada pudo disfrutar Saithener de su nueva posición, pues el joven Dolmancé, gracias a su red de espías (que controlaban también a su padre) se enteró de toda la verdad y consiguió pruebas de ello. Viendo su oportunidad inició rápidamente un complot contra su padre y le acusó públicamente de parricidio. Aunque en aquella época este tipo de maniobras políticas ya empezaban a asentarse en Commorragh, todavía era demasiado pronto como para que gran parte de la sociedad no se sintiera conmocionada. Saithener, que nunca había esperado un golpe de este tipo, se encontró de pronto encadenado y llevado en presencia de su hijo, que había asumido todo el control. El joven Marqués, que interpretó a su acomodo las leyes por las que se regía la nobleza, se atribuyó el derecho a juzgarlo, y tras declararlo culpable de matar a su abuelo, no quiso que su padre fuera desterrado o ejecutado, sino que lo condenó a cadena perpetua. Esta decisión que podía parecer benévola a ojos de algunos dejó de serlo cuando precisó que, dada la gravedad del crimen y para asegurarse de que cumpliría su condena, en vez de recluirlo en una prisión convencional de la que podría escapar, mediante oscuros rituales y tecnologías ligó el alma de su padre a la espada del viejo Marqués, creando lo que en la cultura comorrita se conoce como un “arma fantasma”. Aquí fue cuando por primera vez pudo vislumbrarse el sadismo latente en el joven Dolmancé.

Este repentino cambio de arcontes supuso una momentánea inestabilidad política, que varias casas rivales intentaron utilizar en provecho suyo. Sin embargo, el atrevimiento mostrado por Dolmancé, su habilidad para hacerse con el poder y el castigo impuesto a Saithener, agradó al viejo Lord Xielenor, que siempre había sentido predilección por su bastardo Felaith. Viendo que en el joven Dolmancé había mucho de su abuelo decidió actuar a favor de la casa de Seda, protegiéndola de las varias maniobras políticas de las otras casas, aunque eso sí, cobrándose su precio. Gracias a este apoyo político, la casa de Seda consiguió sobreponerse al cambio generacional sin apenas sufrir consecuencias.

La casa Arculei de Lord Xielenor debía su influencia a dos motivos. En primer lugar, poseía un exquisito palacio en el que se celebraban las fiestas más decadentes a las que entregaba buena parte de la nobleza comorrita. De ese palacio, conocido como el Palacio de los Deleites, se decía que nadie que hubiera bailado en sus salones, paseado por sus jardines y bañado en sus estanques podría volver a disfrutar de una fiesta celebrada en cualquier otro sitio igual que antes (esto sin hablar de otras actividades más siniestras que allí se practicaban). En segundo lugar, la casa Arculei poseía uno de los astilleros más grandes de toda la Ciudad Siniestra, y de donde procedían muchos de los vehículos que se empleaban para realizar incursiones.

Paradójicamente, fue durante la batalla que se libró en Commorragh contra el capítulo de los Salamandras y que supuso el triunfo político de Vect y la caída de la nobleza cuando la casa de Seda consiguió mejorar enormemente su posición. Durante el enfrentamiento, tanto el palacio como los astilleros de la casa Arculei fueron gravemente dañados. Lord Xielenor murió mientras defendía sus posesiones y el caos que prosiguió durante el equilibrio de poder en los años posteriores acabó por mermar a la antigua casa noble. Varias otras casas, ahora convertidas en cábalas, aprovecharon la ocasión para lanzarse contra sus restos como buitres y chacales, y la Cábala de la Séptima Conciencia, fundada por el Marqués de Seda y de la que ahora era arconte, no fue una excepción. Mientras todos se disputaban con fiereza el Palacio de los Deleites, el Marqués se apresuró en hacerse con el control de los astilleros. En poco tiempo pudo verse lo acertado de su decisión. A medida que las demás cábalas se debilitaban peleando por el preciado botín, que cambiaba de manos cada poco tiempo, la Cábala de la Séptima Conciencia se fue enriqueciendo gracias al comercio de vehículos, muy demandados durante la reconstrucción de Commorragh. Pronto, la esfera de influencia de la cábala se extendió lo suficiente como para que el Marqués considerara que ya tenía el poder necesario para hacerse con el Palacio de los Deleites, y con una alianza con varios cultos de brujas y otras cábalas que le debían favores consiguió hacerse con la preciada joya para sí.

Desde entonces, el Palacio de los Deleites es la morada del Marqués y donde sigue celebrando las pomposas y exageradas fiestas por las que lo hizo famoso Lord Xielenor. Lo costoso de estas celebraciones no es un problema para él, ya que sus astilleros le garantizan una continua entrada de dinero con el que poder pagar los más extravagantes caprichos, ya sean suyos o de sus invitados, además de que la influencia y favores que gana con ellas dentro de la esfera de poder de la Ciudad Siniestra lo compensa sobradamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario